En los últimos meses, Blair estuvo leyendo diarios de mujeres que buscaron su lugar en el mundo. Esa búsqueda por un espacio nuevo entendida en un sentido literal: leyó Tres inviernos en París, los diarios de Marta Minujín durante su estadía en la capital francesa a comienzos de los ‘60 cuando tenía 18 años, y Éramos unos niños, la novela autobiográfica en la que Patti Smith cuenta cómo fue llegar a Nueva York a los veintipocos. “Las dos tuvieron la necesidad de escaparse a una ciudad en la que pasaban cosas, o al menos las cosas que a ellas les interesaba que pasen con su obra”, resume la cantautora de 23 años. Ahora, sentada en un café porteño, podría estar hablando de Minujín y Smith o podría referirse a su propia búsqueda por una escena en ebullición: el viaje que la trajo, hace poco más de un año, desde Punta Alta a Buenos Aires, y que tuvo como puntapié un puñado de noches abriendo los esperados shows de Taylor Swift en River.

Julieta Ordorico devino en Blair cuando sacó sus primeras canciones en 2019. Aquellas grabaciones iniciáticas estuvieron empujadas por la renovada popularidad del autotune y una posibilidad altamente atractiva para una adolescente tímida interesada por la música: esconder, al menos un poco, su propia voz. Ese affaire fue breve y duró apenas un par de tracks. Durante la pandemia, Julieta empezó a escribir otro tipo de canciones. Eran letras introspectivas que contaban escenas de encuentros y desencuentros amorosos (como “Rothmans”) o relatos que se parecían más a cuentos que a canciones (como “Otra noche en los ‘70”). Por esos días había crecido su fascinación por Kate Bush y experimentaba con la fotografía analógica mientras cursaba la carrera de Diseño Gráfico en Bahía Blanca. Gracias a un amigo en común conoció durante la cuarentena al productor Dante Saulino, un partenaire clave con quien trabajó en las canciones de Llorando en la fiesta, el disco que editó de manera independiente en 2022 y que puede ir de un dream pop etéreo a unas melodías más pegadizas con la voz bien al frente a lo Phoebe Bridgers. En la portada, Julieta aparece en una foto que se tomó en el living de su casa familiar, envuelta en un tapado: puso la cámara en un trípode y le pidió a su mamá que dispare varias veces. El revelado mostró que solo una de esas fotos había salido enfocada: fue la imagen que eligió para la portada.

La artista se está ubicando con comodidad en la nueva escena pop argentina. (Foto: Nora Lezano)

Las nuevas canciones de Julieta fueron encontrando oyentes de forma orgánica. Fue un ritmo al que sería irrisorio llamar “lento”, pero que no se corresponde con los tiempos desquiciados del pop actual. El video blog que lleva en YouTube registra la incertidumbre y la angustia de sus primeros pasos, todavía jugando de visitante en territorio porteño y haciendo grandes esfuerzos para viajar y montar sus conciertos en una ciudad con una abrumadora oferta de música en vivo cada noche. “Hicimos un show en Simona al que vinieron 40 personas y creo que 20 eran amigos de Dante”, cuenta Blair. El lanzamiento de Llorando en la fiesta, que luego presentó en Niceto, la ubicó con contundencia en el mapeo de nombres de la nueva escena pop argentina. Por eso, cuando se anunció que el Eras Tour tendría su parada en Buenos Aires, un grupo de amigas y fans comenzaron una pequeña campaña para que Julieta abra los conciertos de Taylor, cosa que de algún modo terminó ocurriendo: cerca de la fecha se supo que el número local de apertura estaría a cargo de Louta, que invitó a Blair a integrarse a su set y hacer las voces femeninas de sus colaboraciones con Zoe Gotusso y Marilina Bertoldi.

No pasó tanto tiempo entre aquellos shows pequeños y su participación en el tour que trajo a Taylor Swift a Buenos Aires. Blair estaba a punto de entrar a rendir un examen cuando le avisaron que, durante tres noches, iba a cantar para un estadio colmado de gente. Ella resume esa noche extraña de esta manera: “Leí sobre la invitación, apagué el teléfono para entrar a rendir con toda frialdad, salí de la facultad, volví a mi casa, hice un bolso y tomé un avión por primera vez en mi vida para llegar a Buenos Aires”. Al día siguiente comenzaron los ensayos. Se acuerda de esa semana como un momento de mucha adrenalina y como una escena importante, menos por lo consagratorio que por la forma en la que la terminó de despegar de su vida en el sudoeste de la provincia.

Ahora vive en su primer departamento fuera de la órbita familiar. En esa casa, acaba posar para unas fotos que muestran un apego por corrientes estéticas de siglos pasados en un sentido amplio: le interesa el arte gótico, la decoración de mediados del siglo XX y mucho de lo que ocurrió en la música entre los ‘60 y ‘80. Sobre su mesa de luz conviven fotos de catedrales en sepia pegadas a la pared y la reproducción de un modelo de radio de hace unos 70 años. “Siento que había un amor en todo lo que se hacía y un cuidado por el detalle que produjo artistas irrepetibles”, dice. “Algunas de las músicas contemporáneas que más me interesan e influenciaron también piensan su obra de esta manera”. Entre esas artesanas pop destaca el barroquismo de la lírica de Taylor (con sus letras extensas, voluminosas, como si se tratara de prosa cantada), el recorrido excéntrico, caprichoso y dedicado de Lady Gaga (que puede ir de un disco de pop monstruoso a uno de jazz de la mano de Tony Bennet sin esfuerzos ni explicaciones) y las canciones de la incorrecta Lana del Rey, en la que conviven nostalgia, tristeza y salvajismo.

Como causa o como consecuencia, haberse instalado en donde muchas cosas pasan, hizo que muchas cosas pasaran. En el último año Blair participó del disco más reciente de Benito Cerati, grabó colaboraciones con BBAsul, OddMami y Feli Colina y se subió al escenario del C a cantar junto a Santiago Motorizado en el último de los shows solistas del músico platense. En pocos días, además, compartirá la apertura del Parador Konex junto a Juliana Gattas, que presentará su disco Maquillada en la cama. Los álbumes debut de ambas tienen un espíritu común: narradoras que están fuera de lugar, haciendo lo que no se espera de ellas. “Ahí hay un punto de unión fuerte entre mis canciones y las de Juliana”, dice Blair. “Hacemos canciones que pueden hablar de sentirse sola entre la gente y al mismo tiempo darte ganas de bailar”.

Blair toca el jueves 23 en el ciclo Parador Konex, junto a Juliana Gattas. En el Centro Cultural Konex, Sarmiento 3131. A las 19.