Una nena de salita de cuatro en un jardín de infantes de la periferia de Rosario le cuenta a su maestra que la mamá le pega. La mujer es agente policial, pero la docente sabe lo que tiene que hacer: la convoca, supera su miedo para iniciar la conversación. “A mí me pegaron cuando era chica y salí bien”, es la respuesta que recibe. Con las herramientas que le dio la Educación Sexual Integral, la maestra insta a romper con la tradición familiar, porque su hija tiene derecho a vivir sin violencia. “Si esto no cambia, te voy a tener que denunciar”, le plantea. La violencia cesa.
Historias de aulas de la Educación Sexual Integral en todo el país
El (atacado) poder transformador de la ESI
Con una potencia rizomática, la aplicación de esta ley que ya tiene 18 años permitió -como se sabe- denunciar abusos sexuales y violencias, pero también genera la revisión de las propias vidas de las personas que se forman para ser docentes. La sexualidad vista desde la afectividad, y el deseo, situados en esta perspectiva, puede generan un profundo cambio social.
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