Diego Lagomarsino lanzó una pregunta al aire: "¿Estamos buscando la verdad o acomodándola?". El perito informático que trabajaba para Alberto Nisman al momento de su muerte recordó las horas previas a la muerte del fiscal del caso AMIA, ocurrida hace diez años. Además, analizó el estado de la causa, dio detalles de las pericias que forman parte del expediente judicial y se inclinó por la hipótesis del suicidio.

En una extensa entrevista con Víctor Hugo Morales en la 750 a 10 años de la muerte de Nisman, el perito informático explicó por qué le prestó la pistola bersa calibre .32 de la que salió el disparo fatal. Remarcó que todos los datos presentes en los archivos oficiales refuerzan la hipótesis del suicidio y descartó la teoría del homicidio. “Siento una impotencia muy fuerte”, aseguró el perito. 

Así lo sostuvo al poner un simple ejemplo, una noticia que circuló nuevamente esta semana que indicaba que la puerta, a la hora de la muerte de Nisman, estaba abierta: “La madre declara que la puerta estaba cerrada y ella la abre. ¿No creen en lo que dice la madre? Es una declaración bajo juramento de la familiar más cercana”.

En este contexto, con un claro tono de frustración y enojo, lanzó una pregunta que aborda este tema y otros tantísimos que salen a la luz cada vez que se quiere instalar la hipótesis del homicidio: “¿Estamos buscando la verdad o acomodándola para que sea funcional a una necesidad? ¿Qué están buscando?”.

Y añadió: “Dejen de mentir, muchachos. Dejen de decir que el tiro es en la nuca, cuando es en la sien. Dejen de decir que no había GCR en las manos, cuando había, lo que confirma el informe que la fiscalía omite donde la junta criminalística determinó que estaba solo, con la puerta cerrada del baño”.

El día que le prestó el arma a Nisman

En la entrevista, Lagomarsino recordó "aquel fatídico 17 de enero de 2015", día en que su jefe lo llamó por teléfono y desesperado, le pedía que vaya urgente a su casa para hablar. Día en el que le terminó prestando el arma con el que, finalmente, se daría muerte a horas de su presentación ante el Congreso.

Me estaba pidiendo un arma, no un block de hojas”, comenzó señalando el perito a la par que explicó que, con el tiempo, se supo que también le había pedido un arma a otras dos personas: un policía amigo, que estaba en de viaje en ese momento, y a uno de los custodios.

Luego, siguió el relato: “Le cuento que el arma era vieja, que tenía custodia. Me convence cuando me dice ¿vos sabés lo que es que tus hijas no quieran estar con vos por miedo a que les pase algo?”.

Esta escena, dijo, le sigue resonando hoy, diez años después: “Si hay alguna forma de sacar esa imagen de mi cabeza, estoy abierto a que lo hagan. Porque la tengo grabada. Me acuerdo de esa imagen. De ahí me voy a mi casa y le llevo el arma. Le explico cómo manipularla. A las 8:30 de la noche me voy”.

El hecho de que las hijas de Nisman, en ese momento, no estaban en el país –por lo que el arma de nada le servía para garantizar su seguridad– es algo que se enteró tiempo después, cuando la muerte se había confirmado y la causa judicial avanzaba con más traspiés que certezas.

“Dicen que me mintió a mí, pero que eso es falso. En la declaración de su expareja, ella dice que sospechaba que Nisman le mentía. Había mentido en muchas otras oportunidades. Acostumbraba a mentir y me mintió a mí para convencerme de que necesitaba un arma”, añadió.

Las pericias y las trampas recurrentes

Lagomarsino, imputado en la causa como partícipe necesario del supuesto homicidio y que durante varios años debió usar una tobillera electrónica de seguimiento, es, por su situación, un gran conocedor de la causa: y desde ese lugar llama la atención sobre todas las irregularidades en las que incurre la justicia, al escuchar, o no, informes según su preferencia.

“Yo creo que no hacen un juicio oral porque no hay pruebas para culpar a alguien de un delito tan grande como un homicidio. Si van a encerrar a una persona 25 años con estas pruebas, cualquier persona que viva en este país tendría que tener temor a ir presa”, lanzó el perito.

Y añadió: “Porque no hay ninguna prueba que determine que Nisman fue asesinado. Todo lo contrario, tenemos un informe del Cuerpo Médico Forense que dice que sobre el cuerpo no hay ninguna prueba que indique acción de terceros”.

¿De qué se agarran los que dicen que fue un homicidio? Del informe de Gendarmería, que además de ser el único que sostiene esta hipótesis, llegó muchos años después de la muerte de Nisman. Cuando se publicó, la jefa política de la fuerza de seguridad era Patricia Bullrich, por entonces ministra de Seguridad de Mauricio Macri.

“La pericia de Gendarmería tiene muchas contradicciones. Dice que hay golpes, drogas, que estaba con otras dos personas en el baño y que después lo acomodan. Los dos primeros informes, tanto el CMF como la PF, declararon bajo juramento de ley. Gendarmería, de momento, no lo hizo”, comentó Lagomarsino.

Y añadió: “Lo más raro es que, supongamos que hizo un informe con unos peritos que son del carajo, ¿por qué disolvieron ese grupo? Los otros dos siguen actuando e hicieron miles de pericias en estos diez años. Gendarmería no volvió a actuar con este equipo de técnicos”.