Hace unos días se conoció el pedido de una jueza norteamericana de saber dónde se encuentra ubicado el oro que el Banco Central giró al exterior. La medida se da en el marco de un juicio que fondos buitres realizan como consecuencia de la expropiación de la mayoría accionaria de YPF, durante el último mandato de CFK.
El bufete Bulford Capital compró los derechos a litigar a accionistas minoritarios argumentando que la expropiación de la mayoría accionaria debió ser acompañada de una oferta de compra a accionistas minoristas que nunca se realizó. Con esa excusa, la jueza Loretta Preska, entongada con el bufete, reclama a la Argentina 16.000 millones de dólares, más de lo que vale la totalidad de la empresa.
La salida del oro del país había sido iniciada, bajo un manto de secretismo, por Sturzenegger cuando era funcionario del Central en tiempos de Macri. En el mandato de Alberto Fernández, las autoridades del BCRA sostenían informalmente que no había oro en el exterior, aunque nunca mostraron documentación que respaldara sus dichos.
Al asumir Milei, se aceleró la salida de oro hacia Inglaterra, manteniendo el secretismo sobre su paradero frente a los reclamos de información por parte del dirigente del sindicato de bancarios Sergio Palazzo. Se estima que unos 5.000 millones de dólares de las reservas del Central en oro se encuentran en Inglaterra.
Riesgos
El riesgo de mantener el oro fuera del país no sólo se debe al posible embargo por el reclamo buitre. Ahí las opiniones están divididas, ya que existen fallos anteriores en la justicia norteamericana que señalan al Banco Central como independiente del Estado nacional y sus reservas como inembargables.
Sin embargo, la justicia norteamericana es altamente arbitraria cuando se trata de pleitos sobre terceros países y la sociedad económica de jueces y fondos buitres suele tener vía libre para extorsionar legalmente a países y empresas fuera del territorio de los EE.UU. Al respecto, que el ministro Caputo sea quien anuncia los cambios en la política cambiaria y monetaria (atribuciones legales del Banco Central), no suma para sostener la independencia de la autoridad monetaria respecto al gobierno.
Más allá de ese reclamo, Argentina mantiene un conflicto abierto con Inglaterra por Malvinas por lo que parece sumamente irresponsable mantener allí invertidas parte de nuestras reservas. Más teniendo en cuenta los antecedentes de congelamientos de cuentas y apropiación de reservas que han aplicado varios países occidentales contra Venezuela o Rusia, en los últimos años.
Más allá en el tiempo, Inglaterra ya se apropió de las reservas de oro de Argentina al finalizar la segunda guerra mundial. Lejos del mito gorila, los lingotes no inundaban el Banco Central sino que se mantenían en el Banco de Inglaterra, cuya negativa a devolverlo terminó en la negociación de Perón de canjear las reservas embargadas por los ferrocarriles nacionalizados.
Si pensamos las tensiones hoy existentes a nivel global y la posibilidad abierta de un nuevo enfrentamiento de las potencias, la salida de oro hacia Inglaterra más que una muestra de irresponsabilidad, parece ser una descarada operación de saqueo y traición a la patria por parte de la casta del establishment financiero global que hoy ocupa el Estado nacional.