Luego de varios años, el Gobierno Nacional volvió a tener superávit fiscal, de la mano del mayor ajuste del período 1994-2024, según cálculos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) con información oficial para el cierre del año.
Las estimaciones mostraron un ajuste fiscal equivalente a 4,7 puntos del PBI, que combinó la difícil aritmética de recursos tributarios a la baja y fuerte contracción del gasto. En los últimos 30 años, sólo se había registrado un ajuste de magnitud similar en 2021, luego de la pandemia, pero se explicó estadísticamente por el fuerte crecimiento del PBI, ya que el gasto público apenas se había contraído.
Motosierra
El Gobierno obtuvo en 2024 sendos superávits, en el resultado primario y en el financiero, es decir luego del pago de los intereses de la deuda pública, gracias a un ajuste colosal. Según los números del Iaraf en 2024, los ingresos tributarios totales que recaudó la Nación cayeron 5,6 por ciento real interanual, esto es descontando el efecto inflacionario.
Esto supuso un contexto nada favorable para buscar el equilibrio en las cuentas públicas. Sin embargo como el Gobierno estuvo dispuesto a todo -“motosierra y licuadora”, como les gusta reseñar-, el gasto primario se contrajo un nada despreciable 27,5 por ciento real interanual, lo cual permitió alcanzar el superávit primario y financiero.
El ajuste fiscal realizado en 2024 equivalió a 4,7 puntos porcentuales del PBI, una magnitud que se obtiene de la diferencia entre el déficit de 4,4 por ciento del PBI a fines de 2023 y el superávit de 0,31 puntos del PBI en 2024. Es el mayor ajuste anual realizado en el período 1993-2024, según el Iaraf. Es decir, en los últimos 30 años no se computa ajuste más importante. Sigue siendo curioso la escasa reacción social que generó este procedimiento y es en términos políticos uno de los principales aprendizajes que deja esta época sin dudas.
Asimismo el Iaraf afirmó: “Resulta importante resaltar que el mayor ajuste fiscal en términos del PBI realizado antes de 2024 correspondía al año 2021 (3,8 p.p. del PBI), no obstante, este ajuste es explicado fundamentalmente por el significativo aumento del PBI en el año posterior a la pandemia del Covid-19, ya que en términos reales el gasto total descendió un 1,7 por ciento respecto a 2020”. Lo que llamó la atención del 2024, como se dijo, fue el brutal ajuste, la fenomenal contracción del gasto público porque el “ahorro” se dio en un contexto donde también caían los recursos, de la mano de la fuerte recesión auto-inducida durante el primer semestre del año.
Recortes del gasto
Respecto de la reducción en materia de gasto, el desplome del 27,5 por ciento de 2024 involucró recortes en términos reales en 15 de los 16 componentes, según muestra el estudio citado. “La excepción fue el gasto en asignaciones universales para la protección social (que subió 39 por ciento), mientras los tres gastos que más cayeron fueron: transferencias de capital a provincias (96 por ciento), inversión real directa (70 por ciento, es decir la obra pública) y transferencias corrientes a provincias (67,8 por ciento)”. No se trata de recortes normales sino que se pulverizaron partidas del gasto.
A su vez, en relación a su importancia dentro del gasto total, el recorte en el gasto público –que alcanzó unos 39,8 billones de pesos a moneda constante de diciembre- fue explicado “por las jubilaciones y pensiones, que soportaron el 19 por ciento, la inversión real directa el 15 por ciento, las transferencias a provincias el 17 por ciento, los programas sociales un 12 por ciento, subsidios a la energía el 10 por ciento y salarios el 9 por ciento, entre los gastos más importantes”, dice el Iaraf. Es una radiografía conocida del ajuste fiscal de 2024: “la casta” terminaron siendo los jubilados, la obra pública y otros fondos dirigidos a provincias.
En términos históricos, el último ajuste a la baja del gasto público en magnitud había ocurrido en 2002, según calcula el Iaraf. Ese año la contracción fue del 17 por ciento real contra el año anterior, luego sobrevino un ciclo de alzas año tras año que recién se interrumpió en 2016, con una caída del 1,3 por ciento. En 2018 y 2019 en el marco del acuerdo con el FMI el gasto retrocedió 5,2 y 6,7 por ciento respectivamente, para luego caer 1,7 por ciento en 2021 y 4,4 en 2023.
En cuanto al resultado primario en perspectiva histórica hay que notar que entre 2003 y 2008 se mantuvo en terreno positivo superando el 2 por ciento del PBI. Posteriormente, desde el 2009 hasta el 2023, con mayores y menores esfuerzos en materia de política pública para ordenar las cuentas públicas, siempre el resultado fue deficitario: el pico fue el año de pandemia, cuando el rojo superó el 6 por ciento del PBI, mientras que años anteriores solía acercarse a 4 por ciento, para ubicarse en torno a 3 luego de la pandemia.