A pesar del dramático recorte presupuestario que atraviesan las universidades públicas en general, como cada año desde 2000, enero en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) es el mes de los chicos y chicas. Esta vez, incorpora nuevas demandas y necesidades, producto de la crisis socioeconómica.

"Fue un año durísimo, hubo que enfrentar muchas dificultades, pero nunca se nos cruzó por la cabeza discontinuar esto, que es el primer acercamiento de los pibes de nuestros barrios más humildes al mundo universitario", afirma Juan Loiseau. 

"No sólo la pasan bien, sino que empiezan a hacerse a la idea de cursar una carrera. Estamos llenos de ejemplos de esos", director de Deportes y Compromiso Universitario de Universidad Nacional de Lanús, en diálogo con Buenos Aires/12.

Solo en 2021, debido a la pandemia, el programa no se realizó de forma presencial, pero se distribuyeron materiales educativos y recreativos para que los niños pudieran participar desde sus hogares. 

En esta edición, participan chicos de las organizaciones Color Esperanza, Madres de Villa Caraza, Héroes de Malvinas, Frente de Trabajadores Peronistas de Remedios de Escalada, Rincón feliz, Nueva vida, Jesús es tu amigo, Ana Jaramillo, Hogar Nuestro Sol y CEF Nro 160.

Loiseau, a cargo de gestionar el día a día de la colonia, resalta que este año se multiplicaron los pedidos de donación de ropa en comparación con ediciones anteriores. La colonia cuenta, desde siempre, con un roperito comunitario, que nunca había sido tan demandado como ahora. 

El ropero se sostiene en base a las donaciones de docentes, no docentes, estudiantes y comunidad universitaria en general. Al concluir la temporada, los excedentes se donan a las mismas instituciones que traen a sus niños, pero todo indica que este año no habrá excedente. Son muchísimos los niños que llegan con su ropa y su calzado en estado crítico.

Los pibes almuerzan y meriendan en la colonia. El almuerzo reforzado incluye barras de cereal y turrones y la merienda es a base de leche chocolatada y jugos. También en este punto los organizadores notan una mayor necesidad de los pibes.

Mientras tanto, los referentes de los comedores y merenderos que los acompañan también tienen la oportunidad de participar en actividades especialmente diseñadas para ellos, como proyecciones de cine. 

“Me gusta mucho ir al cine de acá, de la Universidad, y aprender taekwondo”, afirma Bastián Caballero, que tiene 11 años y ya asiste al programa de verano desde hace tres temporadas.

El Programa de Verano Los derechos de la niñez no se toman vacaciones”, es una iniciativa socioeducativa, recreativa, deportiva y cultural inédita tiene como objetivo promover la integración a la educación. 

Esta 26ª edición, con la participación de varios centenares de niños y niñas provenientes de una decena de instituciones barriales del partido de Lanús, concluirá con una celebración especial: la visita de los Reyes Magos, quienes entregarán regalos a todos los participantes y ya generan una expectativa enorme entre los chicos.

Melody Falcón tiene 12 años y asegura que está “muy contenta" con los nuevos amigos que conoció en la colonia. "Espero ansiosa las actividades especiales  como las barrileteadas, y la carrera de aventura".

La barrileteada a la que hace referencia es un clásico del verano, cuando las condiciones climáticas lo permiten. Cada chico confecciona el suyo con los materiales que provee la colonia y la ayuda de los profes, le agrega alguna leyenda o frase, los remontan todos a la vez, y después cada uno se lleva el suyo a su casa de recuerdo.

Historia

"El Programa de Verano es mucho más que una colonia de vacaciones", agrega Loiseau. "Las más de 30 hectáreas de la Universidad Nacional de Lanús se convierten en un espacio de aprendizaje a cielo abierto para chicos y chicas de 5 a 12 años, que disfrutan del campus de la Universidad, a la vez que trabajamos con ellos en la difusión de la Convención Internacional de los Derechos del Niño".

Un equipo compuesto por profesores de educación física y ayudantes contratados específicamente para este programa se encarga de coordinar las actividades, organizándolos por grupos etarios.

Cada día, participan en tres talleres dictados por profesores y especialistas en diversas áreas: desde deportes como taekwondo y ajedrez, hasta actividades musicales, plásticas y de percusión. También hay talleres de iniciación en oficios como jardinería, carpintería, plomería y mecánica, así como actividades de iniciación deportiva.

En el ajedrez, el ejemplo paradigmático es el de Ezequiel Lamboglia, un pibe de veinte años, oriundo del barrio El Sapito, que aprendió a jugar allí y comenzó una carrera como ajedrecista. Lamboglia sigue doblemente vinculado a la Universidad Nacional de Lanús, como estudiante de la licenciatura en Economía y como profe de ajedrez, en el mismo taller donde el conoció el juego.

El caso de Ezequiel inspira a otros, entre ellos a Geraldine Peralta, que tiene 15 años y  actualmente acompaña a los chicos en su condición de ayudante del Comedor Madres de Villa Caraza. Para ella, el programa de la Universidad Nacional de Lanús no es algo nuevo, ya que asistió a él todos los veranos de su infancia, entre los 5 y los 13 años. 

“Desde muy chica aprendí a jugar ajedrez acá y me encantó. A tal punto que pude participar en varios torneos y seguir aprendiendo gracias a la universidad. Hoy me toca acompañar a 30 chicos y me encanta ver cómo disfrutan todo y lo bien que la pasan", dice en referencia a los años que pasó, verano a verano, en el campus. 

"Me encantaría seguir viniendo, y desde la Universidad me dicen que quizás cuando tenga 18 pueda ser profe de ajedrez. Para mí, realmente sería un sueño porque también me gustaría ver si puedo seguir estudiando una carrera acá”, asegura.

“No concebimos enero sin el programa, ni el año sin tener articulación con instituciones barriales. El 100 por ciento de los que trabajamos en las diferentes áreas de la universiada estamos comprometidos con el proyecto institucional, con los valores y con lo que difundimos desde nuestra institución”, concluyó Loiseau. 

El Programa de Verano nació en 2000, impulsado por la rectora emérita Ana Jaramillo, y desde entonces ha sido una herramienta fundamental de inclusión social y educación en Lanús, continuada con idéntico compromiso por su sucesor, el actual rector Daniel Bozzani.