En su 17ª encuesta anual a periodistas especializados, el portal El Intruso destacó a los mejores músicos y discos de jazz del país. La categoría Mejor Sello Discográfico fue para Blue Art Records (por segundo año consecutivo), y hubo dos distinciones más, relacionadas con Blue Art: el disco Perecedero, de Nataniel Edelman Trío, fue segundo en la categoría Álbum del Año; y el contrabajista rosarino Fermín Suárez, que integra el catálogo del sello local, fue elegido Músico Revelación. “No es algo que uno espere y está bueno, porque indica que alguien escucha la música que uno hace; aun cuando sea medio raro ser músico revelación, uno viene haciendo música desde hace tiempo (risas)”, explica Fermín Suárez a Rosario/12.
Si bien con un pie en Rosario, Suárez se mudó hace poco a Buenos Aires: “Ya generé vínculos y está interesante, porque es también recíproco, es gente a la que le parece copado lo que yo hago y está bueno lo que se genera. Estoy buscando la posibilidad de moverme y de trabajar un poco de manera más independiente; pero soy un fundamentalista de Rosario, toco un montón allá y lo voy a seguir haciendo con mis proyectos. Soy un fan de la escena de Rosario, lo que pasa ahí no pasa en ningún lado”.
-¿Cómo llegaste al jazz?
-En mi caso, la música siempre estuvo dando vueltas. Mi viejo (Mariano Suárez) toca la trompeta, mi tío (Luis Suárez) el saxo; siempre hubo música. Yo arranqué tocando guitarra en bandas de rock y de punk, algo que todavía escucho y me gusta, pero lo que me empezó a atraer del jazz fue la interacción, el intercambio con el otro, la improvisación. El jazz es un diálogo, es eso. Entré desde un sector quizás más radical, por el lado de Ornette Coleman y Don Cherry; pero después se fue dando a partir de situaciones de trabajo. Ingresé a estudiar Composición en la UNR y me hice amigo del baterista Alex Reiner, con quien toco hasta el día de hoy. Él ya estaba tocando con mucha gente, y juntos hicimos el curso de jazz de la Escuela Municipal. En determinado momento, alguien no podía agarrar una fecha y terminé tocando yo; y así me pasó de comenzar a tocar con gente a la que ya venía escuchando, como Rocío Giménez López y Emanuel Marquiore. En su momento, la pianista Andrea Roberts, que ahora vive en Estados Unidos, fue otro vínculo muy valioso para mí. Tocando, aprendiendo, exponiéndome; es la forma cómo van sucediendo y apareciendo las cosas. Alguien te escucha y te recomienda.
-Uno te ha escuchado con varios músicos, como Rocío Giménez López o Pablo Socolsky; la diversidad debe llevarte a atender las distintas posibilidades de ese diálogo que es el jazz.
-Eso es lo más interesante. Vengo de una cultura de bandas y de sostener agrupaciones, y siento que en el jazz está esto también, y está buenísimo. Me pasa de tocar con quienes te entendés mejor y también con otra gente que toca más sola. Pero a veces son también momentos o días, como en un partido de futbol, en donde hay veces donde todo funciona y otras no tanto. De todos modos, en la música eso no quiere decir que pase algo malo, sino que será distinto. A lo mejor, ese día te agarraste la mano con la puerta y no tenés todos los dedos bien, y hay que resolver por otro lado. Pero incluso cuando la situación no es la ideal, pueden pasar cosas buenas; estoy pensando en el disco de Keith Jarret, The Köln Concert, donde él la pasó súper mal porque el piano era un desastre pero la grabación quedo buenísima, y lo que toca él también.
-Y destacan tus proyectos personales, como Luego un río (con Alex Reiner y Mariano Suárez).
-Lo que más me copa y de lo que me siento más orgulloso, es del arco dramático que significa tener un grupo propio, donde ir conociéndose y explorar las posibilidades, como sucede con Luego un río, donde siento que, más allá del primer disco, la capacidad de exploración está, y estamos todavía buscando el sonido. Lo interesante es que estamos en una exploración más tímbrica, por las características de los instrumentos y de lo que tocamos. Cuando nos empezamos a juntar, cada uno llevó los temas que tenía, pero ahora, lo que me gustaría hacer es escribir para el grupo, porque tengo un poco más en la cabeza cómo sonaría o cómo querría que funcione.
-¿Y La Rompiente?
-La Rompiente es una especie de ensamble de tango, medio punk y medio noise, que ya viene funcionando desde hace un tiempo. Tenemos un material de una sesión en vivo, que grabamos con Croto Visión, un grupo de video experimental, que quedó muy bueno. El sonido lo hizo Martín Actis, en una situación que quizás no fue la ideal pero quedó muy bien. Escribí varias de las canciones y estamos viendo cómo sacarlo. Y tengo también el trío Cyber Cyber, con un saxofonista de Rosario, Camilo Salvatierra, y un baterista de Buenos Aires, Mariano Moreira; es un trío más colemaniano, con una música intensa y enérgica, nos llevamos muy bien y me encanta tocar con ellos.
Contento y agradecido con la distinción recibida, porque “hay quienes escuchan lo que uno hace, y eso es lo importante”, Fermín Suárez dice estar “entusiasmado con el porvenir”, y agrega: “Estoy siempre haciendo asociaciones nuevas, pero con mis tres proyectos -Luego un río, La Rompiente, Cyber Cyber-, siento que ya tengo bastante para hacer”.