Punta del Este, la costa uruguaya siempre de moda entre la alta sociedad, es otra de las postales que muestran cómo Javier Milei borró del mapa a su padrino político, Mauricio Macri. Lo que otrora era territorio amarillo, quedó casi virgen de dirigentes del PRO y se plagó de garrochistas con ganas de hacerse libertarios. En paralelo, hasta la burguesía clásica conservadora fue sucedida por una nueva generación de ceos, en su mayoría tecnológicos, más ostentosos y menos cuidadosos. La foto es devastadora para el macrismo, por la velocidad del viraje político. Una escena en la que ha quedado sólo un personaje transversal, que jugó con todos los gobiernos y hoy es una especie de patriarca de la nueva movida: el ex ministro menemista y mega empresario multi propósito José Luis Manzano.
"No hay clase política, está disminuida, ¿cómo va a sobrevivir el PRO?", dijo a PáginaI12 un ceo relevante que aún pone los pies en la arena y paga el champagne a dólar regalado en restaurantes de ultra lujo. Es que por José Ignacio circularon durante enero unos pocos dirigentes amarillos: se vio a Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos, rendido, según las fuentes, a la ideología libertaria; el ex ministro de Industria PRO, Francisco "Pancho" Cabrera; y dos cuadros con intereses distintos. Uno, Guillermo Dietrich, el único que sostiene el macrismo como identidad plena y es el hombre con quien Macri quiere operar la hidrovía. El segundo, Nicolás Dujovne, el exministro que tomó la deuda con el FMI y ahora recauda millones asesorando a clientes.
En una charla entre empresarios, de la que participó un dirigente del PRO, se comentó una encuesta reciente en la que a la gente se le pregunta ¿qué es el partido de Macri, cómo lo ven? Siete de diez contestaron que "desapareció" o "es parte de la La Libertad Avanza". Eso es lo que piensan los nuevos ceos del Este.
La imagen del vacío sorprende, porque no sólo no había dirigentes PRO en la cantidad habitual, sino tampoco nadie con vinculación directa con Milei. Es dificil de explicar, pero el manejo del poder del Gobierno logró una especie de reemplazo de la representación político-partidaria sin presencia física. Un traslado de la militancia de la idea libertaria a manos de empresarios. Es, quizás, lo más revolucionario de Milei: el fin de la conducción personalista de Macri, un espacio que se cubrió dándoles a los hombres de negocios, sin la menor vergüenza, todo lo que piden. Aunque eso sea en detrimento de la mayoría de la sociedad.
El establishment cambia de piel
Hace unos años, mandaban en el territorio esteño Daniel Funes de Rioja (UIA), que solía invitar a los popes, entre ellos el jefe de la Bolsa, Adelmo Gabbi, a navegar en su barco por la costa uruguaya. También Santiago Soldatti, de Comercial del Plata y Alejandro Roemmers, que estuvo unos días e intenta, aún, sostenerse dentro de los influyentes. Lejos quedaron aquellas fiestas de Cristiano Rattazzi en la disco Tequila. Hoy, el ex FIAT es una figura lateral que, quizás, es la mejor personificación del nuevo escenario: fiscalizó elecciones para Macri y hoy milita a Milei.
Se lo vio, como una figura secundaria, en la celebración que realizó Manzano en su restaurante La Gurisa -ubicado en el noroeste de Punta del Este-, donde presentó una línea de aceites de oliva. Allí estuvieron, también, el banquero Jorge Brito, el petrolero Alejandro Bulgheroni y Alejandro Mac Farlane, el dueño de Camuzzi Gas, ultra alineado con Milei. En esa comida hubo elogios masivos al Presidente, elogios a la desaceleración de la inflación, pero dos preocupaciones: una, el encarecimiento en dólares de los costos empresarios y, sobre todo, que este sistema económico de dólar intervenido no va a funcionar si no se hace una reforma tributaria profunda. "Vamos hacia eso", se entusiasmaron.
Manzano, por su parte, hábil para el diagnóstico, les dijo a los comensales que hay "fortaleza" política en el Gobierno, y que eso es "lo que le faltó a Mauricio". Vale decir que el ex ministro de Menem tiene intereses en varios negocios futuros con el Estado: uno de ellos, la posible adquisición de la distribuidora de gas Metrogas.
Los dueños y la ostentación
Los que mandan, hoy, en José Ignacio son los unicornios tecnológicos. Marcos Galperín, de Mercado Libre, vive en el Uruguay y no confía tanto en Milei como para volver a Argentina, pero fue visto en la fiesta que armó, en su casa, otro de los gigantes de la cámara Endeavor: la referencia es para Guibert Englebienee, de Globant, uno de los más consustanciados con las ideas libertarias y quien más expresó que "el país se va para arriba".
Ellos son las cabezas visibles del movimiento de la burguesía libertaria. Un viejo lobo de mar del establishment avisó a este diario que "empieza a haber nuevos ricos, jóvenes que se dedican a ese negocio, que andan con coches muy ostentosos, algo que nunca fue el estilo de acá".
En terreno unicornio destacaron algunos mitines, donde coincidieron también Martín Migoya, de Globant, y el dueño de Ualá, Pierpaolo Barbieri. Uno fue el cumpleaños de "Nacho" Viale, el nieto de la diva de los almuerzos, que el 2 de enero armó una fiesta en su casa. Una mansión lindante con la de Galperín, que también fue invitado. Todos ellos se hicieron ver, además, en la zona de La Huella y Mostrador Santa Teresita, el restó de chef Fernando Trocca. Las tertulias son odas al individualismo y a la idea de que emprendiendo, en soledad, una persona puede hacerse el futuro. Una historia diferente a la de ellos mismos, que se hicieron grandes con importantes erogaciones y subsidios del Estado.
"El parque automotor es grosero, son los ´90 esto", se sinceró ante este diario otro empresario que se movió por otras locaciones, como los barrios cerrados Pinar del Faro y Luz de Mar, zona que frecuenta el poder. La referencia a los coches es porque la nueva gama de empresarios se volvió a mover en Ferraris, Lamborghini y autos clásicos carísimos. "Acá hay guita, pero ahora volvió la ostentación", concluyó el mismo ceo.
En Baires, los ceos hablan con Petri
Hay cosas particulares en la interacción del Gobierno con los empresarios entre los que se quedaron en enero en Buenos Aires. Es un secreto a voces que el que más se ve con ceos es el ministro de Defensa, Luis Petri.
El desfile por su despacho tiene que ver con todo menos con las áreas que le tocan. Salvo en un caso: se reúne de manera insistente con productores de armamento de origen extranjero de todo el mundo, casi como un ministro de guerra de un país en conflicto bélico. Inédito. El último reporte lo muestra en un encuentro con el ceo de Ammotec, la firma italiana que depende de Beretta y es la mayor fabricante de municiones de Europa. El que le acerca a estos actores es un importante vendedor del rubro de nacionalidad argentina. El resto de los encuentros de Petri, frivolidades: un desfile de politólogos, consultores, encuestadores y empresarios varios.
Uno de los habitués, que incluso estuvo a principios de enero, fue el histórico Carlos Spadone, el ceo de bodegas San Huberto y uno de los empresarios emblema del menemismo. Hombre cultor de las relaciones con China. Pero el ministro encargado de la defensa también ve empresarios amigos con los que habló de negocios. La cuestión afectiva con su origen mendocino tira: charló largo, en la última semana, con Mario Leiva, el presidente de la Sociedad Rural de Valle de Uco; y con José Luis Alonso, el ceo de Mirgor, la empresa de "Nicky" Caputo. Otro amigo de Macri que parece ir soltando, de poco, los tonos amarillos.