En el escenario de las relaciones internacionales se reconoce a la diplomacia vaticana por sus buenos oficios y un estilo basado en la discreción absoluta y la constancia en los propósitos más allá de las dificultades que se presenten. Lo dijo el Papa en su encuentro con los embajadores acreditados ante la Santa Sede al comenzar este año. La diplomacia, sostuvo Jorge Bergoglio, se basa en el diálogo, así sea con interlocutores "incómodos" e incluso con aquellos a los que, en determinadas ocasiones, alguien puede no considerar "legítimos".
Atendiendo a estos criterios el Vaticano insiste y persiste en sus propósitos y en gestiones silenciosas corriendo, en más de una ocasión, el riesgo de fracasos que, en el caso de que ocurran, se mitigan en sus efectos negativos debido a las reservas impuestas en la gestión. Para ejemplo están a la vista los reiterados intentos de Roma, hasta hoy infructuosos si bien aun continúan, por acercar a las partes en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Ahora, de manera similar a lo ocurrido en 2014 cuando Estados Unidos y Cuba restablecieron relaciones diplomáticas, el papa Francisco y detrás suyo todo el aparato diplomático de la Santa Sede, hicieron las veces de "facilitadores" para que, por una parte, Estados Unidos excluyera a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo y, por otra, el gobierno de la isla caribeña anunciara la "liberación gradual" de presos cubanos.
Las decisiones anunciadas de forma simultánea utilizando además el marco del Año Santo del Jubileo, que para la Iglesia es tiempo de perdón y reconciliación, son el fruto de una laboriosa y prolongada tarea de facilitación del diálogo con la mediación vaticana que implicó interminables diálogos, siempre reservados y sigilosos, con representantes de ambos gobiernos, pero también contactos del máximo nivel de Jorge Bergoglio con los presidentes de los dos países.
Fuentes gubernamentales norteamericanas citadas por agencias internacionales de noticias aseguran que "la Iglesia Católica y el Vaticano han desempeñado un papel constante y consistente en el diálogo con Cuba y en mantenernos informados de las posibles acciones que Cuba emprenderá". Los mismos informantes aseguraron que el presidente Biden "habló recientemente con el Papa Francisco sobre una variedad de temas y, por lo tanto, tenemos confianza en la fuerza del diálogo que la Iglesia Católica ha tenido con Cuba sobre estos temas".
Por su parte el ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba dijo oficialmente que "como parte de las estrechas y fluidas relaciones con el Estado Vaticano, el gobierno de Cuba se ha mantenido en comunicación con el Papa Francisco y con sus representantes y, como en el pasado, ha informado a Su Santidad sobre procesos de revisión y excarcelación de personas privadas de libertad, práctica que es común en nuestro sistema de justicia y que ha caracterizado la trayectoria humanitaria de la Revolución". En una carta dirigida al Papa en los primeros días de enero el presidente cubano Miguel Díaz-Canel comunicó la decisión de su gobierno de "beneficiar con el otorgamiento de libertad a 553 personas sancionadas en debido proceso por delitos diversos".
El anuncio se produjo en coincidencia con el de la administración estadounidense de Joe Biden confirmando que retiraría a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, en la que figuran países como Corea del Norte, Irán y Siria. La última ocasión en la que Cuba fue incluida en la lista fue el 12 de enero de 2021 en los días finales del mandato de Donald Trump, quien reasumirá la presidencia norteamericana el próximo lunes.
Fue el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, el encargado de señalar que "es significativo que las autoridades de La Habana hayan relacionado directamente esta decisión con el llamamiento del Papa Francisco, que en la Bula de Indicción del Jubileo y luego en varias otras ocasiones, pidió gestos de clemencia como ha sucedido tantas veces durante el Año Santo" declarado por la Iglesia Católica en 2025.
Y hablando en París en la misma ocasión el propio Parolin, un portavoz extremadamente confiable dado el sitial que ocupa en la Santa Sede, recordó que "el año 2024 se había cerrado con la conmutación por parte del presidente de los Estados Unidos de decenas de penas de muerte en cadenas perpetuas", dejando en claro la estrategia del Vaticano hacia ambos países.
El gobierno cubano no ha ocultado su reconocimiento por los buenos oficios diplomáticos de la Santa Sede hasta el punto de que en su declaración el Ministerio de Relaciones Exteriores subrayó que "mantenemos con el Vaticano y el Sumo Pontífice una relación respetuosa, franca y constructiva, lo que facilita decisiones como la recién tomada" en directa alusión a la liberación de presos.
Una prueba de fuego para la diplomacia vaticana sobrevendrá de manera inmediata cuando, tras la asunción de Trump, quien se haga cargo de la Secretaria de Estado sea Marcos Rubio, el senador republicano por Florida y acérrimo de enemigo del gobierno de Cuba. Durante su audiencia de confirmación en el Senado y poco después de que Biden sacara a Cuba de la lista de estados acusados de patrocinar el terrorismo, Rubio afirmó que "nada de lo que la administración Biden haya acordado en las últimas horas vincula a la próxima administración", dejando abierta la puerta para una vuelta atrás del levantamiento de sanciones contra Cuba.