“Hay investigaciones que demuestran que cada vez más gente se entera de las noticias por los memes antes que por los portales de noticias o los medios de comunicación masiva. Es más, muchas veces, por no entender los memes, la gente recurre a las noticias”. La reflexión del investigador Damián Fraticelli no se desprende de un análisis sobre el papel del periodismo en el escenario tecnológico, sino de la producción del humor (“lo risible”, como lo denomina el autor) interactuando en el sistema de medios tradicionales y en los medios con base en Internet, y cómo lo cómico y sus fractales (la sátira o la burla) dominan el discurso político, qué papel jugaron durante las últimas elecciones presidenciales. En su reciente y novedoso libro El humor hipermediático. Una nueva era de la mediatización reidera, (que puede descargarse de forma gratuita en el sitio de editorial Teseo) Fraticelli aborda el humor como elemento capaz de iluminar los caminos de la política actual: “Hoy estamos viviendo un momento muy particular porque la burla se ha expandido de una manera inusitada en el discurso de todos los actores políticos, desde la militancia hasta el Presidente”, advierte.
–¿Cómo se define la burla en términos políticos?
–En la burla hay un sujeto que propone al resto reírse de un tercero, degradarlo sin ningún tipo de empatía. Se trata de un recurso muy poderoso del discurso político porque señala a alguien que no pertenece al propio colectivo para reírse de él y, en ese reírse, refuerza los lazos del propio colectivo. Este refuerzo se debe a que siempre se ponen en juego saberes en común, conocimientos compartidos. El que es burlado está rompiendo reglas de un cierto modo de ser, de actuar, de vestir, de comportarse que no es apropiado para el colectivo. Por eso merece ser degradado, atacado, burlado.
A fines del Siglo XIX, Bergson veía en la burla una forma de disciplinar aquellos que quiebran las reglas, pero esas reglas siempre pertenecen a una parroquia, a un grupo, y compartir esa risa demuestra que uno pertenece a ese grupo. La burla es parte de la vida social, porque uno pertenece realmente a un colectivo cuando puede reírse con otros de otro. Lo vemos en cualquier identidad colectiva, los de Boca se ríen de los de River y los de River de los de Boca, los libertarios de los kirchneristas, los kirchneristas de los libertarios.
- No es un género novedoso...
- Ya en la antigüedad la forma risible más expandida era la burla. Por eso en la Biblia la risa era punitoria, porque implicaba el castigo sobre otro. Con el proceso civilizatorio europeo, la burla se destierra de las instituciones. No se permite la burla en las escuelas, las bufonerías de las cortes desaparecen, lo mismo ocurre con las bromas en la realeza. No es parte de ser un hombre civilizado burlarse públicamente de las identidades subalternas. Pero esto no quiere decir que la burla no siguiera teniendo una muy saludable vida en la cultura popular y el ámbito privado. Hoy estamos viviendo un momento muy particular porque la burla se ha expandido de una manera inusitada en el discurso de todos los actores políticos, desde la militancia hasta el Presidente.
–Es que la burla propone un reduccionismo del burlado.
–Claro, ahí radica su potencia. La burla propone agredir a un tercero de una manera sintética, placentera y resguardada. Sintética porque no hay que explayarse en justificaciones. Es más, cuando más se explica lo risible, menos gracia causa. Brinda un placer ligado al desahogo del agredir, pero de una manera segura para quien agrede, porque, de alguna manera, está resguardado por el marco del “vale todo” de lo risible. Porque cuando se está en ese juego, el que agrede enseguida puede demandar al agredido que lo entienda, que se trata de un chiste nada más, que no debe ofenderse, que no va en serio. Aunque esto es cierto, la expansión de la burla sobre ciertos colectivos a veces puede implicar formas de violencia física sobre ellos. Existen un gran número de investigaciones en distintos países que demuestran esto: el caso más estudiado fue el de la burla que se realizaba sobre la comunidad judía previamente a que el nazismo llegara al poder.
–¿Hoy la burla surge del mismo poder?
–Sí, y esa es hoy una gran novedad que estamos viviendo: la burla descarnada sobre el oponente político es parte de la comunicación de figuras impensadas como la del Presidente y otros líderes políticos. Esta introducción no es un dato menor, sino que es un componente fundamental de una performance que se pretende con la facultad de desenmascarar al contrincante político de una manera que sorprenda y entretenga. Pareciera ser que insultando y burlándose del otro se buscara resaltar en el maremágnum de información cotidiana y conseguir, de esa forma, la propagación mediática.
–¿Qué papel cumplen las redes sociales en su propagación?
–Como decía antes, la burla fue fuertemente regulada por las instituciones modernas debido a su carga agresiva. Esa regulación fue constitutiva de los medios de comunicación masiva, porque también son instituciones modernas. Con las redes sociales, todos nos convertimos en medios de comunicación. Cada vez que abrimos una cuenta nos constituimos en un medio con capacidad de producir discursos que pueden alcanzar grandes escalas de distribución. Por supuesto, esa mediatización no es horizontal. Existen relaciones de poder, hay quienes tienen más seguidores que otros. El tuit del Presidente tendrá mucha más repercusión que la de un simple ciudadano. Pero una de las cualidades de lo reidero es su potencia de propagación. Es decir, un meme de un ciudadano puede tener una gran propagación por el simple hecho de que es gracioso. ¿Pero qué implica que sea gracioso? Que sorprenda y genere placer, pero, además, implica, muchas veces, una nueva manera de ratificar el mundo que ya consideramos como cierto. El mundo que creemos. Esto es fundamental para la política. El humor brinda marcos interpretativos, da razones para el debate, revela “verdades” con un gran poder de síntesis. Entonces, hoy en día, donde cotidianamente se debate sobre el hacer de los políticos, y la ciudadanía se ha integrado a ese debate gracias a las redes sociales, lo risible cumple un rol importante. Esto se revela de manera evidente en las campañas electorales.
–En tu reciente trabajo se analiza el uso del humor y la burla en la última elección presidencial. ¿Cómo nace ese estudio?
–Yo vengo estudiando desde hace varios años lo que llamo “el humor hipermediático”. Es decir, el humor que se genera en la interacción del sistema de medios masivos y los sistemas de medios con base en Internet. Y una de las razones por las que lo estudio es que se ha constituido en una especie de procesador de las noticias, con una fuerza inusitada para construir lo real en nuestras sociedades. Hay muchas investigaciones que demuestran que cada vez más gente se entera de las noticias por los memes antes que por los portales de noticias o los medios masivos. Es más, muchas veces, porque no entienden los memes, recurren a las noticias. Este procedimiento es novedoso. Hoy en el mismo momento que se produce un acontecimiento, se está produciendo humor y con regulaciones muy débiles, porque las plataformas censuran luego de la producción, si es que censuran y, si lo hacen, los internautas llevan esa publicación a otra plataforma que sí lo permita. Esto, en términos de la política, tiene múltiples consecuencias.
–¿Por ejemplo?
–Por un lado, hace que más gente participe en el debate público-político. Gente que antes no era convocada por el discurso político serio, ahora participa porque la política lo entretiene, lo divierte.
–Pero el humor no termina únicamente en la diversión…
–Claro que no. Porque cuando uno estudia la producción de las cuentas de humor político, advierte que el intercambio entre los que leen nunca queda en una simple risa, sino que casi siempre deriva en discusiones serias. Volviendo a los ejemplos, nuestras investigaciones, como la de otros colegas, demuestran que el humor se propaga mucho más que el discurso serio. Es decir, que una publicación política seria, va a ser leída por mucha menos gente que una risible. Y en esa publicación risible hay una propuesta de interpretar el mundo que es muy efectiva, porque ofrece parámetros simples para comprenderlo, genera placer y, además, ratifica los propios presupuestos e identidad política. Otra cuestión es que al compartir el humor político se está diciendo a los propios: “Yo soy igual a vos, pienso como vos, pertenezco a este espacio político”. Entonces, este humor político no es un simple divertimento, es un operador clave para comprender cómo se produce lo real en nuestras sociedades y por eso debemos conocer cómo opera y estudiarlo.
–¿Qué detectó en cuanto al humor en la última campaña electoral?
–En primer lugar la producción del humor hipermediático ha variado según las alianzas partidarias. En comparación, La Libertad Avanza incorporó el humor en sus comunicaciones de una manera muy temprana y aceitada. Establecieron flujos de comunicación de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba muy dinámicos, donde Milei podía hacer un spot de campaña que era sketch, y ese sketch era compartido por su militancia, y a su vez, Milei compartía memes hechos por su militancia potenciando la propagación y participación. Esa dinámica no surgió de un día para otro. Pensemos que Milei en 2019 apareció en una convención de otakus, de la mano de Lilia Lemoine, personificando a Ancap, un capitán anarco capitalista. Esto, que en su momento fue visto como una tontera, en realidad significó entrar en el juego de una maquinaria muy potente de las redes como es el llamado fandom. Los simpatizantes de Milei, se apropiaron del personaje que él les brindó e hicieron cómics, memes, simulaciones de videojuegos, etc., lo que activó una dinámica de producción colaborativa que ya para 2023 actuaba de una manera muy efectiva.
–¿Y Unión por la Patria?
–Empezó con ese tipo de juegos risibles luego de haber perdido en las PASO. Y nunca alcanzó la fluidez de La Libertad Avanza. Una gran diferencia la marcaron las acciones que llevaron la militancia de una y otra alianza. Las cuentas que producían humor de La Libertad Avanza produjeron mucho más acciones y, a su vez, los seguidores de esas cuentas pusieron muchos más likes y compartieron mucho más que las que apoyaron a Unión por la Patria, aunque Unión por la Patria tuvo un afluente de cuentas que fue mayor. Hubo muchas cuentas de humor que se sumaron a apoyarla, pero incluso así, no logró superar los números de La Libertad Avanza. Otra diferencia muy importante fue que la identidad de las cuentas que produjeron humor de La Libertad Avanza no tuvieron tensiones con su espacio político. Todo lo contrario ocurrió con Unión por la Patria: todas las cuentas risibles criticaban a Alberto Fernández y, una gran mayoría no apoyó a Sergio Massa en las PASO, y luego lo hicieron con cierta distancia. Esto, por supuesto, era detectado por sus seguidores y debilitaba la potencia persuasiva de sus memes.
–Algunos hablan de sátira más que de burla…
–Si uno compara la burla y la sátira, hubo más producción de burla por todas las fuerzas políticas. La burla es una degradación por propiedades que son planteadas como inherentes de aquel que es burlado, por ejemplo, Milei fue burlado por loco por quienes lo atacaban. La sátira, en cambio, implica una crítica a la moralidad del personaje: Massa fue satirizado por mentiroso. Si vemos esta diferencia, lo que nosotros encontramos fue que, en las elecciones, La Libertad Avanza produjo más sátira que Unión por la Patria. Sus memes generaron placer risible desde la crítica política: se señaló al peronismo y kirchnerismo como responsables de la decadencia argentina, se responsabilizó de la inflación a Massa, se lo trató a él y a Cristina de corruptos, a Alberto Fernández como inoperante, etc.
Una gran diferencia fue que en estos memes satíricos había un componente programático muy importante: para salir de la crisis hay que achicar al Estado, dolarizar, cerrar el Banco Central, hacer que el kirchnerismo se vaya para siempre. Ese componente programático no estuvo presente en los memes que apoyaban a Unión por la Patria. Cuando había sátira, era una propuesta defensiva, defender derechos que podían ser perdidos, pero no existía un programa a futuro, una propuesta de qué era lo que se iba a hacer para salir de la crisis.
Con la burla pasó algo similar. La Libertad Avanza fue, y es actualmente, muy clara en su burla. Es claro contra qué colectivos identitarios va: los kirchneristas, peronistas, progresistas, “villeros”, lesbianas, feministas. Esa claridad no estuvo en Unión por la Patria. El humor hipermediático de La Libertad Avanza ofrece un mundo ordenado: se sabe contra quién hay que ir y qué hay que hacer. Si retomamos lo que decíamos antes de la importancia que tiene el humor hipermediático, porque tiene una gran propagación, genera placer, sintetiza información y brinda herramientas de interpretación para los acontecimientos futuros, no podemos dejar de ver el rol fundamental que cumple en el mantenimiento del relato libertario. Y tampoco podemos dejar de ver la debilidad que tiene la oposición al no tener la capacidad aún de ofrecer algo semejante desde el humor.
–¿Esa conexión libertaria con el humor no tiene como fin la desinformación?
–Primero debemos tener en cuenta que cuando estamos en el juego del humor caen las reglas de lo serio, es decir, no tiene sentido preguntar si un chiste es verdadero o falso. Porque no es ni una cosa ni otra. No está dentro de su lógica. Lo reidero se despliega en la polisemia del sentido. Sin embargo, también es cierto que suele producir el efecto de que lo risible muestra la verdad. Desenmascara al político y muestra sus verdaderas intenciones. Lo risible muchas veces deconstruye el discurso del político y muestra sus estratagemas argumentativas. Pero, además, la burla y la sátira suelen ratificar el mundo tal cual lo concebimos de antemano. Se trata de un placer confirmatorio de presupuestos. Ahora bien, en esos presupuestos puede ocurrir que haya noticias falsas y la burla y la sátira lo que hacen es confirmar esa noticia falsa que está como base de su procedimiento risible. Por ejemplo, durante la campaña del 2023, se propagó un video donde se mostraba a Massa consumiendo cocaína. Se trataba de una edición de un video deepfake que había hecho un internauta supuestamente mostrando cómo podía engañarse con esa tecnología. La parte que se propagó fue la que mostraba a Massa consumiendo. A partir de la propagación de ese video, se multiplicaron los memes que tenían por presupuesto que Massa consumía cocaína y hasta una candidata a diputada de La Libertad Avanza compartió uno de esos memes cuando se dio el primer debate presidencial. Algo similar ocurre con los rumores, como el supuesto romance entre Milei y su hermana, del que se hicieron muchos memes durante la campaña. La diferencia entre una noticia falsa y estos procedimientos risibles es que, al ser incorporados como un presupuesto de su producción, suelen terminar cristalizándose en el sentido que se propaga en las redes, porque retorna una y otra vez, permanece presente en la memoria social.