El cadáver de una zíngara vestida para una boda yace dentro de un círculo hecho con sangre animal. Han taladrado su cabeza y colocado gusanos en su sien. Así es el inicio de La novia gitana (reciente estreno de Atresplayer). Y es apenas un aperitivo dentro de un policial apetitosamente podrido que tiene como gran comensal a la inspectora Elena Blanco (Nerea Barros). “Es un poco la antiprotagonista, tardas un poquito en quererla, te interesa pero tienes que entender dónde está el conflicto verdadero y su motor, sé que quieres estar en la serie porque te agarra desde muchísimos lugares”, asegura su protagonista entrevistada por Página/12. Los ocho episodios de su primera temporada fueron dirigidos por Paco Cabezas (Penny Dreadful, The Umbrella Academy, Merlina).

De pocas palabras, tozuda, perspicaz, estoica con fórceps, la inspectora no hace ni una mueca cuando se revela uno de los primeros giros La novia gitana. Puesto que lo del título en realidad debe duplicarse por dos. El mismo patrón homicida se había utilizado algunos años antes con una víctima que estaba conectada con la del presente. “Demasiada casualidad”, dice uno de los compañeros de Blanco sobre lo sucedido con la familia Macaya. Y si el final de las hermanas es tenebroso, la cosa se empantana aún más puesto que hay una tercera aún viva y por el crimen de la primera ya existe un condenado. Darío Grandinetti encarna a Miguel Vistas Pereyra, un sujeto que pone los pelos de punta a otros reclusos, pero asegura haber sido víctima de un complot. “El vínculo entre ellos es muy de Hannibal Lecter y Clarice, eso es notorio”, apunta Barros. Mientras que Miguel Ángel Sola encarna a un oficial retirado con Alzheimer y que lo único que parece recordar es lo vinculado al homicidio de Lara Macaya. No por nada, uno de los colegas en la brigada de Elena describe esta investigación como “un caso cargadito de mierda desde el principio”.

La entrega es una adaptación de la primera parte de la trilogía imaginada por ese fenómeno editorial llamado Carmen Mola. Jorge Díaz y Antonio Mercero, dos de los autores detrás de ese seudónimo, también son guionistas de La novia gitana. Otro de los puntales más evidentes de la propuesta están en el pulso que el director le imprimió a la puesta en escena. Se trata de un tono oscurísimo, que no pide permiso aunque sabe no regodearse en lo más repugnante del asunto. “Paco ha filmado mucho en los Estados Unidos. Ha heredado una factura que le calza a la perfección. Y luego es muy andaluz, por eso para él era importante que no se banalizara al pueblo gitano. Acá los actores gitanos son gitanos, y sus personajes tienen sus luces y sombras, como el resto. La novela es oscura y Paco lo ha sabido llevar estética y energéticamente, nivelando todo lo jodido que se narra”, acota Barros sobre el trabajo del director.

Bastante se ha dicho sobre el “galician noir” (Néboa, El sabor de las margaritas, Fariña) con su mezcla de localismo, folclore y misterios por descular. Sin embargo, La novia gitana, cuya trama sucede en Madrid, parece una hija bastarda de Se7en y True Detective. Está ese afán de tomar las claves del género policial (la pelea entre divisiones, “entregar la placa”, el forense glacial, por mencionar algunos) para adentrarse en el caso y el pesar de Blanco en paralelo. También aparece un claro nexo con la local El jardín de bronce, por lo referido a la desaparición de niños, las notas autorales y cómo cada investigación impacta en su protagonista. “Es muy cirujana día a día, sigue cada caso con un dolor gigante, y no puede ni oler. Se sostiene porque cree que su hijo está vivo. Así que esta es una tía con una energía de superioridad. Eso la ayuda a mantenerse en pie”, explica la intérprete gallega que en marzo comenzará a rodar el final de este policial co la adaptación de La nena.

-Usted ha dicho que su personaje posee “una inteligencia felina que no se lleva bien con las emociones”. ¿Ha ido mutando esa cualidad?, ¿es traicionera como los gatos o todo lo contrario?

Nerea Barros: - Si fuera el típico tío trastornado cuadraría perfecto, pero es mujer en un rollo bien de hombres. Es muy gato, se mueve como un gato, y hasta que no tienes un gato no los quieres. Yo tengo tres. Elena tiene muy pocas cosas de mi persona, salvo ese rollo gatuno. Un gato nunca te va a mostrar su tristeza, te va a mostrar su destreza superlativa. Nunca los ves venir, y cuando los ves ya te han guillotinado.

-Elena a su vez es muy escueta con sus expresiones. ¿hHy alguna frase que la define?

N.B.: -“Entendido” y “estamos”. Me gusta eso que repite por que por lo bajo te está diciendo “y si no te reviento”. Para ella no hay cabida más que ir al hueso y seguir adelante.

-También dice “hacemos bien lo que otros hacen mal” para referirse a su trabajo dentro de la brigada. Es paradójico porque esa cualidad se irá empantanando con cada episodio…

N.B.: -Por supuesto. Los primeros tres episodios te presentan toda una idiosincrasia, estamos hablando de pueblo gitano, de crimen, de la institución policial con sus rutinas y creencias. Empieza clásica y se empantana mal. Por debajo de todo esto hay algo muy real, desde lo macro de la brigada hasta lo que le pasa a Elena. Ella forma parte de un grupo de élite, y aunque muchos no lo sepan perdió a su hijo, y eso es el motor de todo siempre. Aguanta, aguanta y aguanta hasta que es una bomba gigante. Y en la segunda temporada esto se va a nublar todavía más.

- ¿Cómo repercuten los tres títulos de las novelas sobre Elena Blanco en sí?

N.B-: Yo empecé muy cagada, pero no podía mostrarlo. La novia gitana vendió no sé cuántos millones de ejemplares en España y todo el mundo. Y, claro, cuando se supo que yo iba a interpretarla, los que no habían leído el libro iban de “ala, ésta que no es gitana quiere hacer de una”. Y además cada lector tenía su propia imagen del personaje. Para componerla yo salía de casa con el pantalón, las botas y la chupa, porque necesitaba tener esa cosa empaquetada que no es mía. Pasas por muchas cosas con Elena, sin tener ni una sonrisa o un chascarrillo. Todo en ella sale por los ojos y los poros. Es cierto, ella es una niña como Susana Macaya, toma a la víctima como si fuese su propio hijo, toma a esa madre como si fuese la suya. En la segunda novela La red púrpura, bueno, se mete en todo el fregado. Ella es ese fregado. Ingresa en el lugar más horrible y escabroso del ser humano. En La nena será la más diferente en su evolución. Después de lo que ha pasado en La red púrpura, Elena Blanco ya no puede ser la misma.

Programados

* La hipertensión narrativa de Hernán Casciari llegará a Disney+ el próximo 24 de enero con el estreno de El mejor infarto de mi vida. La serie está basada en el libro epónimo del autor y cuenta con Alan Sabbagh como alterego del escritor mercedino. Dentro del elenco se destacan Olivia Molina, Rogelio Gracia, Romina Peluffo, más las participaciones de Imanol Arias, Rita Cortese y Eleonora Wexler. La comedia narra la experiencia de un escritor desafortunado que tiene un infarto en una casa de alquiler temporaria y de allí a tener un bestseller literario y existencial.

* AXN renueva su grilla esta semana con nuevas temporadas de S.W.A.T. (martes a las 22), NCIS: Criminología naval (miércoles a las 22), Alert (jueves a las 22) y Bright Minds (jueves a las 23). El pelotón de acción y policial tambien tendrá su cuota gala con Master Crimes (martes a las 23), un procedural ambientado en París, protagonizado por una dupla femenina con perspectivas diferentes sobre su faena. Por un lado, aparece Louise Arbus (Muriel Robin), una excéntrica profesora de psico-criminología de la universidad de la Sorbona. Por otra parte, está Barbara Delandre (Anne Le Nen), una estricta capitana de policía con un enfoque metódico que prioriza el cumplimiento de las reglas. A lo largo de seis capítulos, la serie presenta casos intrigantes que desafían al equipo en todos los niveles. Y no digas sí, di oui. 

* Otra de Disney+. El próximo miércoles estrenará la miniserie Fight Night. Basada en hechos reales, y con el telón de fondo de la vuelta de Muhammad Ali a los cuadriláteros en 1970, sigue un robo que alteró la vida de varios involucrados. Con golpes en el ring y dentro de los códigos del género heist, quien aparece como máximo sospechoso es Chicken Man (Kevin Hart). El protagonista debe convencer al detective J.D. Hudson (Don Cheadle) de su inocencia. Samuel L. Jackson, Taraji P. Henson, Terrence Howard y Chloe Bailey completan el elenco.

El personaje

Dr. Frank Langdon de The Pitt (Patrick Ball). Uno de los médicos residentes del hospital de Pittsburgh. En la ciudad del acero, no hay galeno más filoso que este sujeto que se sobrepuso a una mala praxis en su espalda. Tan bueno con los residentes e hiperpragmático con los moribundos, resulta el hijo que nunca tuvieron Meredith Grey y Gregory House