Si es que no se lo atrasa una semana y pasa al 30 de enero, a eso de las ocho de la noche de este miércoles, AFA cerrará el mercado de pases de verano. Y le bajará la bandera de llegada a una carrera desenfrenada que Boca y River corrieron para armar los planteles que, a partir del 15 de junio, disputarán el Mundial de Clubes en los Estados Unidos. Los dos gigantes del fútbol argentino asumirán ese compromiso en condiciones particulares: acaso por primera vez en mucho tiempo, jugarán un campeonato sin ser los máximos candidatos para ganarlo. En la previa, Real Madrid, Bayern Munich, Manchester City e Inter aparecen por ahora, encima de las pretensiones boquenses y riverplatenses. Después, se verá lo que sucede sobre el verde césped.

Pero no fue solo eso lo que condimentó un libro de pases tan especial: el dolar barato (o el peso sobrevaluado) posibilitó operaciones que en otro contexto, ni siquiera se hubieran pensado. Y la primera demostración de poder del inversor Foster Gillett como socio estratégico de Estudiantes de La Plata, apuró a Boca y a River a cerrar algunos pases por más dinero del que hubieran querido.

La ejecución de cláusula de rescisión por quince millones de dólares que Boca le había fijado a Cristian Medina fue una seria advertencia de que Estudiantes está dispuesto a cambiarle la cara al fútbol argentino. Aunque no pudo traer desde los Estados Unidos a Alan Velasco y a Sebastián Driussi, las interferencias que hizo Gillett hizo en nombre del presidente Juan Sebastián Verón elevaron la cotización de los dos pases y obligaron a Boca y a River a transferir bastante más dólares de los que habían presupuestado. Tal vez otras hubieran sido las decisiones si el Mundial de Clubes no estuviera en la agenda.

Por eso tambien, River fue a más y se atrevió a repatriar desde Europa a Gonzalo Montiel y Lucas Martínez Quarta. Dos nombres que suenan gratos a los oídos de sus hinchas pero que no atraviesan su mejor momento. De hecho, Montiel nunca pudo afirmarse en Sevilla y Nottingham Forest y Martínez Quarta había dejado de ser titular en la Fiorentina. Desde Brasil llegó Giuliano Galoppo que estaba relegado en San Pablo luego de que el año pasado sufriera dos operaciones serias en su rodilla izquierda. Y después de un año de impasse en Estudiantes, a sus 39 años Enzo Pérez también emprendió el camino de retorno. Aun a sabiendas de que el físico ya no le da para jugar todo el partido todos los partidos.

Boca tampoco dejó de mirar a Europa y a los Estados Unidos. Apostó al vasco Ander Herrera. Más por pasado que por su presente como jugador de elite a los 35 años. Pasó por Dallas y por Santiago de Chile en busca de los talentos frescos de Alan Velasco y Carlos Palacios e hizo escala en Brasil para comprar a Rodrigo Battaglia y casi seguro, a Agustín Marchesin. Las oportunidades del mercado y los dolares copiosos y baratos llenaron los dos planteles de nombres de peso. Quizás esa jerarquía alcance para hacer diferencia en el plano local. La Copa Libertadores y el Mundial de Clubes seguramente serán otra historia.