“Aunque animales cosmonautas como la perra soviética Laika o el chimpancé estadounidense Ham son reconocidos por la cultura popular e incluso han sido homenajeados con monumentos conmemorativos, muy pocas personas saben que una gata viajó al espacio el 18 de octubre de 1963. Pues, ya es momento de que la astrofelina tenga la estatua que se merece”, decreta el creativo publicitario Matthew Serge Guy, que tras descubrir la historia de Félicette –primera y única minina en experimentar la ingravidez del espacio–, ha comenzado una campaña para que obtenga el tardío reconocimiento que durante décadas le ha sido negado. Y sí que lo tiene merecido... Finalmente, rescatada de las calles parisinas por el Programa Espacial Francés, entrenó la callejera gatuna con otros 13 peludos compañeros, pero acabó siendo la elegida por su temple tranquilo, el más adecuado para la ardua travesía. “Al parecer la eligieron a ella por su naturaleza calma, aunque otros reportes indican que habría sido porque los gatitos restantes habían engordado demasiado”, cuenta el muchacho Guy. Cualquiera haya sido la razón, subió Félicette al cohete Véronique AG1 aquel 18 de octubre, en el pueblo argelino Hammaguir, desde donde fue lanzado, alcanzando una altura de 157 kilómetros. El vuelo fue corto, apenas 5 minutos de ingravidez para la felina, antes de caer su cápsula en paracaídas. Ya en la Tierra, el equipo de recuperación quedó gratamente sorprendido: Félicette había sobrevivido. Aunque, sin pompas, le sobrevino triste destino: la confinaron tres meses al laboratorio para estudiarla post-travesía, y luego fue sacrificada para examinar los chips que habían sido plantados en su cerebro. “De todas las historias de animales espaciales, esta es la única que ha sido distorsionada con el correr de los años. A punto tal que algunas personas creen que no fue Félicette sino un gato macho, Felix, el que completó la hazaña”, se indigna MSG, encomendado a la misión de aclarar el equívoco “a lo grande”. O sea, con una campaña crowdfunding en la que invita a que anónimos colaboren con la justa causa depositando dinero en el sitio Kickstarter. El fin: alcanzar las pretendidas 17 mil libras esterlinas para fichar a la escultora Gill Parker, especialista en figurines animalados de bronce, y a asegurar un rincón de París para instalar la venidera estatua de Félicette. Y que todos rindan loas a la gatita heroína.