¿Cuántos sentidos se pueden encontrar en una barra? El estilo de Blue One pone a prueba el grado de entrenamiento del que escucha una batalla escrita. México es tal vez el país de habla hispana con mayor tradición en la disciplina, y el oriundo de Rosarito, ciudad vecina de Tijuana, es hoy uno de sus mejores exponentes.
En la Argentina existe una tradición, pero la masividad de estos eventos es un fenómeno que tiene apenas un par de años, en sintonía con el relanzamiento de Liga Bazooka. La gran mayoría de los oídos todavía están en fase de entrenamiento. Así y todo, la presentación de Blue One en marzo del año pasado en el Luna Park dejó la sensación casi unánime de que le había ganado con claridad a Chili Parker: el mexicano de poco ataque y mucho ingenio había prevalecido por sobre el competidor más sangriento del marco local, en una batalla donde lo que estaba en disputa parecía ser más que una lista de buenas rimas.
Después de ese contrapunto exitoso, Blue One volvió a Buenos Aires meses después para competir con Stuart, en un enfrentamiento de perfiles mucho más parejos. "Esa batalla con Stuart me costó un poco escribirla", confiesa el mexicano. "Más que con Chili, porque siento que la gente quería que fuera a decirle puras cosas que le quedaran a él, y en ese sentido no me parece una persona tan criticable. Ahí es donde pones a prueba el ingenio."
En esa oportunidad, ante un Movistar Arena repleto, a Blue One lo asaltó su mayor miedo: olvidarse de su propia letra, tal como le había pasado contra Aczino en su tierra natal. Fue en el tercer round y, acorde con su ortodoxia, prefirió no seguir antes que ir a buscar la letra en su celular. "Para mí eso no cuenta", explica el mexicano. "No quiero decir qué reglas seguir porque en esto no hay reglas, pero desde que veo batallas escritas jamás vi que eso se hiciera. Dentro de mis códigos como batallador, jamás vería el celular ni dejaría que me dijeran las barras, porque si me ahogué, me ahogué. Tal vez la gente preferiría escuchar el material aunque me lo digan, pero a mí personalmente se me hace inaceptable. Si mi oponente lo hace, yo diría que perdió."
Por delivery y elaboración, esquemas y juegos de palabras, Blue One es representante fiel de una tradición. Se autoproclama el "rey de las gun bars", por cómo imagina escenarios con armas invisibles. Todo lo contrario a lo que se vio en Ecko versus Nacho en la última Bazooka. Sus batallas transcurren primero en tiempo real, y después en diferido, donde se pueden encontrar sentidos solapados en muchas de sus construcciones. "Mis batallas envejecen mucho mejor que las de muchos –avisa–. Con el tiempo, si les vas poniendo más atención y vas encontrando más cosas, puede que hasta te cambie la perspectiva de quién creías que ganó la batalla realmente. Y si ya pensabas que la había ganado, podrás ver que la gané por un margen más amplio."
- ¿Cuánto regocijo hay en esa complejidad?
- No hago mis batallas para eso. Por ejemplo, con Chili alguna gente criticaba que yo me había querido hacer el ingenioso. Para nada. Para mí es tan importante ganar en vivo como ganar en el video. También me gusta que me griten y hago todas mis barras teniendo en mente que se van a entender. Busco una manera compleja de hacer algo entendible, creo que no se entiende cuando no estás tan familiarizado con ello. Sí a mucha gente mis barras se les pasan más que al batallero promedio, y a pesar de que no lo hago teniendo eso en mente, a mi me da más satisfacción. Me encanta ese ejercicio de volver a ver una batalla que a lo mejor no entendiste del todo y seguir descubriendo cosas escondidas. Si hay gente a la que le evocan lo mismo mis batallas, es una misión cumplida.
- ¿Qué proporción de tiempo le dedicás a la escritura y cuánto a la puesta en escena y memorización?
- Mientras voy pensando una barra pienso también en cómo la voy a decir. Nunca he tenido un periodo de tiempo donde piense las barras y la puesta en escena por separado, más bien es escribir, pensar la performance y luego memorizar. Creo que la batalla que más tiempo he tenido para memorizar ha sido la de Chili, porque la terminé de escribir como 16 días antes. La de Stuart la terminé poco tiempo antes de la fecha.
- ¿Creés que la popularización creciente de las escritas puede hacer que muchos competidores se vuelquen menos a las barras y más a otro tipo de ataque?
- Pues para mí ya está pasando ahí mismo en Argentina. Algo de eso se vio en la batalla de Chili contra Sony. Yo no estoy peleado con hacer batallas personales. Aunque no sea mi estilo, sé que las hay. Pero siento que le están prestando demasiada atención a eso. Y a mí no es lo que me apasiona. Yo quiero escuchar barras, ingenio, skills, rapping. Me importa muy poco qué tanto se ventile la vida personal de alguien, aunque lo hagas con ingenio. Pero si aparte la cosa carece de ingenio, todavía me llama menos la atención. No lo condeno porque no me gusta decirle a la gente cómo se debe batallar, no creo que haya una sola manera de hacerlo y lo digo sinceramente, pese a que la gente piense que yo represento a un sector muy cerrado del gremio.
- ¿Creés que hay límites o que los debe haber?
- Pienso que los límites sólo los debe de poner cada persona, cada batallero. Yo no voy a decirle a nadie qué es lo que puede o no decir. Pero a la vez también puedo estar o no de acuerdo con una batalla y decir si me parece algo poco ingenioso, o si no es la retórica que yo usaría. Una vez que yo te batalle, tal vez ahí sí te diga lo que pienso al respecto, como tal vez pasó con Chili, cuestionando sus posturas y eso. Pero aún así pienso que nadie debe poner un límite más que uno mismo, y eso los raperos deberían de tomárselo muy en serio. Hay mucha gente que toma esas libertades, pero en el momento en el que le toca recibirlo no lo hace de la mejor manera. Yo no me metería en ese terreno, ha sido mi estilo y nunca lo va a ser.
- Además de tu perfil como rapero, es público tu gusto por el punk y el heavy metal. ¿Qué tiene que ver todo eso entre sí?
- Creo que sobre todo el punk y el hip hop tienen muchos paralelismos. Mucha gente trata de encontrar mayores similitudes de las que en realidad tienen, yo fui una de esas personas en algún momento. Pero sí hay paralelismos que hacen que a mucha gente le atraigan las dos culturas a la vez. Ambas culturas empezaron a desarrollarse a finales de los '70 en barrios marginales urbanos. Ambas manejan el discurso de la calle, también. A mí a una muy temprana edad me hicieron clic ambas cosas. Si bien en el punk aspira a mantenerse siempre autogestivo, creo que muchos también empezamos de forma muy autogestiva en el hip hop: la mayoría de los raperos que conozco empiezan con algún micrófono con un calcetín en el clóset de su habitación.