En pleno Washington D.C., rodeado de multitudes que celebraban la asunción de Donald Trump, Daniel Parisini, conocido como el Gordo Dan, encontró la manera de llamar la atención. Este médico santiagueño, devenido en influencer ultraconservador, quiso ser protagonista "virtual" del evento con selfies frente al Capitolio y mensajes cargados de provocación.

El libertario, al igual que miles de estadounidenses, estuvo en las calles de Washington durante la ceremonia de asunción de Trump. Fiel admirador de la política del republicano, no perdió la oportunidad de enviar su mensaje, con la ironía de alguien que pretende estar más cerca de los focos que de la política real. "Hacelos concha, Donald", escribió, un tuit escueto y violento que, más allá de su agresividad, buscaba hacerse notar en medio del fervor político, como si su mensaje tuviera alguna relevancia en los pasillos del poder norteamericano.

El show de "YMCA" en el Capitolio

Pero no todo fue política y discursos en su incursión estadounidense. En un giro inesperado, Parisini mostró su faceta más excéntrica. "Estoy bailando YMCA a todo lo que da en el Capitolio con gordos rosas de North Carolina", escribió en una publicación que rápidamente acumuló interacciones. La escena del autodenominado defensor libertario danzando al ritmo de los Village People añadió un toque surrealista a su cobertura personal de la ceremonia.

La red libertaria global

El viaje de Gordo Dan a Washington no es un episodio aislado ni una mera ocurrencia digital. Desde hace tiempo, el influencer se consolidó como un engranaje dentro de la maquinaria digital del gobierno de Milei. Con sus conexiones con movimientos ultraconservadores internacionales y su presencia en eventos de alto perfil, el tuitero logró tejer una red que conecta el libertarismo local con las derechas globales. Un verdadero “embajador” de la causa.

El poder del troll

Pero no todo es solo espectáculo. Según denuncias de especialistas como Javier Smaldone, el Gordo Dan no se limita a subir selfies y bailar al ritmo de Village People. No, él lidera un ejército de trolls organizados con un objetivo claro: atacar a los opositores, amplificar mensajes oficiales y amedrentar a quienes se atrevan a cuestionar el gobierno. Un trabajo digital tan fino que bien podría ser premiado en alguna academia de manipulación en redes sociales.

De Twitter al Gobierno

El Gordo Dan demostró que su influencia no es solo virtual. Su poder en las redes lo convirtió en una pieza clave del aparato político, y el gobierno lo sabe. Lejos de desmarcarse, lo premiaron. El Gordo maneja el "juego digital", y el oficialismo no solo lo tolera, sino que lo respalda. ¿Y cómo no hacerlo? Su ejército de trolls demostró ser eficaz para mover la aguja a su favor, aunque más en la provocación que en la política genuina.

La relación entre Parisini y el poder no termina ahí. Su esposa ocupa un cargo relevante en el Estado, un detalle que subraya aún más la conexión directa entre la estrategia digital y las decisiones políticas reales. Pero la cereza del postre es su propia ambición: si lo convocan, el Gordo Dan no dudará en lanzarse como candidato en las próximas legislativas. No es solo un show en redes; este provocador tiene planes de protagonismo real.

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