A contrapelo de la escena trap y del resurgimiento del indie, Camionero se presenta como una banda de rocanrol vieja escuela. El dúo lo conforman Joan Manuel Pardo y Santiago Luis, dos amigos de la zona norte del conurbano, llevan ocho años recorriendo la escena de la Provincia, y repartiendo su música por el país.
Se conocieron fundando una productora que se llamaba “Cordillera”, donde juntaban bandas afines y buscaban apoyar y difundir a otros músicos. “Fue una forma de armar una escena que nos sostuviera desde abajo. Queríamos formar raíces. Duró varios años, hasta que nos cansamos y nos quedó el espacio en Beccar, que se convirtió rápidamente en la sala donde empezamos a ensayar nosotros”, recuerda Luis, oriundo de Chubut, aunque vive en Florida desde hace décadas. Arquitecto de profesión, hoy se define como músico por la noche y padre de familia durante el día.
Pardo nació en Munro y, además de dedicarse a la música desde muy chico, brinda clases de literatura en un secundario. Es él quien se encarga de escribir las letras de Camionero. El paisaje del barrio es una de sus fuentes de inspiración, la otra es la lectura de poesía. “El territorio me forzó a vincularme artísticamente con la noche. Me llevó a reflexionar y a pensar sobre temas que viviendo en otro lugar con un ritmo más acelerado no hubiera pensado. Esta es una zona llena de árboles y yo siempre fui de dar largas caminatas nocturnas. Las travesías en colectivo hacia Capital y las vueltas de tocar se convertían en esperas eternas o infinitas, que a veces se resolvían pateando y pateando la calle. Todo esto me fue forjando una percepción distinta de la noche. Aprender otros tiempos, ir pensando, disfrutando ese camino. La verdad es que soy un bicho de provincia. El ritmo de provincia me parece que es mucho más compatible con mi manera de ser, mi manera de pensar, mi manera de entender la vida”, reflexiona Pardo.
El padre de Luis era camionero. Pero eligieron ponerle ese nombre a la banda por la fuerza que sentían después de ensayar, algo que les recordaba a la sensación de viajar en la ruta. La soledad, la crudeza, la vida al sol. También, fue la forma que encontraron de reivindicar el oficio del músico. “Ser camionero es un trabajo hostil. Estás fuera de tu casa, viajas sin parar, sentado, pero también hay una sensación de libertad en esa soledad. Creo que un poco ser músico es así también”, explica Luis.
El rocanrol
Ambos pasaron por muchos géneros musicales. Tuvieron una epifanía cuando se dieron cuenta de que este género era el que los conmovía hasta las vísceras. “En ese momento estaba muerto el rock. Nadie hacía rock. La gente lo asociaba con el personaje de Pomelo, de Capusotto”, dice Pardo.
Se preguntaban quién iba a querer escuchar eso que estaban ensayando. “Pero queríamos poner sobre la mesa lo que nos gustaba, no estar encima de la época. Igualmente, hoy en día se está reinventando la palabra rocanrol. Hay nuevas bandas, nuevas preguntas, una escena que se está armando. Hay un arraigo mucho más grande con el rock en la Provincia. A veces en la capital se consume rock desde un lugar irónico o kitsch. El vínculo de la gente con la música acá es distinto, es más carnal”, dice Pardo.
Aunque Camionero esté entre el rock gringo y el criollo, levantan también la bandera del blues. Un sonido donde suenan muchas épocas al mismo tiempo. Los Rolling Stones, Los Ratones Paranoicos y Divididos son algunas de las influencias que nombran. “Yo me había olvidado de lo mucho que me gustaba el rock hasta que un día escuché Black Rebel Motorcycle Club, y ahí me di cuenta de que había algo que me seguía emocionando. Son una banda que logró darle una vuelta al género”, explica Luis, que se ocupa del diseño sonoro de la banda. Por si las dudas aclaran que lo de ellos no es conservadurismo. Disfrutan de escuchar todos los géneros musicales y tomar de ellos lo que les guste.
El último disco que sacaron se llama “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Fue una propuesta del letrista que recordaba que en la facultad siempre le mencionaban el libro de Marshall Berman. “Sé que la frase es de Marx, pero yo lo tenía asociado primero al libro. A mí lo que me gusta es la potencia poética de la frase. Algo sólido desvaneciéndose en el aire. Creo que resuena mucho con la época. También tuvo que ver con un momento donde nuestras vidas estaban cambiando mucho. Ciertas estructuras personales que teníamos estaban empezando a desvanecerse. Nosotros somos dos chabones que somos chabones, pero tratamos siempre de tener en claro qué es lo que nos pasa y a dónde queremos ir, y cómo queremos vivir la experiencia y poner ese título fue una forma también de llamar a todos a unirse contra ese malestar con el que vivimos. No se vive bien”, reflexiona Pardo y agrega desde su costado docente que es también una forma de volver a señalar textos o pensamientos que tratan de mejorar el malestar en la sociedad.
Camionero sueña con que su proyecto crezca lo suficiente para convertirse en el sustento económico y espiritual de la vida de sus creadores. Hoy en día, Luis está construyendo una motorhome en un ex colectivo de línea para poder viajar por todo el país, tocando, conociendo gente, disfrutando de una vida más tranquila entre amigos y familia sobre la ruta. “Queremos seguir grabando y tocando. La excusa para volver a grabar es tocar, y la excusa para tocar es grabar. Uno siempre busca una razón para seguir jugando el juego”, concluye Pardo.
El año pasado sostuvieron un ritmo de casi un show por semana. Los próximos shows son: el sábado 25 de enero en La Plata, en Pura Vida y el jueves 6 de febrero en Castelar, en Pompeya Bar. Las entradas se pueden adquirir a través de sus redes, en Instagram @camioneroroncanrol. Este dúo que suena como una banda ya lleva grabados cuatro discos, todos disponibles en Spotify.