Profundidad, austeridad y belleza se turnan en las ocho piezas que pueblan Los silencios, disco debut de Edgardo González, guitarrista y compositor de 34 Puñaladas. “Fue un proceso que decantó después de atravesar varias etapas”, introduce él, a punto de presentarlo esta noche a las 21.30 en el cierre de Contemporánea Argenta, ciclo destinado a difundir composiciones originales con raíces en la música popular argentina. La cita es en la planta alta del bar La Paz (Montevideo 421), donde también harán lo suyo la Orquesta Díptica y Santiago Torricelli. “Siempre me obsesionó la jerarquización del silencio como uno de los discursos fundamentales de mis composiciones. En este disco intenté extremar la idea y la primera decisión en ese sentido fue darle la entidad del título”, encuadra González sobre un trabajo que se divide en tres segmentos.
El primero contempla cuatro piezas bien sureras bajo el título global de “Lo que nunca dejamos”. “En este caso, no enfoqué rigurosamente en las formas, más bien pensé en capturar elementos de géneros como la milonga, el triunfo, el estilo y la huella”, explica González, sobre las esencias musicales del primer tramo del disco. “La idea fue representar el silencio, la inmensidad y la espacialidad de la vasta geografía de la provincia. El título alude a la pertenencia con el lugar donde nací y crecí: Ramallo”. El segundo segmento trasciende bajo el nombre de “Lo que siempre esperamos”, y la estética se asemeja más a lo que el guitarrista toca con 34 Puñaladas desde hace veinte años. “El silencio noctámbulo, filoso y acechante del tango es el que atraviesa las tres piezas que lo componen”, desanda González, cuyo formidable trabajo culmina con un homenaje a Alfredo Gobbi y al poeta Nacho Wisky, de nombre literal: “Gobbi y Nacho”. “Lo compuse a partir de un diálogo con Nacho. Me encontraba esporádicamente con él, y siempre me sorprendía su lucidez dentro del universo aginebrado que habitaba. En una de esas charlas, durante las épocas Bombay Bs As (cuarto disco de 34 Puñaladas) me dijo ‘No renuncien a la belleza, fíjense en Gobbi, que ni aún en sus momentos más atormentados renunció a su búsqueda’”, cita el músico sobre ese diálogo que lo llevó a incluir “Redención”, de Gobbi, dentro de la canción homenaje. “Elegí citarlo porque es uno de sus tangos más bellos y, sin dudas, el más atormentado”.
–¿En qué aspectos lo acerca y en cuáles lo aleja este trabajo de su labor en 34 Puñaladas?
–El grupo es un espacio creativo que alterna movimientos centrífugos y centrípetos. Momentos de mucha concentración para elaborar contenidos colectivos y otros de expansión hacia búsquedas individuales, que inevitablemente están atravesadas por la esencia del grupo. Este disco es uno de esos casos.