La pregunta es sencilla y las tres opciones de respuestas, contundentes. "¿En qué país prefiere vivir?", indaga la consulta número doce del cuestionario y hay que elegir entre estas tres alternativas: "Uno con un gobierno democrático que respete los derechos individuales"; "En un país con un gobierno autoritario que logre buenos resultados económicos"; o el clásico "No sabe/No Contesta". Este es solo un fragmento de la encuesta que el Gobierno ha comenzado a difundir, aparentemente con el objetivo de preparar el terreno si su modelo de ajuste tiene a flanquear. No quedan dudas de que los modelos políticos que Javier Milei busca emular tienden a ser autocráticos y, como mínimo, problemáticos para las instituciones democráticas, como el Congreso o la Justicia, que a menudo resultan obstáculos en sus objetivos.



La megaencuesta, diseñada por el equipo de Casa Rosada y ya circulando en internet, tiene un marcado sesgo libertario. Muchas preguntas parecen orientadas a deslegitimar a periodistas, al punto de incluir un ranking para elegir al "más odiado". Además, fomenta la antipolítica al evaluar la percepción sobre diputados, senadores e incluso jueces. Estas consultas reflejan afinidad con modelos de gobiernos autoritarios, como los de Nayib Bukele o Jair Bolsonaro, aliados ideológicos de Milei.

Algunas preguntas del cuestionario son confusas o parecen poco serias, lo que genera dudas sobre si buscan despistar a bots o si están dirigidas a un electorado que no lee. La prueba más clara es la consulta 22.


Pero como las sutilezas no son lo suyo, el Gobierno decidió usar la encuesta para medir a uno de los militantes con mayor perfil: Daniel Parisini, más conocido como el Gordo Dan. Con un apartado solo para él, indagan si él es más creíble que los trabajadores de prensa, a la vez que evalúan los streamings, siempre incluyendo a Carajo como primera opción, medio en el cual dice trabajar el exmédico. Se sospecha que su sueldo será bastante abultado, porque el propio Parisini se pasea en Washington al igual que su líder espiritual, Javier Milei.

Los resultados de la encuesta (según La Política Online, hecha desde el sitio es.research.net) probablemente nunca vean la luz. Tampoco lo harán los "monitoreos de la gestión y opinión pública" de 17 encuestadoras que el gobierno contrató por cientos de millones de pesos según el Boletín Oficial. 

Pero se puede inducir cuál fue la respuesta de los argentinos ante la pregunta que encabeza la nota. Hace unos meses, el Observatorio Pulsar de la Universidad de Buenos Aires consultó a los argentinos cuánto valoraban vivir en democracia. En una escala del 1 al 10, (donde 1 es “nada importante” y 10 “absolutamente importante”) el promedio de esta valoración fue de 9,3. Eso sí, al calificar la actual democracia en Argentina y utilizando la misma escala, el promedio fue de 6,6. Esta diferencia de casi 3 puntos evidencia una insatisfacción con el desempeño de la democracia actual en comparación con las expectativas. 

Quizás hacia esa brecha apunte el Gobierno.