Luego de que el Gobierno emitiera el decreto 35/25 por el cual se modificó el Código Alimentario Argentino para facilitar las importaciones y exportaciones de alimentos, los productores locales quedaron en estado de alerta, ya que esta noticia puede ser la estocada final para las pymes argentinas.

Juan Pablo Della Villa es dirigente y trabajador nucleado en la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano (ECAS) y tiene locales de frutas y verduras en los barrios de Villa Crespo y Almagro, como así también en la ciudad de Monte Grande, analizó esta noticia y señaló que el Gobierno tiene que sacar el impuesto a la transferencia al combustible para bajar el precio de la comida y generar más competitividad.

“La fruta no está cara. Nosotros vendemos dos kilos de tomate a 1.200 pesos. Es lo que vale, quizás en la calle vale un poquito más. De esos 800 pesos, el productor recibe 400, aproximadamente. Esos 400 pesos no cubren nada. Tenemos roto el poder adquisitivo. Un kilo de durazno en Argentina debería poder pagarse 5000 pesos en la calle. Y si vale eso, nos queda caro, no lo podemos comprar”, advirtió Della Villa en diálogo con la 750.

Para el comerciante, el debate que se debe nuestro país es acerca de “construir una cadena para producir en escala”.

Si Francia va a meter los quesos de una pyme con su etiqueta, estamos fundidos. Lo que no queda claro es si tendrían que etiquetar sus productos con nuestra ley -los hexágonos y demás-, porque ahí habría cierto resguardo para los productores y pymes locales”, afirmó.

“Hoy vale dos mil euros mover un contenedor de Egipto hacia acá. Y tres millones de pesos mover un camión térmico de Tucumán hacia Buenos Aires. Si la solución para bajar el precio de los alimentos es abrir las importaciones, en cinco años no hay país”, remarcó.

Asimismo, enfatizó en que lo que más encarece a los productos es el impuesto al traslado, porque es un “impuesto a la distancia”.

“El 40% del flete de cualquier producto alimentario que llega a Buenos Aires desde distintas provincias de nuestro país, son impuestos. Para bajar el precio de la comida hay un impuesto para tocar. Bajemos el impuesto a la transferencia al combustible que es un impuesto a la distancia, por lo que, mientras más lejos está de Buenos Aires, más caro es llevar el papel higiénico a Catamarca y más caro es traer las aceitunas”, cerró.