Santa Marta una de las ciudades más antigua del continente americano fundada por colonizadores españoles, cumple 500 años y su clase dirigente duda de la existencia de gente negra en ella. Cabe decir que esto no es un caso excepcional en Colombia, el Caribe colombiano se le percibe desde un imaginario racial de la nación como no blanco, pero tampoco negro como la región del Pacifico, con la excepción de Palenque de San Basilio, donde se concentra la “esencia” de lo negro de la región norte del país. El último hecho de esta práctica recurrente de negación y de borradura vino por parte de la rama legislativa con la expedición de la Ley 2058 del año 2020 que declara la celebración de quinto centenario de la fundación de la ciudad de Santa Marta. La Ley excluyó del comité encargado de la celebración, la representación de las comunidades negras, partiendo del supuesto de que no hay negros en la ciudad y de que no existen aportes significativos de este grupo étnico a la cultura samaria. Este agravio generó un debate local a partir de la reacción de líderes afrodescendientes que, al no contar con acciones reparadoras por parte del establecimiento, demandaron el artículo quinto de la ley, el cual establece los miembros que tienen asiento en el comité de los 500 años. El recurso interpuesto por la lideresa Matilde Maestre ante la Corte Constitucional fue declarado exequible en la Sentencia C-189 del año 2022, “bajo el entendido según el cual un representante de las comunidades negras, afrodescendientes, raizales y palenqueras de Santa Marta también integrará la comisión que coordinará la preparación del quinto centenario de la ciudad”. El fallo de la Corte que corrige la omisión legislativa fue tomado por la elite local y por la prensa hegemónica, como un obstáculo que ponía en vilo el aniversario de la ciudad. Sin embargo, fueron las declaraciones del Ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia Juan David Correa, las que pusieron en evidencia la Hispanidad exacerbada de la elite blanco-mestiza de la “ciudad dos veces santa” como invoca su himno. El Ministro expresó enfáticamente que el gobierno nacional en cabeza del Ministerio no exaltaría una celebración de la Hispanidad, y que, en su lugar, promoverá exposiciones y eventos conmemorativos que den cuenta de la Santa Marta, indígena, negra y popular.
Antes de continuar con la coyuntura actual, es preciso hacer algunas anotaciones históricas, que permiten hacernos una idea, de cómo se fue sedimentando la imaginación grandilocuente de la Hispanidad. La primera tiene que ver con el fundador de la ciudad el 29 de julio de 1525. El conquistador y mercader sevillano Rodrigo de Bastidas, quien ha sido una figura elogiada por la elite de la ciudad y por gran parte de los historiadores locales, que han impulsado la idea de un conquistador indulgente y conciliador, ideal para construir alrededor de él una simpatía colonial que legitima el orden blanco-mestizo de la ciudad. Todo esto con el propósito de mostrarlo como un ser excepcional, desdibujando su rol de conquistador, el cual no fue sustancialmente distinto a otros conquistadores en sus prácticas: rescates (saqueos), esclavización de población nativa y negra, secuestros de nativos y pacificación poblaciones por la vía de la represión militar y la cristianización forzada.
También hay que mencionar, que a Santa Marta se le suele ver como una ciudad realista, dado que, en 1810 manifestó su fidelidad al rey mientras en Cartagena mulatos y negros luchaban por la independencia total de la corona española. No es un hecho menor que, mientras corrían los vientos revolucionarios en Cartagena, Santa Marta fue el refugio de realistas y criollos opositores a los proyectos republicanos.
Aunque no es procedente reducir la complejidad y los matices de la historia de Santa Marta a estos hechos históricos brevemente descritos, si nos ayudan a entender las tensiones actuales por la perspectiva en que la institucionalidad propone abordar el quinto centenario, dejando al descubierto, las diferencias ideológicas entre el gobierno nacional y la administración local. Como es sabido, hoy en Colombia tenemos el primer gobierno de izquierda de nuestra historia, mientras el alcalde de Santa Marta pertenece a los linajes políticos que han gobernado la ciudad, con excepción de los tres periodos anteriores del partido progresista Fuerza Ciudadana, que pasó con más pena que gloria. El debate se centró en si el quinto centenario debía ser una conmemoración que nos permitiera aproximarnos a la historia desde una perspectiva compleja y polifónica, que abriera camino a pensarnos cómo llegamos a ser lo que somos con las luces y las sombras que ello implica. O si se opta, como todos los años por una celebración sin cuestionamientos, como la defendida por el alcalde Carlos Pinedo quien acusó al Ministro de ser un foráneo irrespetuoso del legado histórico (colonial) de la ciudad.
Lo importante de toda
esta controversia ha sido que los sectores históricamente marginados de la
historia hegemónica que pretenden indultar al colonizador, enaltecer la Hispanidad,
celebrar el mestizaje y continuar con una narrativa acrítica de la ciudad,
acorde siempre a los intereses de una clase dirigente que ha condenado a la
ciudad a más de 200 años de soledad republicana, los otros, los que sobran, la
negrura de Santa Marta ha entonado su pregón y con su presencia perturban lo
que pretendían que fuera una celebración más de la Hispanidad en una esquina
tropical y sumisa del Caribe colombiano.
* Profesor-Investigador del Programa de Antropología de la Universidad del Magdalena, Colombia. Organizador de la Primera Jornada Internacional de Pensamiento Afrocaribeño Descolonial, celebrada en la UNAM en marzo de 2016, y del Primer Encuentro Internacional sobre Pensamiento Crítico en el Caribe Insular, en septiembre de 2016, en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC, UNAM).