Hace poco más de cinco años, Ramón Inama le escribió una carta abierta y desvelada a su hermano o hermana que debió haber nacido en las primeras semanas de 1978. “De más chico me preguntaba a mí mismo más seguido por vos. Me daba miedo tal vez, haberte cruzado la mirada o quizás haber intercambiado una palabra, sin saber uno del otro. Pasar de largo y seguir, cada uno un camino distinto”, le decía. Muchas de esas dudas se disiparon el lunes, cuando recibió la noticia de que las Abuelas de Plaza de Mayo junto con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) habían encontrado a la hija de Noemí Macedo y Daniel Inama.

Desde entonces, las horas pasaron como una tromba. Conferencia de prensa en Casa por la Identidad. Un cumpleaños familiar con muchos motivos para celebrar. Suspensión por un rato de sus vacaciones en la subsecretaría de Derechos Humanos provincial, donde trabaja editando publicaciones, para reunirse con el gobernador Axel Kicillof.

Ramón se integró a H.I.J.O.S La Plata a mediados de los años ‘90. Por esas épocas, conformó la comisión de Hermanos para buscar a los bebés apropiados. Buscó mucho. Pensó que ya no había más puntas para seguir, pero las Abuelas las hallaron. Y espera que esta vez, como en esa carta desvelada, pronto los caminos los encuentren.

--Ayer contaban que tu hermana accedió a que te pasaran fotos suyas...

-- Le compartió una fotografía suya a Manu (Goncalves). Le dijo que nos podía contar que ella era madre, que tenía un hijo de 18 años y una nena de siete. Ella también recibió lo mismo. El equipo de Abuelas le pasó imágenes y algunos documentos de lo que es el archivo biográfico, algunas referencias mínimas de quienes eran Daniel y Noemí.

--¿Le encontraste algún parecido en las fotos?

-- Sí, hay una mirada que puede asociarse a nuestra abuela paterna. Por suerte, en Abuelas, consiguieron una foto hermosa de Noemí en la que se ven más sus facciones, su mirada, su nariz. Y ahí también encontramos algún parecido de mi hermana con su mamá.

--¿Recordás algo de Noemí?

-- Tuve que haberla conocido porque yo fui a ver a mi papá en octubre de 1977. Me quedé unos días con él en Mar del Plata. Si en algún momento paró en donde estaba viviendo con Noemí, yo seguramente estaba. Yo recuerdo algún paseo en auto por Mar del Plata, pero es un recuerdo muy vago. Yo tenía seis años. Ahí nos despedimos porque yo ya había faltado mucho a la escuela, entonces mi mamá quiso que volviera para La Plata, y ellos se fueron a Buenos Aires. Y allí fueron los operativos en los que fueron secuestrados entre el 2 y el 4 de noviembre de 1977.

--¿Ellos estaban viviendo en Mar del Plata y se vienen para Capital por cuestiones de seguridad?

-- Para alguna gestión o alguna cuestión operativa partidaria. Nunca lo supe. Fueron a hacer algo a Buenos Aires. Reconstruyo que mi viejo cae enfermo en la casa donde estaba parando. Se presume que tenía hepatitis.

--¿Y qué más reconstruyen?

-- No sabemos si Noemí va a algún hospital o a algún otro centro clandestino antes. Sabemos que llega al Atlético, pero no su destino inmediato posterior. En el caso de mi viejo, si estaba enfermo, tal vez no tuvo el mismo circuito que otros prisioneros. Los sobrevivientes que más hablan del campo apenas lo incluyen en una lista, pero no mencionan detalles sobre mi papá. Hay algunas versiones que a mi viejo lo situaban en Campo de Mayo y otras en el Banco.

--¿Empezás a reconstruir la historia de tu papá a partir de tu acercamiento a H.I.J.O.S o desde antes?

-- En mi infancia y adolescencia, si no era por lo que me podían decir en casa, vos pasabas como hijo de tu mamá y de tu viejo no se hablaba. Cuando yo me incorporo a H.I.J.O.S recupero una identidad en sentido de reafirmarme como hijo de un desaparecido. Recupero el valor de ser hijo de un militante.La militancia en H.I.J.O.S fue muy intensa en los primeros años. Es algo que nos hermana para siempre.

-- Contás en el libro Ahora siempre que en H.I.J.O.S vos tenías el mito de ser hijo de un padre colectivero...

--Mi viejo tenía 25 años al momento de su secuestro. Por más intensa que fuera su vida, no tuvo mucha experiencia. En lo laboral, él, a los 18, ya laburaba en una casa de sellos en el centro de La Plata. Después fue variando de laburos y tuvo un breve paso como chofer de colectivos, pero no es que era un colectivero hecho y derecho (se ríe). Nosotros nos aferramos a las pocas cosas que teníamos como rastros de las vidas de nuestros padres y madres, y quedó el mito del hijo del colectivero. Era como una carta de presentación que yo tenía en ese momento.

--¿Cómo era la relación con tu abuela Lucila, la mamá de tu papá?

-- Fue como mi segunda madre. Mi vieja era oriunda de Paraguay. Queda muy señalada como ex esposa de un desaparecido. Había mucho miedo en el barrio. Ella laburaba en casas de familia y perdió laburos porque la gente se asustó por lo que había pasado con mi viejo, aunque ella ya no conviviera con él. La que nos cobija es la familia de mi viejo y ellos oficiaban de padres sustitutos mientras mi vieja se rompía el lomo para criarnos.

--Y, por otro lado, tenías a tu hermana Paula...

--Tanto mi vieja como su mamá, quizá por una historia en común, se terminaron haciendo amigas y, gracias a ellas, mi hermana y yo fuimos manteniendo el vínculo. Ella es psicoanalista, muy lúcida.

--Formaste parte de la comisión de Hermanos y contaste que buscaste mucho a tu hermana...

-- En esa comisión lo que hicimos fue rescatar los casos que había de La Plata --uno era el de mi viejo con Noemí-- y nos hacíamos como tutelajes entre nosotros. Yo estaba acompañado por otros compañeros para seguir el caso de Noemí y Daniel. Confiábamos que, por nuestra edad en ese momento, podíamos tener mejor resultado a la hora de contactarnos con aquellas chicas o aquellos chicos que tuvieran dudas. Estuvimos un tiempo pero no con los recursos institucionales que después se fueron consolidando, el BNDG o la Conadi, que tienen facultades para pedir información en muchas áreas del Estado. Nosotros de manera artesanal conseguíamos partidas de nacimiento, documentación.

--¿Conservás algo de tu papá para mostrarle a tu hemana?

-- Muy pocas fotos. Llevo en mi mochila una libretita de notas que tiene su letra. Tengo algunas láminas del colegio industrial al que fue. Creo que llegó hasta tercer año. Se ve la ternura de un pibe al que no le gustaba mucho la escuela, tenía letra fea, era medio desprolijo. Somos una familia que tenemos pocos objetos. Los que hay son significativos: alcanzan para armar un mapa. De Noemí es todavía peor porque su familia fue diezmada. Era una familia de condición muy humilde que no tenía los recursos como para impulsar la búsqueda.

--¿Qué expectativas tenés, qué te gustaría que sepa tu hermana?

-- Yo ya estoy contento con que ella sepa quién es, que el nombre se lo pusieron personas que sabían que no era hija biológica de ellos. Yo entiendo que es un shock para ella. Yo tengo expectativas de que las certezas empiecen a ayudar y a abrir el camino de buscar, de a poco, con paciencia, con ternura. Nosotros tenemos que bajar ansiedades, ser pacientes, acompañar, entender las idas y vueltas en esa incorporación de una nueva identidad. Que mi hermana sepa quién es le suma a su vida, no le saca nada, en una época en la que parece importar muy poco de dónde venimos.

-- Que sepa, como decías en la conferencia, que fue deseada por Daniel y Noemí, pero también que ustedes la buscaron...

-- Sí, saber que fue deseada, que el destino que la puso donde terminó tuvo que ver con una responsabilidad concreta: el brazo represivo que haya tocado los cuerpos de Noemí y Daniel decidió separar a su hija de ellos y entregársela a personas que no son su familia.