Víctor Hugo Morales analizó este jueves por la 750 el discurso de Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos y aseguró que fue un acto de “colonialismo puro”. Con ironía, aseguró que el Presidente estuvo “ahí, arropadito, tomado como un niño de la cintura de Donald Trump para que lo proteja”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
La palabra woke viene a representar la idea de los progresistas del mundo. Porque la gente quizás no entiende qué pretende señalar.
Yo creo que estamos frente a una forma grotesca de desprecio y cobardía humana. Ese es el envase en el que Milei presentó su discurso. El contraste con Oxfam, que menciona la herencia colonial como parte del desastre del mundo, ofreció un clima de brutalidad como solo la derecha puede sostener.
Me da más repugnancia la platea que lo aplaude más que el propio Milei. Colonialismo puro. Dice Milei que si Estados Unidos se lo pide, saca a Argentina del Mercosur. Importa lo que pide su patrón del norte.
Ahí, arropadito, tomado como un niño de la cintura de Trump para que lo proteja. La declaración contra lo woke, el ataque a Pedro Sánchez, que quiere quitar el anonimato de las redes, esas son algunas de las frases.
Pero la esencia pasa por reconocer, como ni siquiera Menem lo hizo, que el que manda es Trump. Todo pasa por el sometimiento al que expone la dignidad del país.
¿Musk? De ninguna manera hizo un gesto fascista. Buen hijo del apartheid de Sudáfrica. Solo le dio por levantar la mano; era un saludo, no un gesto nazi.
Y las mujeres, ¿qué me vienen con las cuestiones de género? Si Trump dijo que hay dos.
¿Y los inmigrantes? No, no son de países estafados a los que les robaron todo, absolutamente todo. No, son los criminales del mundo. Y los progresistas, el cáncer que hay que erradicar. Es despreciable.
En ese infantil desprecio que tiene se hace muy rechazante. En esa satisfacción de verdugo le cae un líquido por la comisura de los labios, porque está gozando de su condición de verdugo, y lo hace en ese escenario carnavalesco del mundo.
Quizás la tristeza de lo que nos pasa se está retirando. Como el dolor, con el tiempo, disminuye. Nos estamos acostumbrando a Milei, al disparate. Estamos habituados a escuchar el desprecio.
Y, al final de cuentas, quizás eso nos sirva para que no nos importe, salvo para ver cómo se sale de esto. El espanto no nos espanta.