El 6 de diciembre de 2015 el escritor Hernán Casciari se encontraba de viaje por Montevideo, acompañado por una mujer con la que estaba comenzando una relación. Ese día, mientras se encontraban en la casa que habían alquilado por Airbnb, el escritor argentino sufrió un infarto. Por suerte, sus anfitriones, Javier y Alejandra, actuaron rápido: alcanzaron a llevarlo a una clínica para que pudieran operararlo y hasta le donaron sangre. Al otro día de la cirugía, Casciari escribió una particular reseña en la plataforma de alquiler temporario que rápidamente se viralizó, llegó a manos del dueño de la app, que viajó a Uruguay para conocer a la pareja que le había salvado la vida al inquilino y cambiarles también a ellos sus vidas, en una cadena de favores tan real como increíble. Esa historia es la que se cuenta en El mejor infarto de mi vida, la serie que este viernes Disney+ sube a su catálogo.
Basada en el libro homónimo que el mismo Casciari escribió, El mejor infarto de mi vida es la primera producción en Argentina del servicio de streaming que se estrena en forma simultánea en más de 250 países de todo el mundo. Filmada a dos orillas, entre Buenos Aires y Montevideo, la serie de seis capítulos de 35 minutos cada uno es una suerte de comedia dramática que pone en evidencia que la vida tiene giros inesperados que ni el más creativo guionista se imaginaría a incluir en una ficción. Aún con los agregados ficcionales lógicos para llevarla a la pantalla chica, El mejor infarto de mi vida construyó una trama capaz de hacer reír y emocionar a quienes la vean, tanto si conocen la verdadera historia como si no saben absolutamente nada sobre ella. Tiene el doble valor de entretener y de encender la ilusión de que un mundo más amigable es posible.
El mejor infarto de mi vida está inspirada en hechos reales, que sucedieron hace casi una década y que fueron adaptados para ser contados narrativamente en formato audiovisual. El paso al lenguaje audiovisual, lejos de quitarle brillo a la historia verdadera, termina consolidando la potencia humana de la original, con una estructura narrativa que asume en los distintos capítulos el punto de vista de cada uno de los personajes alrededor de ese infarto, que a priori se produjo en el momento menos oportuno (de viaje, con una compañía recién conocida, en una casa alquilada) pero que los hechos demostraron que no podía haber tenido mejores condiciones para superarlo.
El actor Alan Sabbagh se pone en la piel de Casciari, bajo el nombre de Ariel en la ficción, un escritor frustrado que se gana la vida escribiendo libros para otros. Su madre (Rita Cortese) no parece ser la mujer más adecuada para contenerlo afectivamente. Además lo acaba de abandonar su esposa (Eleonora Wexler). El viaje a Montevideo, acompañado por una mujer que recién conocía (Olivia Molina), terminó en ese infarto que tuvo la suerte de toparse con los dueños de la casa que alquilaba, Javier (Rogelio Gracia) y Alejandra (Romina Peluffo), que reaccionaron rápido y humanamente para que Ariel pudiera contarla. Una situación dramática, con final feliz, que Casciari dejó asentado en una reseña en Airbnb que se viralizó por lo graciosa y real.
“Excelente vivienda -publicó Casciari en la app de alquiler temporario el 7 de diciembre de 2015- para huéspedes sedentarios y con propensión al infarto de miocardio. La zona es preciosa y posee comunicación directa con los mejores hospitales de Montevideo. Los anfitriones se convierten al instante en ángeles de la guarda y te salvan la vida sin conocerte. Te llevan muy rápido al hospital, en su propio coche, mientras te estás muriendo y después se quedan en la sala de esperas hasta que los médicos te ponen el bypass. No permiten que caigas en la depresión ni que te sientas solo, te traen libros para que leas y además no te quieren cobrar los días que te quedás de más en su casa. Muy recomendable".
Ese posteo -escrito al otro día de la cirugía desde la clínica- provocó el comienzo de la otra parte de la historia que cuenta El mejor infarto de mi vida. Es que la publicación se viralizó por las redes de tal manera que llegó a manos del dueño de Airbnb, Joe Gebbia, que se interesó por esa historia en la que dos usuarios de su plataforma le habían salvado la vida a un tercero que había alquilado una vivienda a través de la app.
Así fue que, semanas después de la situación, Gebbia se subió a un avión y se apareció en la casa del barrio Del Prado en Uruguay, donde se hospedó y conoció un poco más a Javier y Alejandra. En esas charlas, el empresario se puso al tanto de la historia de Javier, que comenzó a alquilar la casa tras renunciar al puesto gerencial que ostentaba en una multinacional para pasar a la competencia, pero que en los exámenes previos le descubrieron una afección renal que lo terminó dejando sin trabajo, en bancarrota y sometido a un tratamiento de diálisis hasta la espera de un riñón compatible.
Entre charlas, mates y asados compartidos con el ilustre visitante, Javier le contó a Gebbia que estaba desarrollando una plataforma para contactar por todo el mundo a otras personas que, como él, estaban sometidos a un tratamiento de hemodiálisis, con la finalidad de conectar centros de salud que ofrecieran ese servicio y así los pacientes poder viajar y no interrumpir sus sesiones en ningún lugar. Gebbia se interesó mucho por la propuesta y le propuso asociarse y financiar su desarrollo tecnológico. Así, crearon Connectus medical, la plataforma que en menos de un año se convirtió en la empresa uruguaya más rentable del país, recibiendo financiamiento por más de 4 millones de dólares de gente de todos lados. Al día de hoy, Connectus medical cuenta con 8 mil centros registrados y con más de 160 mil enfermos de diálisis activos que viajan por el mundo gracias a la red.
“En diciembre se van a cumplir 10 años del infarto y no dejan de pasar cosas alucinantes, por lo que ya está confirmado, certificadísimo, que fue, sin duda, el mejor infarto de mi vida”, afirma Casciari a Página/12, consultado sobre el estreno de la serie a nivel global. “Tuve la oportunidad de verla y me gustó muchísimo. Espero que ande muy bien, es la primera serie de Disney de producción argentina con lanzamiento global, es decir que se estrena este viernes en todos los países del mundo. Me parece una barbaridad, alucinante, me encanta. El libro lo escribí un año y medio después del infarto, sin ningún tipo de pretensión de que pasara nada de esto, pero hubo un interés muy grande por la historia, sobre todo por esa cadena de favores que se fue generando después de la reseña que dejé en Airbnb, el interés de su fundador y lo que pasó con los anfitriones, que junto con mi novia me salvaron la vida.”
El escritor y fundador de Editorial Orsai aclara que, pese a tratarse de una historia personalísima, no tuvo nada que ver con la adaptación audiovisual de su libro. “Tomé la decisión -cuenta- hace tres o cuatro años, cuando Disney se interesó por la historia, de no participar en la adaptación, sino dejar que vayan haciendo con libertad. Hubo mucha gente metiendo manos, como Lucas Figueroa, Beda Docampo Feijó, los directores Pablo Bossi y Mariana Wainstein, que hicieron un trabajo que me gustó un montón, porque le dieron un ritmo dramático que la historia real no tenía. En esta versión, el escritor es un poeta fracasado, un escritor fantasma que tiene que escribir un libro sobre un abogado mediático insoportable, que está casado con una argentina y se enamora de una española, y el caso mío es completamente distinto y con muchísimo menos ritmo dramático. Tiene mucho más ritmo lo que les pasó a los anfitriones de Airbnb, que sí conservan su nombre real, Javier y Alejandra, mientras que el mío no es Hernán sino Ariel. Mi impresión personal es que que la historia que cuenta la serie es mejor todavía que la real.”