Uno de los primeros trabajos de la psicóloga y activista por los derechos humanos Laura Bonaparte fue como vendedora en Gath & Chaves, una tienda para ricos en donde los dueños de la firma no permitían que hubiera sillas en el espacio de trabajo para poder sentarse y descansar. Laura participó muy activamente para que se implementara la ya sancionada en 1935 Ley “Por la silla” . La semana pasada, frente a los despidos masivos en el Hospital que lleva su nombre, les trabajadorxs lanzaron una campaña para visibilizar frente a la sociedad las consecuencias de los despidos que además no se produjeron solo en esa institución sino en una gran cantidad de dependencias de salud del Estado: la intervención consistía en sillas vacías con los nombres de las 180 personas despedidas en el Hospital Bonaparte.
La anécdota de las sillas une dos historias en el tiempo, por un lado y allá lejos la idea de evitar el descanso y el encuentro con otrxs, más acá, asfixiar la organización vaciando una institución que es referente en proponer formas de trabajo comunitarias. Las dos son estrategias que buscan romper el encuentro con otrxs y el devenir de la organización.
La consigna por parte del gobierno nacional es vaciar y descartar. Que “los lunáticos” como llama el gran ideólogo oficial Agustín Laje se salven como puedan del naufragio ocasionado adrede por la gestión de Javier Milei: “El intento de vaciamiento del Hospital Bonaparte tiene que ver con con una política más integral que tiene como núcleo extirpar o eliminar cualquier tipo de organización colectivo comunitaria”, dice Fran Castignani, integrante de Orgullo Loco Buenos Aires y activista en salud mental. Desde su perspectiva el hospital había generado un tipo de organización comunitaria dentro de la institución y esto, sumado a las políticas de género, es lo que quieren cortar de cuajo.
El ataque al colectivismo es una de las estrategias de bandera que plantea el gobierno, en los lunáticos de Laje están las feministas, la comunidad LGTBIQ+ pero también pobres, enfermos, locas, viajes y marrones. El Hospital Bonaparte se suma a la enorme lista de instituciones estatales vaciadas, cerradas, descartadas pero tiene la particularidad de poder explicar a partir de su vaciamiento cuál es el corazón que la ultardercha quiere que deje de latir.
Por otro lado, es un hospital que está muy anclado en la propuesta comunitaria y es del que la sociedad se haga cargo de sus locos y de las personas que asisten al hospital, porque son las personas que asisten, que habitan el territorio. Entonces, siempre la propuesta del hospital fue muy abierta para afuera y no tan cerrada para la internación. Entonces, hay algo de esa propuesta que está en contra de lo que piensa este gobierno, porque es una propuesta de vida comunitaria, de que el hospital puede ser una parte pero no la más importante del transitar de una persona con padecimientos en salud mental.
El Bonaparte en primera persona
Lxs usuarixs del Hospital Bonaparte son las personas que mejor pueden describir la importancia que tiene este lugar, el trabajo, el compromiso y la dedicación de sus trabajadores y la valiosa red de contención, sanación y cuidado que allí se sostiene. Es un hospital modelo porque considera a la salud de un modo integral con un enfoque interdisciplinario: la atención que reciben las personas que llegan allí contempla todas las dimensiones de su vida y el contexto en el que viven. No solo reciben atención en salud mental, tienen a disposición distintos profesionales y también pueden realizarse chequeos generales.
“El hospital no tiene servicio de psiquiatría con un jefe psiquiatra, tampoco tiene un servicio social con una jefa de trabajo social. Lo que tiene son dispositivos en los cuales funciona de manera intersectorial un equipo de salud”, advierte Lucía Vasallo, psicóloga que trabaja en el servicio de Demanda Espontánea para Niñeces.
El Bonaparte brinda una Atención de la Demanda Espontánea, lo que significa que cuando alguien llega al Hospital es atendido por un equipo interdisciplinario, un reflejo de una práctica comunitaria: “Yo trabajaba en la atención a la demanda espontánea con un equipo interdisciplinario de profesionales. Escuchamos las primeras consultas que realizan personas que vienen a atender a niñeces o a adolescencias en el hospital. Este abordaje de atención a la demanda espontánea a veces es una entrevista de una hora en la cual se da cuenta del recorrido de salud y de enfermedad, de cuidados de esa persona, se conversa acerca de cuáles fueron las estrategias que han intentado para resolver este problema de salud, enfermedad o cuidado, y el equipo evalúa qué es lo mejor para esta presentación”, explica Vassallo.
"Acá tengo mi ginecóloga, mis espacios de psicoterapia y psiquiatría, centralizado todo en un solo lugar, lo que me ahorra muchísimo tiempo, porque algo que tienen los espacios proveedores de salud es que tenés que hacer muchas colas y trámites para conseguir un turno dentro de tres meses, con suerte”, dice Paula, que es usuaria del Bonaparte hace tres años. “En el Bonaparte quienes llevábamos un tiempo concurriendo al espacio psicoterapéutico podíamos atendernos con otras especialidades sin tener la larga espera que hay en las obras sociales o prepagas. Nuestro hospital funcionaba mejor que una prepaga", asegura.
Desde su experiencia Paula cuenta: "En mi grupo de terapia de los jueves donde somos cinco mujeres, encontré un grupo humano increíble, junto a las dos profesionales que nos acompañan, una terapista ocupacional y una psicóloga. Trabajamos un montón, apoyándonos mutuamente, inclusive con otras compañeras que ya dejaron el grupo, nos inspiramos entre todas para nuestros trabajos, las ideas de una sirvieron para los emprendimientos de otra. El grupo que encontramos en el Bonaparte nos potenció como personas."
Muchas de las personas que llegan al Bonaparte pasaron por situaciones de violencia, discriminación, estigmatización y exclusión: "Este lugar nos hizo salir también de situaciones de mucho dolor en el caso de algunas compañeras, de mucha desesperación, de situaciones muy feas y otras de sostén. Si yo me pongo a pensar la situaciones que atravesé el año pasado, no las hubiera podido llevar adelante tan sólidamente sin el acompañamiento de mi grupo del hospital", asegura Paula.
¿Por qué ir a por la salud mental?
“Yo no lo sé, pero lo que puedo decir es que el Bonaparte tiene una forma de escuchar que no es la misma que tiene otros hospitales, tiene un compromiso muy fuerte con la Ley de salud mental y tiene una escucha muy disponible para las historias de las personas que están más solas, que no tienen enfermedades orgánicas que padecen, sino que son enfermedades que están en la cabeza y que más vale que impactan en el cuerpo, pero no es un trasplante renal o un cáncer de colon. Son personas locas, borrachos, adictas, putas”, dice Vasallo.
Según Fran Castignani, se ataca a la Ley de Salud Mental porque detrás de esa Ley hay una trama colectiva: “Hay un resentimiento contra este tipo de agenciamientos y a una institución que protege a una población mayormente marginada. Es un intento de disciplinar a favor del mercado, entonces todo aquel que pueda sobrevivir vendiendo sus servicios, su fuerza de trabajo, sus productos o lo que sea que pueda vender en el mercado y que pueda generar los valores, merece respeto y consideración. Mientras que todo aquel que no, no merece ningún tipo de compasión”.
El dolor compartido
De cruzarse en las escaleras y transitar los pasillos del hospital entre las personas que atraviesan procesos similares o situaciones parecidas, se fueron forjando vínculos, intercambiando charlas, puntos de vista, sensaciones, malestares, deseos. Hay algo de la intimidad que se abre cuando un dolor se comparte, donde no tienen lugar los prejuicios y al poder compartir experiencias propias con otrxs, la realidad se vuelve un tanto menos pesada. "Los pacientes tenemos otra capacidad de escucha, porque a nosotras también nos escucharon distinto", asegura Paula y agrega: "Que podamos hablar de lo que nos pasa entre pacientes, solidariamente, eso es lo que se ve en el hospital."
El Bonaparte es para muchas personas el lugar al que pueden concurrir ante cualquier emergencia, es un hospital que no descansa, que atiende urgencias o situaciones que no pueden esperar a un turno médico o a una sesión de terapia. La atención humana y de calidad que brinda el hospital se deja ver apenas ingresás, en los abrazos que se suceden y en las sonrisas que se dibujan en los rostros de lxs usuarixs y profesionales.