Carolina Muzilli (1889 -1917) creció en un hogar proletario de inmigrantes italianos, familia numerosa que vivía en un conventillo de Constitución. Se unió a otras pocas pioneras que fueron sus compañeras de militancia y amigas inseparables: Gabriela Laperrière de Coni, Julieta Lanteri y Alfonsina Storni, pero será con esta poeta con quien mantuvo una estrecha amistad, por ser conscientes de la magnitud de la lucha de clases durante ese contexto histórico.
Carolina tuvo una vida dura, llena de privaciones. Debió ganarse el sustento desde muy joven para colaborar económicamente con su familia. De adolescente fue costurera, trabajaba como obrera a destajo. No por ello, dejó de participar en comités o sindicatos apoyando las revueltas proletarias y difundiendo el ideario socialista. Al mismo tiempo, se volcó a la escritura. Sus artículos y ensayos aparecían tanto en la prensa partidaria como en los diarios de tirada nacional. Pronunciaba conferencias, intervenía en mitines, armaba folletos y escribía libros.
Todo este dispositivo cultural llegaba con una fuerza notable por sus cuidadosas investigaciones. Mientras tanto, escribía mucho, muchísimo, sobre una enorme variedad de temas en varios campos: las cooperativas obreras, la guerra, el higienismo, la emancipación y la discriminación de la mujer (sufragio, divorcio, sindicalismo, maternidad), y de los niños (educación básica, los hijos naturales), las condiciones de trabajo en los distintos oficios femeninos así como a las condiciones de vida en los conventillos y barrios populares. Se adelantó a su tiempo: supo ser una escritora vigorosa como cronista urbana y ensayista así como una ferviente militante socialista y feminista. Desde estas ideas, con el ejemplo de su propia vida de esfuerzos, atacaba a la sociedad machista y del mismo modo al orden jerárquico social capitalista.
Ella se afirmaba desde dos grandes cajas de resonancia: la prensa y los mitines. Irradiaba clamor por su conciencia política en un entorno hegemonizado por señores y, en simultáneo, por mujeres ilustradas, universitarias porteñas y platenses, que conformaban una elite intelectual dentro o en las cercanías del partido.
En 1912 fue invitada por el Museo Social Argentino a cooperar para la elaboración de informaciones estadísticas. Una de sus principales preocupaciones se centraba alrededor de la trilogía mujer, trabajadora y madre en la ciudad de Buenos Aires. Fue su primera investigación distinguido por la Exposición Internacional de Gante. En 1916 volvió a presentar otro estudio “El trabajo de las mujeres y los niños en nuestro país” con documentación, datos numéricos y diagramas. También lo galardonaron en la Exposición Internacional en San Francisco.
Por medio de la escritura, se hacían un lugar de privilegio en las revistas literarias, en los periódicos pequeños y de tirada nacional así como en las mesas de tertulias. Usaba las tribunas para manifestar y defender sus ideas y al periodismo como forma de intervenir en lo público, pero además como un modo de sociabilización. Otro dato significativo fue su soltería. A diferencia de la amplia mayoría de sus pares, convertidas en esposas diligentes, eficaces y madres ejemplares, sometidas a las pautas predeterminadas por la división sociosexual, ella no se casó. Esta decisión tan particular, era contraria a los modelos clásicos de la época que giraban en torno a la dupla mujer = familia. Quizás, no tuvo como proyecto personal el de formar un matrimonio, ser ama de casa y ser madre.
En consecuencia, se diferenciaba de manera excepcional del resto de sus correligionarias quienes sí sostenían un modelo de pareja y familiar tradicional y burgués por más que fuesen casi todas universitarias, docentes, escritoras, periodista o activistas. Muzilli perseguía reivindicaciones de conquistas que levantaba su partido como la estabilidad laboral, la igualdad salarial para el mismo trabajo, la ayuda a las madres responsables de familia, el divorcio vincular, la igualdad de derechos civiles y jurídicos entre el hombre y la mujer, la supresión de la discriminación de los “hijos naturales”, la educación laica, así como los derechos de la niñez.
Carolina aparte de su prolífera producción periodística, de ensayo e investigación, editó el periódico quincenal Tribuna Femenina (1915-1916) sin otra ayuda más que los precarios recursos económicos que disponía como modista. Era el primer periódico socialista que defendía los intereses de las mujeres en general y de las obreras en especial. En suma, es imprescindible recuperar su papel protagónico, quien se propuso como meta la de organizar y concientizar tanto a las obreras fabriles como a las empleadas a destajo. Esta luchadora murió el 23 de marzo de 1917, siendo aún una joven de 28 años. Lamentablemente, su compromiso tan avanzado se mantuvo en el olvido por desconocimiento u omisión. De allí que volver a impulsar la lectura del recorrido con su discurso y su accionar es fortalecernos con su legado, que hoy tiene más vigencia que nunca. Es fuerza feminista clasista, anticapitalista e internacionalista de esta militante obrera, escritora, periodista y editora que hizo camino al andar, y que aún nos sigue convocando.
* Archivista, activista, periodista y escritora feminista LGTTBI.