Desde que se sancionó la Ley 27106, hace 11 años, el 23 de enero pasó a convertirse en el “Día del músico”. O al menos así la conoce el ciudadano de a pie, porque para los músicos e instituciones que velan por quienes practican el oficio se conoce como el “Día nacional de la persona música”. Entre las actividades que se desarrollaron el jueves último, a propósito de la fecha, la Unión de Músicos Independientes (UMI) organizó “El valor de la música en la sociedad”. El encuentro, realizado en el club de música en vivo Pista Urbana, ubicado en San Telmo, al caer la tarde, aprovechó la festividad no sólo para celebrar tan noble quehacer, sino también para que sus practicantes piensen, reflexionen, se escuchen y compartan sus preocupaciones, aciertos y opiniones acerca de su rol en esta época.
Tras el festival en defensa de los organismos de fomento a la cultura y las entidades de gestión colectiva del verano pasado, esta vez la propuesta de la UMI fue algo próximo a una mesa redonda. La actividad estuvo coordinada por Gustavo Rohdenburg, presidente de la Unión de Músicos Independientes, acompañado por la cantante Neli Saporiti. Justo fue ella quien argumentó la dinámica del encuentro. “Cuando nos propusimos hacer algún tipo de conmemoración para el ‘Día de las personas músicas’, pensamos en algo al revés de lo que sucedió en (la sala) CAFF el año pasado, que fue muy intenso y en el que quedó gente afuera”, evocó. “Si bien la situación no es tan dramática como en ese momento, hay algunas cosas paralizadas y bastante desorientación. Y nos pareció importante que nos encontráramos físicamente”.
A continuación, Saporiti compartió disparadores para la tertulia, como “El valor de la música hoy en día” y “El rol de los músicos como trabajadores culturales”. “¿Es importante que el Estado y la sociedad apoyen y reconozcan su labor? ¿Por qué nos identificamos como músicos independientes y autogestivos? Porque hablamos de correlación, de colaboración, de trabajo en red y de investigación para compartir información”, desmenuzó la cantante. “Nos preguntamos si existen políticas culturales específicas para la música o es que las políticas culturales en general también sirven para la música. Luego, los músicos como trabajadores, porque a veces no está esa idea. Al músico se lo concibe como artista, pero a su vez es un trabajador o trabajadora con características propias”.
Los músicos independientes y autogestionados, y su organización, son fundamentales para proteger la diversidad y la integración. Esto se opone a una visión individualista y meritocrática que deja de lado el trabajo colectivo. La UMI existe desde el año 2001, lo que dio pie para que florecieran nuevas asociaciones de músicos en otras partes del país e incluso la Federación Argentina de Músicos Independientes (en funcionamiento desde hace 12 años, nuclea a 38 asociaciones civiles de músicos y músicas independientes). Entre los logros conseguidos, destacan las leyes que protegen a la propiedad intelectual, los institutos que fomentan la actividad musical, los regímenes de apoyo para la cultura, el cupo femenino y el Instituto Nacional de la Música (INAMU), que vela por la música en vivo.
El encuentro organizado por la UMI sucede en un momento en el que los logros colectivos y solidarios son atacados constantemente, al tiempo que la defensa de los intereses pareciera no generar importancia en las nuevas generaciones de músicos y músicas. A eso se suma la desregulación de la creación de Sociedades de Gestión Colectiva de Derechos de Autor y derechos conexos, por lo que se puede pagar por el alquiler de una sala o el catering, pero no por la música que suena. Después de introducir el temario, los artistas tomaron la palabra. De las inquietudes que volcaron los músicos y músicas que asistieron, despuntó la carencia de financiamientos para el intercambio cultural. Lo que generó la falta de movilidad. Para un artista independiente, salir de gira es fundamental. Aunque es difícil de gestionar por sus medios.
Otro dato a tomar en cuenta es que el crecimiento abrumador del mercado musical transformó prácticamente a los músicos y músicas en esclavos de las redes sociales, lo que atenta contra la producción artística. Sobre todo en el caso de los artistas independientes. Esta dudosa democratización de la conexión e información también atentó contra la existencia de los medios de comunicación tradicionales, que históricamente fueron amplificadores de esta escena autogestiva. Una realidad que saltó a la luz a lo largo de la realización de “El valor de la música en la sociedad” fue el condicionamiento del precio de las entradas, a raíz del porcentaje que se llevan las ticketeras durante el proceso de venta. Se trata de una tajada importante que termina afectando en la recaudación de los recitales.
Esta circunstancia que se generó con las ticketeras trajo de vuelta en los últimos tiempos ese fantasma de que el músico al final de cuentas debe pagar para tocar. Ante esto, y sin ahondar en mucho detalle, Gustavo Rohdenburg y Neli Saporiti adelantaron que hay un proyecto de ticketera para resolver esa diatriba. Sin embargo, la información que llamó la atención, y que provino de quienes tomaron el micrófono, es el éxodo de los músicos argentinos hacia otras partes del mundo. Lo que los deja en una situación vulnerable frente al desconocimiento de esos nuevos contextos. En medio del tête-à-tête, tomó la palabra Diego Boris, ex presidente del INAMU (en la actualidad el ente es conducido por Bernabé Cantlon), previo a partir a una actividad en Avellaneda, con motivo “Día de la persona música”, cuya jornada fue elegida para tributar a Luis Alberto Spinetta, en la fecha de su natalicio.
“Quería hacer una reflexión”, dijo Boris, quien también es músico. “No hay que confundir la política cultural que desarrolla un gobierno elegido democráticamente con la política cultural llevada adelante para incentivar el desarrollo del arte dentro de la cultura. Una cosa es el ministerio de Cultura, cuya función es hacer una política cultural para la sociedad, y otra cosa es la política cultural diseñada para las actividades artísticas dentro de la cultura. No debería haber una relación de sumisión con los gobiernos circunstanciales. Fortalecer la independencia de los órganos de fomento, como el INAMU, el Instituto del Cine y el Instituto del Teatro, y generar la elección de sus beneficiarios, va a permitir desarrollar políticas hacia los sectores que hacemos parte dentro de la cultura de forma más permanente”.