Tras la voladura de los gasoductos rusos que le encareció la energía y la obligó a comprarla en Estados Unidos, Donald Trump acusó a Europa, en Davos, de ser “injusta” con su país y exigió a los gobiernos que dupliquen o tripliquen el gasto en armamento que, en general, deberán comprar al dispositivo armamentístico estadounidense. Javier Milei fue testigo del maltrato de Trump a sus principales socios y aún así se ofreció para ocupar ese lugar con un tratado de libre comercio con la potencia maltratadora.
A contrapelo de la idea de libre comercio, la posición de Trump fue “o China o nosotros” y “con las condiciones que imponemos nosotros”. No hay ni un resquicio para el famoso orden neoliberal que dicen representar. El discurso y las declaraciones previas de Trump ofrecen una idea de la visión trumpista del mundo. Cuando le preguntaron por la intención del presidente español Pedro Sánchez de regular los contenidos de odio, falsas noticias, juego, pornografía, estafas y manipulación en las redes sociales, Trump respondió con una broma: “¿España está en los BRICS?, porque si está en los BRICS le aplicaremos aranceles de hasta el 100 por ciento”.
Los megaempresarios tecnofeudales fueron invitados de honor en la asunción de Trump. En el esquema trumpista de poder mundial, constituyen la legión que garantiza hegemonía cultural. En esa respuesta sobre Sánchez, dejó claro que considera fuerza propia a estas megaempresas.
Y ha sido especialmente agresivo con los BRICS y en general con las asociaciones de economías emergentes que puedan obstaculizar la imposición de sus condiciones draconianas en el intercambio comercial. Javier Milei declaró que buscará realizar un tratado de libre comercio con Estados Unidos y que está dispuesto a que Argentina abandone el Mercosur, un organismo que fue creado, entre otras metas, para negociar en condiciones más favorables con las potencias.
El nacionalismo de las economías centrales es enemigo del nacionalismo en las economías emergentes o dependientes. Resulta inocente creer que por ser nacionalista, Trump sería aliado del peronismo. Más bien todo lo contrario: el nacionalismo del poderoso necesita un aliado obsecuente del lado menos fuerte. Por eso encaja a la perfección Trump con Milei. Pensó que se iba topar con más resistencia y se encontró con el más obsecuente.
Las políticas de Trump presentan las ideas de libertad económica y democracia como pura demagogia. Lo que llaman libre comercio es lo opuesto, o sea la preeminencia del poderoso. El más fuerte impone las condiciones, lo cual no tiene nada de libre ni de libertad, sino de sometimiento a imposiciones que siempre son desfavorables y empobrecedoras. En ese juego, los libertarios de Milei representan la esclavitud ante los poderosos y la entrega de derechos soberanos.
La preeminencia del poderoso es opuesta a la democracia. El discurso de Milei en el foro económico de Davos no fue sobre economía, sino a favor de la discriminación y los prejuicios como marco ético de la preeminencia del poderoso en la economía. Acusó a los organismos financieros internacionales de ser herramientas de extorsión para difundir la ideología “woke”, o sea los derechos de la mujer, y de las minorías de género o del cuidado del medio ambiente. Y generalizó el prejuicio de acusar de pedófilos a los homosexuales.
La razón de su oposición a las medidas de cuidado del medio ambiente se entiende porque suponen un alza en los costos empresarios. Para estos libertarios o ultraderechistas lo que importa es la libertad de los empresarios para destruir el ambiente si de esa manera aumentan sus ganancias. Total, las consecuencias más agudas con las grandes sequías, los incendios y las inundaciones las sufren los más humildes.
Las diatribas grotescas contra mujeres y homosexuales provienen de tres personajes con antecedentes llamativos. Donald Trump ha sido condenado por abuso sexual a una periodista y acumuló 26 denuncias por acoso a mujeres, por las cuales tuvo que pagar millones de dólares; Ellon Musk desheredó y declaró muerta a una de sus hijas porque es transgénero. Y el mismo Milei, cuya única relación femenina comprometida es con su hermana y nunca estuvo casado ni queda claro si tiene parejas o contratos de relaciones públicas.
Con esos antecedentes ninguno de los tres califica para estos temas. Sin embargo se han convertido en los voceros más importantes de una ofensiva anticivilizatoria en Occidente. Para ellos, el derecho siempre es del más fuerte, tanto en la economía como en todas las formas de las relaciones entre los seres humanos. Constituyen la representación del patriarcado en sus más altos exponentes.
El discurso de Trump en Davos causó preocupación en Europa y excitación en los inversionistas norteamericanos. Milei, que había creado cierta expectativa en la entrevista sobre economía que le hicieron en Bloomberg, no fue muy aplaudido al día siguiente cuando hizo su discurso en el Foro de Davos, en el que casi no habló de economía y se dedicó a hablar contra lo que denomina la ideología woke y a criticar a las instituciones europeas, incluyendo al Foro.
Trump buscó sacarle inversionistas a Europa y exigió a sus gobiernos que aumenten del actual 1 o 2 por ciento del PBI, a un mínimo del 5 por ciento el gasto militar. En la entrevista con Bloomberg, Milei hizo gala del ajuste, del respaldo ciudadano, del superávit y del control de la inflación. Todos temas que agradan al oído empresario, pero que los economistas ven con preocupación, en algunos casos porque los índices están inflados o parcializados los datos y en otros porque no son resultados sostenibles.
La inflación y el dólar acechan en todas las pesadillas del gobierno cuyas reservas están en un nivel similar a las que dejó Sergio Massa. Luis Caputo no acompañó a Milei a Davos y tuvo que regresar al país. Un día después de criticar a los gobernadores de la región centro que habían reclamado por las retenciones, tuvo que anunciar una disminución de la carga.
La baja de las retenciones tiene lógica porque el precio internacional de la soja cayó en forma sustancial pero además mostró la necesidad de dólares en el gobierno. La baja de las retenciones busca que rindan las exportaciones y entren dólares. Igual que la decisión de mantener altas las tasas de interés reveló el temor de una retirada en masa del capital especulativo, llevándose los pocos dólares que quedan en el Banco Central. La escasez de dólares empuja su valor hacia arriba, pero atrás del dólar se van los precios.
Estos temas formaron parte de la negociación con el FMI, al que el gobierno le ha pedido de todas las formas imaginables que le suelte un crédito de once mil millones de dólares para sostener el precio de la divisa hasta las elecciones de octubre. El Fondo es reacio a quedar expuesto con un préstamo que otra vez financie la fuga de capitales y exige que se libere el precio del dólar, lo que empujaría otra vez la inflación. Pero el gobierno sabe que si crece la inflación antes de las elecciones de octubre, perderá gran parte del respaldo.