En el noreste de Valencia, Estado Carabobo, Venezuela, se erige un monumento que honra una vida marcada por la resiliencia. La Estatua de la Negra Hipólita, situada en el Parque Negra Hipólita, es más que una pieza artística: es un símbolo de justicia histórica hacia las mujeres afrodescendientes, cuyo rol fundamental en el desarrollo del país ha sido invisibilizado.

Hipólita Bolívar nació en 1763 en San Mateo, una localidad situada en el actual Estado Aragua. Fue asignada como nodriza de Simón Bolívar tras la muerte de su madre biológica, María de la Concepción Palacios y Blanco. Hipólita desempeñó un rol crucial en la crianza del futuro Libertador, convirtiéndose no solo en su fuente de alimento, sino también en su figura materna, confidente y protectora durante sus primeros años.

Más que una simple cuidadora, Hipólita asumió un papel central en la vida de Bolívar, brindándole un entorno de estabilidad y afecto en medio de cambios drásticos que marcaron su infancia. Simón Bolívar reconoció este vínculo en múltiples ocasiones, sus cartas evidencian un profundo respeto y gratitud hacia Hipólita, quien no solo lo cuidó en cuerpo, sino que también influyó en su formación emocional y humana.

A lo largo de su vida, Hipólita enfrentó su condición de esclavizada, siendo una mujer fuerte y resiliente. En 1822, Bolívar le otorgó la libertad, un acto muy significativo tanto en lo personal como en lo político. Este gesto, acompañado de la asignación de una pensión mensual, demostró el profundo aprecio que el Libertador sentía hacia ella, asegurándose de que sus últimos años fueran vividos con la dignidad que merecía.

El monumento dedicado a Hipólita Bolívar fue realizado por el escultor Alexis Mujica en 1983. La escultura, que representa a Hipólita en una pose majestuosa y reflexiva, fue renovada en 2005 para devolverle su esplendor. En 2004, el área que rodea la estatua fue renombrada como Parque Negra Hipólita por decreto del gobernador Luis Felipe Acosta Carlez, consolidando el protagonismo de esta figura histórica en el espacio público.

En 2017, los restos de Hipólita Bolívar fueron trasladados al Panteón Nacional, junto a figuras como Matea Bolívar y la Jefa Apacuana. Este traslado fue un reconocimiento tardío, pero significativo, que situó a Hipólita en el lugar que le corresponde dentro de la memoria histórica del país.

Reconocer a Hipólita Bolívar es reivindicar a todas las mujeres afrodescendientes que, como ella, jugaron un rol fundamental en la historia de Venezuela. Su figura, inmortalizada en el monumento, nos recuerda que la construcción de un país libre y justo no puede llevarse a cabo sin atender las reparaciones históricas que se deben realizar con el pueblo negro, pueblo que es parte constitutiva de la identidad nacional venezolana.