Escuchar El Transa Atlántico, de Agustín Priotto, es asomarse a muchas historias, pasadas y presentes, que miran (cantan) con atención y dicen sin ambages. El título del disco -y de la canción- guarda en su palabra partida la ironía: basta con leer de otro modo lo mismo para que surja algo más. “La idea del disco salió un poco así, desde ese primer tema y a partir de una pregunta mía: ¿quiénes somos los rosarinos?”, comenta Agustín Priotto a Rosario/12.

“Más allá del Monumento a la Bandera o de Newell’s y Central, quise plantear una serie de relatos que se contrapongan a ese mito que generalmente se arma desde Buenos Aires, cuando se habla de Rosario en términos de inseguridad o de lo que sea. Para no ser el relato de otro, mejor relatarnos nosotros. En este sentido, hay dos compositores que me gustan mucho: Leonel Capitano y Juan Iriarte, sus canciones tienen anclajes en lugares de la ciudad, y quise hacer este disco de una manera así, identitaria, preguntándome quiénes somos y qué se puede relatar de los barrios. En primer lugar, asumiendo que no soy un rosarino de primera generación; es decir, mi papá y mi mamá son de distintos lugares de Córdoba, han venido acá a buscar trabajo, a estudiar. Todo lo que fui conociendo de la ciudad no lo mamé por historias de abuelos o tías, sino a partir de amistades y ciertos trabajos. Desde ese lugar hago mi relato y me pregunto por mi identidad en esta ciudad”, continúa el músico.

-¿Cómo te fuiste encontrando con las músicas que conforman al disco?

-“El Transa Atlántico” salió en forma de milonga y marcó un poco la cancha, en el sentido de que yo todavía no me daba cuenta de cómo agrupar las canciones. El disco ronda entre lo interno y lo externo, con canciones que están dedicadas al Saladillo y al Ludueña, y otras a algún personaje. Había algunas canciones ya compuestas. Pero en el verano del 2023 me quebré la mano y no pude tocar la guitarra. Fue el momento para sentarme, escribir y canturrear, y así fue apareciendo la decisión de que el disco fuera del género folclórico de la ciudad.

-Uno comienza la escucha y el tango parece protagonista, pero es uno de los muchos géneros presentes.

-Nosotros tenemos la parte urbana, y ahí sí salen el tango, la milonga, el vals, pero después te vas para el río y ya tenés el litoral: el chamamé, la guarania; y si te vas para el otro lado tenés la pampa, donde aparece la huella. Todas fueron decisiones, que más o menos fui encontrando. También las letras te van llevando, porque para contar ciertas cosas es necesario quizás un estilo; que es por ejemplo lo que usé para “Asalto en el cercano oeste”, donde se narra un robo que se hizo en el ‘95, una historia que siempre me pareció interesante: fue en el Banco de Santa Fe, anterior al robo del siglo y muy parecido. Los ladrones fabricaron una balsa, se metieron por el Ludueña y estuvieron meses haciendo un túnel. Me pareció que podía llegar a ser un estilo, porque se hace con décimas y te da la posibilidad de hacer otro tipo de relato. Por otro lado, la postura de ese tema es la de decir que si bien la delincuencia existe, yo me quedo con la delincuencia que se organizó, pensó un plan y no lastimó a nadie. Por eso, el tema arranca describiendo un poco la realidad narco de los barrios. Para otro tema más jocoso, como “El Canario Pena”, donde se rescatan los cafetines de antes, apareció la necesidad de un tanguito más criollo. En relación al Ludueña y el Saladillo, me parecía que tenían que ser chamamés. “El perro y el tiempo” es una huella, está basada en un cuento de Daniel Moyano, una historia que me emocionaba mucho y con la que quería hacer una zamba, pero cuando me senté surgió la huella. Así fueron tomando forma lo musical junto con las letras.

-El disco cuenta con participaciones muy estimables, que dicen también sobre la calidad del escenario musical de la ciudad.

-Cuando decidí que estaba listo y se podía hacer un disco, Martín Tessa fue quien me ayudó. Yo quería que él me hiciera los arreglos. Como cada canción es diferente, yo quería tocar tango con ciertas personas y chamamé con otras, pero Martín me propuso tocar con Masmédula, un quinteto que ya tiene sus años en la ciudad. Aceptaron con mucha alegría, pero también me señalaron que no se sentían cómodos con todas las canciones, por eso en el disco hay 8 canciones con ellos. Con Martín hicimos los arreglos de “El Canario Pena” y “Un vago que defiende a los vagos”; y como “El Transa Atlántico” es un tema que tiene varias versiones, quise hacer algo más libre y pensé en Joel Tortul, tremendo pianista. Con Nadia Larcher coincidimos en una guitarreada, le comenté sobre “El perro y el tiempo”, le encantó el tema, y además ella es fanática de Daniel Moyano.

Como bien dice el músico: “El disco solista es como una etiqueta, porque en realidad estuve acompañado por muchas personas, como Ana Paula Berardo, una gran cantora de la ciudad, también diseñadora gráfica; me ayudó con la tapa porque, para mí, la gráfica tenía que ser como una canción más. También colaboró otra amiga muralista, China del Río, sacando fotos y buscando lo que quería representar de la ciudad. Hasta que llegué a la idea del kiosko de ventana, que para mí es significativo, por el lugar que ocupa en los barrios y por lo que representa para mi generación. Lo contactamos a Nano Pruzzo, y fue él quien encontró el kiosko con el que hizo esa foto hermosa”.

El Transa Atlántico tuvo una presentación en el Atlas, en noviembre pasado, pero las posibilidades que abre recién comienzan. Según Priotto, “Joel Tortul me tiró una idea que me gustaría desarrollar, que es la de tocar el disco en un barquito, como el de Ciudad de Rosario; hacer el espectáculo ahí, e ir a las bocas del Saladillo, el Ludueña. También hablé con unos amigos para que estas canciones se transformen en relatos gráficos, en historietas. El disco es una invitación a que empecemos a relatar con más amor nuestra ciudad”.