Este lunes se cumplen 21 años del femicidio de Sandra Cabrera. La madrugada del 27 de enero de 2004, recibió un disparo en la nuca que terminó con su vida, en Iriondo al 600, cerca de la terminal de ómnibus, donde trabajaba y militaba por los derechos de las trabajadoras sexuales. Tenía 33 años y una hija de 8. A más de dos décadas de aquel hecho impune, su rostro sigue siendo bandera de la lucha de sus compañeras por los derechos laborales que no dejan de reclamar. Como cada enero, se renueva el pedido de justicia y hoy "más que nunca" cobran vigencia las demandas que ella inició como secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) Rosario.
Miryam Auyeros, referente de Ammar en Rosario, y quien fue compañera de Sandra, sostiene que la dirigente les dejó "un legado" y que cada día trabajan para reivindicar su lucha. "Estamos en una situación complicada, después de tantos años, de habernos podido hacer visibles y reconocidas como trabajadoras, con las compañeras trans, y ahora se complica con lo que dice el gobierno", señaló en relación a los derechos conquistados a lo largo de los últimos años en materia de género y diversidades, que se están viendo amenazados.
Para las meretrices, las dos décadas transcurridas fueron años en los que reivindicaron "aquello que inició Sandra junto con otras compañeras que han quedado en el camino, por eso nos ponemos al frente y continuamos esta lucha". En ese sentido, destacó "todo lo que ella hizo, el organizarnos, capacitarnos, fue para poder decir que somos trabajadoras sexuales, con la cabeza en alto. En ese momento nadie nos escuchaba, y (lo que cambió) fue gracias a ella", aseguró.
Sobre el día a día, Myriam señaló que la situación económica trae otro tipo de complicaciones que las llevó a reorganizarse. "Ammar se formó para capacitarnos, para hacer valer los derechos que tenemos, para cuidar nuestra salud, y no para hacer asistencia; pero hoy tenemos que hacerlo, tenemos que estar repartiendo cajas de mercardería, alimentos, porque hay compañeras no tienen para comer, para darles de comer a sus hijes, para pagar un alquiler, hay compañeras que están hacinadas y otras que duermen en las plazas", sostuvo. En ese sentido, cuestionó también que hay "faltante de preservativos y de medicación para quienes tienen VIH. Todos esos problemas son los que venimos afrontando en el último año".
Además, recordó que hasta hace unos meses tenían diferentes zonas de trabajo en la ciudad, y que ahora, por la situación económica, el trabajo se concentra sobre todo en la terminal, donde se dieron situaciones que las llevaron a pedir reuniones con diversidad, derechos humanos y otras áreas. "Las que somos referentes del trabajo sexual y de organizaciones estamos enfocadas en estas cuestiones, en que las compañeras puedan trabajar tranquilas". En ese sentido, planteó que abordar las situaciones del día a día para ellas es "una forma de homenajear a Sandra y lo que ella hacía por nosotras".
Como dirigente social, Sandra había denunciado que por su trabajo eran perseguidas, detenidas y extorsionadas por la policía. Incluso, pocos días antes, había denunciado complicidad policial con el proxenetismo y la trata. Pese a los reclamos por justicia, la causa penal tuvo un solo procesado, Diego Parvluczyk, quien era subjefe de la Policía Federal de Rosario y tuvo una relación con la víctima. Finalmente fue sobreseído en 2007, por falta de pruebas. Para la Justicia, los testimonios de las compañeras de Sandra, en el expediente, eran de "personas con actividades callejeras que transcurren sus madrugadas con un itinerario errante".
La lucha por los derechos de las meretrices llevó a que en abril de 2010 se sancionara la derogación de los tres artículos del Código de Faltas de la provincia, vigentes desde 1940, para que la Policía deje de perseguir y discriminar la actividad de las trabajadoras sexuales.