Parafraseando el “She´s a Rainbow” de The Rolling Stones, en Prime Suspect (reciente estreno de Apple TV+) “los números están en todas partes”. Tal máxima guía a Edward Brooks (Leo Woodall), explorador de las matemáticas que ha dado con algo peligroso. Pariente lejano del Josh Nash de Una mente brillante (Ron Howard), algo turbado como Jim Carrey en El número 23 (Joel Schumacher), y muy cercano del Max Cohen de Pi (Darren Aronofsky), descubrió un patrón que puede predecir lo aleatorio de la naturaleza. Vale decir que, a diferencia del primero, no tiene esquizofrenia y tampoco es un místico que encuentra inspiración en la cábala. Sin embargo, en este thriller de ocho episodios, tan certero como conspiranoico, hay varias cuentas por resolver.
La entrega creada por Steve Thompson (Doctor Who, Sherlock) ofrece un McGuffin simpático en tanto “el objetivo” es doble. Puede referirse tanto al protagonista como a los números primos. El joven está fascinado con lo que proponen los rivales de las cifras compuestas. Una chica del campus lo invita a su cumpleaños y él se queda fascinado con los dígitos 23. Lo mismo cuando observa una bandada de aves moviéndose sin aparente sentido o al contar los pétalos de una flor. “¿Y qué si las reglas fueran diferentes? Si los números no se movieran de acuerdo a lo planeado”, le dice a Robert Mallinder (David Morrissey), un profesor de Cambridge inquieto porque la institución que cobijó a Isaac Newton y Charles Darwin corre de atrás a Oxford, Stanford y el MIT en cuanto a aportes científicos. Pero lo que le propone Brooks lo descoloca por completo. Ese “unicornio racional” podría sumir al mundo en un caos sin precedentes.
Prime Target saldrá de la especificidad de claustros británicos para aguijonear con el ritmo y las claves del espionaje persecutorio. Todos estamos siendo vigilados y un descubrimiento como el de Brooks enciende las alarmas para los servicios de inteligencia: su teoría podría servir de llave maestra para abrir todas las claves del globo. Ergo, también va a ser preciado por terroristas tecnológicos. “Los nerds matemáticos se volvieron los tipos más problemáticos del mundo”, alerta Taylah Sanders (Quintessa Swindell), agente de inteligencia y sostén del protagonista, incluso en contra de la voluntad de su jefa. Jane Torres (Martha Plimpton) de la NSA es partidaria de “neutralizar” el objetivo para prevenir este Y2K real. Trampolín para que la narrativa y la cámara vaya de Inglaterra a Francia con destino final en Bagdad. Otro personaje clave será el de Andrea Lavin (Sidse Babett Knudsen, de Borgen), especialista en cultura musulmana.
Como en Leonardo, otra de las producciones de Thompson, eventos y nombres de la Historia se conjugan con el frenesí ficcional. Una de las líneas argumentales más sugestivas está vinculada con el aporte de los árabes a la matemática. Así, entre el juego del gato y el ratón, aparece la historia del sabio persa a quien se le debe el concepto de algoritmo y una biblioteca incunable en la capital iraquí. Lo mismo para las menciones a Pitágoras y la cerrazón del raciocinio occidental. Finalmente están las preguntas del protagonista sobre su propia cordura e identidad, para quien el tiempo corre. ¿Por qué? "Todos los matemáticos hicieron su gran aporte antes de los 29 años”. Número primo, otra vez.