En apenas un puñado de líneas, Javier Milei demostró una nueva clase de ambivalencia: trató de redoblar la apuesta con frases amenazantes, aunque en el mismo escrito dice que lo sacaron de contexto cuando vinculó la homosexualidad con la pedofilia. Algo está claro, la resistencia frente al Gobierno ya está en marcha: la convocatoria del 1 de febrero es apenas una muestra.

"No se pongan en nuestro camino. Frente a cada curva que ustedes quieran inventar, nosotros vamos a seguir acelerando.", amenazó Milei al final de su escrito en Twitter. Antes intentó decir que el texto que leyó en Davos fue para hablar "en la cara de las élites globales" sobre la ideología de género que "nos está condenando al fracaso". "Planteamos que escudados en buenas intenciones y discursos bien pensantes, pretenden imponer una agenda cuya única consecuencia es la expansión infinita del Estado; y en consecuencia, la muerte de la libertad", expresó Milei. 

Eso sí, toda esa aparente valentía quedó reducida a una simple lógica: él puede decir lo que quiere, pero si alguien le responde, ya es una amenaza. Así, la avalancha de críticas tras su discurso en Davos es producto de acusaciones "por algo que no dijo". Los textuales de Milei son claros: dijo que el feminismo es una "distorsión", a la vez que trató de sentenciar que "la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil". 

También, se hizo un tiempo para defender al magnate Musk -parte de la élite global- para decir que sus gestos en su última conferencia de prensa no fue "un saludo nazi". Nada dijo acerca de si el apoyo a AfD, la ultraderecha germana, es un acto fascista o bien, un apoyo a las ideas "de la libertad". 

Quizás lo más interesante del discurso de Milei fue el dardo a Jorge Macri, primo de su ¿aliado? político. Es que el alcalde porteño fue una de las pocas voces del PRO que no hizo oídos sordos frente a la reacción conservadora del presidente. Milei no le perdonó ese accionar, dijo que se quiso "anotar un poroto" en las elecciones y le criticó haber contratado a un consultor político que antes trabajó con Sergio Massa. La gran duda que resta responder es si ese cruce quedará en una anécdota si el PRO finalmente se mimetiza en una alianza electoral con La Libertad Avanza o bien, es un indicio de la diferencia irreconciliable, la misma que tiene el Presidente con aquellos que defienden los derechos LGBT.