“Sin trabajadores no hay memoria”, cierra Christian Dürr el mensaje de solidaridad que grabó desde el memorial de Mauthausen, en Austria, y rebotó en redes sociales con especial dedicación para sus colegas argentinos, a días de haber sido despedides. “Argentina es una referencia global en términos de memoria. Apoyamos la reincorporación de los trabajadores”, insiste el curador de la muestra principal de Mauthausen que en diálogo con Página/12 amplió los fundamentos de su preocupación por el plan de vaciamiento de políticas públicas que el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel.
Mauthausen fue el campo de concentración nazi más gande de Austria y cabeza de la red de centros de exterminio de la zona. Tras el fin del nacionalsocialismo, el espacio se conservó como memorial desde 1949. Hoy es el espacio de memoria más importante del país. Dürr está a cargo de las exposiciones tanto del lugar principal como de los centros satélites. El complejo recibe más de 300 mil visitantes en el año de todo el mundo.
–¿Qué importancia tienen los trabajadores de espacios de memoria como Mauthausen en la transmisión de la memoria?
–Somos una institución estatal, estamos 100 por ciento financiados por el Estado de Austria. Hasta 2017 el lugar estuvo bajo la órbita del Ministerio del Interior y desde entonces logramos independizarnos dentro de la estructura del Estado, lo cual nos permitió crecer. Somos unas 120 personas trabajando en diferentes áreas. El área pedagógica, cuyo trabajo es de los más importantes en cuanto a la función del memorial, es la más grande, cuenta con 70 guías que acompañan las visitas en el memorial y sus satélites. Tenemos un área de archivo, en donde vamos resguardando toda la documentación vincualda a la historia de estos lugares en donde mataron a tantas personas y que está a disposición del público. Tenemos un área de investigación porque lo importante es también que todo trabajo que se haga en sitios como éste, como los argentinos también, sean llevados a cabo con exactitud científica para evitar posibles vicios de ideologización, de negacionismo en cuanto a los temas que trabajamos. Y finalmente también tenemos el área de exposiciones, de la que me hago cargo yo, que se ocupa de todos temas de armar exposiciones tanto permanentes como temporales en los diferentes sitios que tenemos. Queda en evidencia, entonces, que todo este trabajo obviamente es imposible sin la gente que lo hace, sin los trabajadores.
--¿Qué significa que espacios de memoria sean vaciados de trabajadores?
--Te hablo en términos personales, y no institucionales. Pienso que sociedades como la alemana, la austríaca y también la Argentina, que tienen una historia traumática en relación de los crímenes contra la humanidad, los del nazismo, los de la dictadura, están atravesados por un trauma social. Y este trauma social hay que elaborarlo de algún modo. Los juicios de lesa humanidad en Argentina son un modo. Pero los sitios y espacios de memoria son otro con una potencia de llegada a la sociedad muy particular. Su preservación, su puesta en acción en la vida social cotidiana, cumple un rol fundamental en el dar testimonio, en evidenciar aquello traumático que nos atravesó como sociedades. Acá, en Europa, por ejemplo, estamos ingresando al momento en que ya no quedan más testigos directos de los crímenes. Así que los lugares, para nosotros y para el mundo, los espacios en donde esos crímenes sucedieron son el único ancla que tenemos a esta parte de nuestra historia. Y en ese sentido son fundamentales. La gente viene a ver esos lugares para entrar en contacto con la historia. Sin embargo, estos lugares no hablan solos. Se necesita de personal, de trabajadores especializados, que logren traducir lo que está inscrito en estos sitios para que el público que viene a visitar pueda entender. Ante este trasfondo, el vaciamiento de los sitios de memoria pone en peligro todo lo construido décadas antes. Argentina fue un modelo para muchos países en cuanto a cómo tratar con una historia traumática. También para nosotros lo fue, para quienes sostenemos estos sitios. Mirábamos a Argentina para ver qué herramientas, qué caminos podíamos tomar. Ahora todo esos se va vaciando y desarmando y causa en mí preocupación.
–La avanzada de gobiernos de ultraderecha no es algo que sucede solo en Argentina, sino más bien una ola que va sumando casos en el mundo. ¿Ves que la intención de modificar la lectura de la historia sobre los crimenes de la última dictadura en Argentina puede llegar también a Europa?
--En cuanto a la llegada de la ultraderecha al poder creo que la situaciones están parecidas en muchos lugares en el mundo. Ahora en Austria, por ejemplo, estamos a punto de tener el primer gobierno liderado por un partido de extrema derecha, que ganó las elecciones en otoño pasado. Y claramente la derecha hasta la extrema derecha tiene su agenda también en términos de política de memoria, que a veces tiene que ver con simplemente negar los crímenes cometidos o hacer caso omiso de esa historia, otras busca tergiversar o relativizar los hechos. Creo que eso es un fenómeno que se puede observar en nivel global, inluso Estados Unidos tiene un movimiento de extrema derecha con una política de memoria muy particular en términos de cómo se trata con los crímenes y los “héroes” de la guerra de secesión.
–¿Cree que a partir de esto los espacios como Mauthausen pueden correr el mismo camino que los de Argentina, por ejemplo?
--Eso depende mucho de cada país. Acá, por ejemplo, tenemos que tener en cuenta que del nacionalsocialismo pasaron muchos años. Este año conmemoramos el 80 aniversario del fin del nacionalsocialismo. Ya pasaron ocho décadas. Al principio, sobrevivientes y familiares de víctimas luchaban en soledad, bastante. para empujar una respuesta y acompañamiento de parte de estados que hacían caso omiso. Las políticas públicas de memoria se instalan recién en Austria de los años 80 o 90. Pero hay que decir también que ahora esa política está fuerte y las instituciones, creo yo, mucho más sólidas que en otros países. Creo que resultaría difícil desarmar lo que se construyó en estos últimas décadas, lo que no quiere decir que no tengamos cierto miedo o expectativa de que haya en el futuro intereses políticos que busquen desarmar esto. Hay leyes que son la base de todo y son fuertes.
--Bueno, en Argentina también hay leyes que, por ejemplo, ordean la preservación de sitios y espacios de memoria....
--Claro, de ahí la cierta expectativa. Por otro lado también se sabe muy bien acá que la mirada de otros países es importante. Y el gobierno, aunque sea de extrema derecha, va a tener cuidado de tocar nuestra institución porque solo le traerá mala reputación.
–¿Qué mensaje le da a les trabajadores no solo de espacios de memoria, sino de las políticas públicas de memoria, verdad y justicia en general, que son los que las volvieron concretas?
--Lo que puedo decir es que, aunque sea difícil, tienen que seguir luchando. Les digo que estén tranquilos y conscientes de la importancia del trabajo que están haciendo para toda la sociedad, aún si quizás una parte de ella no lo reconozca o siquiera lo piense. Hay gente alrededor del mundo, como yo, que están a su lado.