Meses atrás Elon Musk había puesto su agenda antiwoke sobre la mesa en una entrevista con el gurú conservador Jordan Peterson, en la que declaró que “el virus woke” había matado a su hijo. El pasado diciembre militó a favor de un partido político alemán de extrema derecha, el AfD, llegando a postear en X que sólo éste “puede salvar a Alemania” y hace unos días, en el desfile inaugural de Donald Trump, otro cruzado antiwoke, hizo el saludo nazi en señal de agradecimiento a sus seguidores. Nuestro presidente Javier Milei salió a defender a su admirado Elon Musk en redes sociales y hasta en el discurso que dió en el Foro Económico Mundial de Davos, de lo que llamó “wokismo enfermizo” y “zurdos hijos de putas”, entre otras vaguedades violentas.
El término "woke" (de “awake”, despierto en inglés) nació en los Estados Unidos como una expresión de alerta y conciencia frente a la injusticia racial. En los últimos años ganó popularidad a través de movimientos sociales antirracistas como Black Lives Matter, convirtiéndose en un llamado a permanecer vigilantes y comprometidos en la lucha contra el racismo estructural y otras desigualdades. El ataque de Milei contra el "wokismo internacional" y las supuestas cosas que representa no es un acto aislado; forma parte de una estrategia global de las nuevas derechas que han construido una caricatura del término, lo han vaciado de su verdadero contenido y lo utilizan para deslegitimar cualquier política/persona/discurso que mínimamente desafíe el statu quo de desigualdades sistémicas.
En el discurso pronunciado en Davos, nuestro presidente arremetió contra el “movimiento woke", al que calificó, entre otras cosas, como un virus mental que desvía a las naciones occidentales de una supuesta senda de progreso. Con cinismo argumentó que a partir del triunfo del liberalismo en el siglo XIX “Occidente pudo dar rienda suelta a la capacidad creativa del hombre, dando inicio a un proceso de generación de riqueza nunca antes visto”, gracias a la convergencia de la revolución industrial y los valores fundamentales como “el respeto a la vida, la libertad y la propiedad que hicieron posible el libre comercio, la libertad de expresión, la libertad religiosa y el resto de los pilares de la civilización occidental”, como si el genocidio contra los pueblos originarios y la esclavización de las poblaciones afrodescendientes de Nuestra América no hubiese existido, como si esa riqueza se hubiera repartido, como si esa riqueza no se hubiese conseguido en base a siglos de trabajo esclavo y al robo de los recursos naturales de pueblos diezmados. Dolido por la acusación de nazi de su gran amigo Musk, en lo que debía ser una refutación de esa acusación Milei acaba confesando públicamente su racismo, definiendo a Occidente como la expresión superior de la especie humana: “Occidente representa el pico de la especie humana, la tierra fértil de su herencia grecorromana y sus valores judeocristianos plantaron las semillas de algo inédito en la historia.”
En este sentido, el antirracismo debe ocupar un lugar central en cualquier proyecto de organización social que busque confrontar a estas derechas. Especialmente en Argentina donde las estadísticas y las narrativas oficiales suelen negar el racismo estructural en nuestra sociedad, relato que excluye y marginaliza a las poblaciones originarias, afrodescendientes y pobres de nuestro país. Es decir, la mayoría, el pueblo. La casta existe y es, por definición, lo opuesto al pueblo. Casta son los oligarcas, los Macri, los Bullrich, los Blaquier, los empresarios especuladores, los bancos usureros, los medios de desinformación, los medio pelo y los tilingos subsidiados que sacan sus fortunas del país para no pagar impuestos, los hijos-de, los segunda/tercera generación de político (también del campo nacional y popular) que no saben lo que es tomar un colectivo. Que Milei pida prestada la caricatura yanqui del woke es una anécdota. Hay que mantenerse despiertos para poder identificar a los habilitadores de Milei y su proyecto anti-negros, anti-pueblo.
Sólo el pueblo salvará al pueblo. La salida es colectiva, con organización y lucha. Nos vemos en las calles.