Víctor Hugo Morales cuestionó en su editorial al Gobierno de Javier Milei y su avanzada constante contra el propio Estado. Tras poner la lupa sobre la “batalla cultural” que lleva años instalándose en el país para hegemonizar las posturas neoliberales, afirmó que “parece mentira” que haya gente que piense que es mejor hacer un brutal ajuste antes de las elecciones para atraer el electorado.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Lo que escuchamos de Rodolfo Aguiar, titular de la Asociación de Trabajadores del Estado, es una advertencia frente al brutal ataque neoliberal contra el Estado. Los preparativos se encaminan a una reducción absoluta de los servicios públicos.
Están haciendo cuentas y han decidido comenzar por los trabajadores, para "recuperar" lo que entregan a los capangas del campo eliminando una parte de las retenciones.
En el Calendario del Infierno de Carlos Almenara, que repasa los años de Macri, la fecha de hoy en 2016 marcó la detención de Rodolfo Aguiar en Río Negro, mientras defendía a la Universidad del Comahue.
El destino de lucha de algunas personas parece engrandecerse con cada nuevo terremoto neoliberal.
Sin embargo, este gobierno, aunque tenga nombres propios, representa la culminación de años de batalla cultural contra el Estado. En la tapa de algún diario cómplice, los supuestos choques con el Presidente por sus contradicciones apenas son un espectáculo; todos acompañan la agenda económica. Es el triunfo del libertinaje corporativo.
A tal punto llegan, que intentan hacerlo todo con rapidez, antes de las elecciones, creyendo que eso les beneficia. Parece mentira, es el mundo al revés. La gente, tras años de escuchar que "hay que terminar con el Estado", lo ve con buenos ojos. Luego, lloran, pero siempre es tarde.
El manoseo a la dignidad de los trabajadores parece ser un placer adicional para algunos. El parlanchín de Davos no oculta su entusiasmo mientras aplica medidas insultantes, descabelladas y estúpidas, como el examen de idoneidad. Estúpido procedimiento por donde se lo mire.
Ya echaron a decenas de miles en 2024, y el país, donde figuras como Sturzenegger parecen ser la norma, debería detenerse y mirarse al espejo.