La colocación de nueva deuda externa y la emisión de más Adelantos transitorios del Central son algunos de los mecanismos que deberá seguir utilizando el sector público para financiarse en los próximos años si se avanza en la reforma tributaria, laboral y previsional que se anunció en las últimas semanas. Estudios fiscales a los que accedió Cash arrojaron que para 2022 el Tesoro perderá una recaudación equivalente a 2,5 puntos del Producto Interno Bruto. Ese monto en números de hoy equivale a más de 100.000 millones de pesos.
Las propuestas de reforma resultan ineficientes para el sector público. Esto se debe a que año a año se incrementará el déficit fiscal (por la pérdida progresiva de recaudación) pero sin tener impacto sobre el crecimiento del mercado interno (porque se restan beneficios para sectores de mayor propensión a consumir). Las medidas provocan también una mayor tensión para el Banco Central, que deberá seguir emitiendo para sostener el rojo fiscal y para comprar dólares de la deuda externa al Tesoro. Este último mecanismo es el que potenció en los últimos meses las presiones sobre las Lebac, puesto que la autoridad monetaria insiste en retirar la emisión de pesos a través de operaciones de mercado abierto.
“Las reformas son un elemento que, lejos de moderar los problemas estructurales, aumentan la distorsión que enfrenta la economía”, indicaron en el Observatorio de Coyuntura Económica y de Políticas Públicas (Ocepp), a cargo del economista Itai Hagman. Ese instituto realizó uno de los informes más completos sobre el impacto para las finanzas públicas de las reformas. Estimó que en 2022, si se llevan adelante las propuestas, la pérdida neta de recaudación será del 2,5 por ciento del PIB. La cifra se alcanzó de la siguiente manera. La disminución de ingresos por ganancias de las empresas será de 0,4 por ciento, al tiempo que por contribuciones patronales se perderá el equivalente al 1,1 por ciento y por impuesto al cheque 1,2 por ciento. En contraste, se anotará una leve mejora de la recaudación por inclusión de la renta financiera (0,2 por ciento del PIB) y del cambio en impuestos internos (0,1 por ciento).
La caída de ingresos por las reformas impositivas, según Ocepp, no se compensará por el resto de las reformas. “La menor recaudación derivada de los cambios tributarios y laborales no será cubierta por el menor gasto en jubilaciones y prestaciones sociales”, aseguró el informe. “Lo que se recaudará por nuevos impuestos que se crean representa sólo un 10 por ciento de lo que se deja de recaudar por impuestos que se bajan o eliminan”, detalló a este suplemento Pablo Wahren, economista del Observatorio. Agregó que “uno de los principales afectados de la reforma será organismo de la seguridad social, puesto que sufrirá la baja de contribuciones patronales, al tiempo que perderá 20 por ciento de la recaudación del impuesto a ganancias (porción que tenía asignado en forma automática) y, aunque en el corto embolsará el 100 por ciento del impuesto al cheque, en el mediano plazo el tributo desaparecerá”.
La tendencia que marcan los economistas es uniforme. Los problemas productivos del país, con una industria que no crece hace años, se potenciarán en los próximos años con problemas financieros. El rojo fiscal en aumento, fomentado por la reducción de impuestos, el avance de la deuda externa, el incremento del stock de Lebac y la salida de divisas por ahorro, turismo y comercio exterior serán elementos difíciles de controlar en los próximos años. “Las tres reformas son parte de un mismo programa económico, a partir del cual el equipo económico argumenta que logrará atraer inversiones y transformar problemas estructurales del país, pero que en realidad sólo potencian los desequilibrios financieros”, cerró Ocepp.