La región del Catatumbo, en Colombia, vive la mayor crisis humanitaria desde la firma de los acuerdos de paz en 2016. Los últimos días, los ataques por parte del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) contra integrantes del Frente 33 de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se intensificaron al punto de dejar al menos 80 muertos y más de 40 mil desplazados. Según los últimos reportes, entre los fallecidos hay tres niños, siete firmantes de paz y once líderes sociales.
Los primeros ataques ocurrieron el jueves pasado. A partir de ahí los mensajes desesperados desde las comunidades que residen en la zona comenzaron a circular por las redes sociales y grupos de WhatsApp. Las imágenes de personas asesinadas a quemarropa en sus autos y hogares también se viralizaron rápidamente.
“Estamos refugiados en una loma porque la situación de conflicto entre el ELN y las FARC se agudizó. Van muchos muertos. Han matado excombatientes, se han llevado detenidos. Están entrando a las casas sacando a todos: mujeres, niños, todos. Temo por mi vida”, dice mientras se graba con el celular Carmito Abril, líder social de la región del Catatumbo, en un mensaje compartido por el diputado Gabriel Becerra, integrante de la coalición Pacto Histórico, en las redes sociales.
Abril urge a los organismos del Estados, a las organizaciones sociales y a la comunidad internacional a brindar ayuda en el territorio. “Están matando a excombatientes, los están matando a diestra y siniestra. Tenemos mucho miedo, el ELN nos va a matar, está matando a la gente”, sigue el ruego.
Víctimas fatales y desplazamientos forzados
Según estiman las organizaciones sociales, los enfrentamientos habrían dejado unas 80 víctimas mortales, aunque muchos de los cuerpos no pudieron ser rescatados todavía por la fuerza pública.
De acuerdo a los reportes del Instituto de Estudio para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), entre los fallecidos hay tres niños, un bebé de 9 meses y dos adolescentes de 14 y 16 años; cinco firmantes de los acuerdos de paz y once líderes sociales. Desde el organismo indicaron que los desplazados superan las 42.200 personas.
"Lo que ha cometido el ELN en el Catatumbo son crímenes de guerra. Se suspende el proceso de diálogo con este grupo, el ELN no tiene ninguna voluntad de paz", afirmó el presidente colombiano, Gustavo Petro, luego de conocerse los ataques.
Uno de los primeros hechos sangrientos en trascender fue el ocurrido la noche del miércoles 15, cuando el auto en el que se trasladaba el dueño de una funeraria, junto a su esposa y sus dos hijos fue brutalmente atacado. En el ataque murieron Miguel Ángel López, Zulay Durán Pacheco y Miguel Herney López Durán, un bebé de nueve meses. El otro hijo de la pareja, de 10 años, sobrevivió y logró escapar con ayuda de los vecinos.
El propio presidente se pronunció sobre esta masacre. “Toda persona civil asesinada, todo combatiente asesinado en estado de indefensión, es una violación al DIH (...) Ustedes rompieron el DIH y por ello se convierten en criminales internacionales. Crímenes contra la humanidad y crímenes contra la Paz”, escribió el mandatario en las redes sociales.
Conmoción interior
Luego de cuatro días de ataques, el presidente colombiano declaró el estado de conmoción interior y emergencia económica para contener la ofensiva emprendida por el ELN. "Se declara el estado de conmoción interior y el estado de emergencia económica. Espero del poder judicial su apoyo", anunció Petro.
Finalmente el decreto se oficializó el viernes pasado. La medida abarca al menos once municipios del departamento de Norte de Santander, incluyendo Tibú y otras localidades de la región del Catatumbo.
El estado de conmoción interior es una medida extraordinaria, contemplada por la Constitución, que le permite al Gobierno sancionar decretos, movilizar tropas, reasignar recursos y ejecutar programas sociales en las regiones afectadas para enfrentar la crisis de seguridad.
Además, la Fiscalía de Colombia decidió reactivar las órdenes de captura contra los negociadores de paz del ELN después de que el presidente colombiano, Gustavo Petro, ordenara la suspensión de los diálogos por los "crímenes de guerra" que esa guerrilla está cometiendo en el Catatumbo.
La Fiscalía había levantado las órdenes a 31 miembros del ELN, entre ellos los miembros de su cúpula, alias 'Antonio García', 'Pablo Beltrán' o 'Aureliano Carbonell', para que en noviembre de 2022 se reanudaran las negociaciones de paz con el Gobierno de Petro.
Por último, el Ejército colombiano anunció el inicio de "operaciones ofensivas" en la región del Catatumbo. "Hemos utilizado la artillería. Estamos adelantando operaciones ofensivas, pero también operaciones para controlar los corredores de movilidad y llevarle seguridad a las personas que están en los centros urbanos cercanos al municipio de Tibú”, declaró el general Eric Rodríguez, jefe de operaciones del Ejército.
Pero qué pasó antes
Para Laura Capote, especialista en el conflicto armado de Colombia e integrante de Alba Movimiento -una organización que agrupa a colectivos sociales de toda la región-, hay dos elementos claves para entender qué es lo que está pasando con la intensificación de la violencia en esta región del noreste de Colombia. Uno de estos antecedentes está relacionado con el incumplimiento de los términos del Acuerdo firmado en 2016, opina.
“Para transformar las condiciones históricas del conflicto hay que entender las características sociales y políticas que le dan origen al conflicto armado. En este sentido, el Acuerdo de 2016 debía garantizar la participación política y protección de los guerrilleros que dejaran las armas y proponía la conversión voluntaria de los cultivos ilícitos. También había un compromiso con la transformación de las condiciones de pobreza estructural”, explica. Por lo contrario, agrega: “Lo que pasó estos años es el asesinato de cientos de firmantes y guerrilleros”.
Frente a esta variable histórica, hechos de coyuntura terminaron de calentar el escenario. “Catatumbo es la región principal del cultivo de la hoja de coca y una de las rutas principales del narcotráfico. Los grupos armados ahí tienen un acuerdo de división de territorios y del negocio de la droga. A partir de noviembre hubo una serie de pérdidas de droga, producto de algunas incautaciones y otras hechos, y ahí comenzaron las disputas”, remarca como antecedente directo de la escalada de violencia.
Pero lo que más preocupa de estos últimos ataques del ELN es que fueron perpetrados contra la población civil, por eso las escenas sangrientas recordaron a las peores épocas del conflicto. “Los campesinos dicen que fue una arremetida del ELN contra la población. Cuentan que los líderes de la guerrilla pasaban buscando casa por casa a dirigentes sociales y firmantes de paz”, agrega Capote.
Para la investigadora y periodista colombiana, poner un manto de duda sobre el carácter civil de los firmantes pone en riesgo a todo el país y todo lo avanzado hasta ahora con los acuerdos de paz. “Que la guerrilla ponga un mando de dura, como si los firmantes jugaran a dos bandos nos devuelve a los peores años del paramilitarismo. El uribismo decía: no son campesinos son guerrilleros. Ahora ellos hacen lo mismo pero desde el otro bando”, explica
Hacia el cambio cultural, la única salida
Para los investigadores, los acuerdos de paz de 2016 marcaron un antes y un después en la sociedad colombiana. De alguna manera, el debate nacional involucró a todos los actores, incluso a quienes vivían en las ciudades alejados de la percepción tangible de lo que sucede en las zonas afectadas. “Antiguamente, la única percepción de la guerra en las ciudades era el desplazado, quienes llegaban a las ciudades desplazados de sus territorios para engrosar la economía de la supervivencia”, explica Capote.
“El acuerdo de paz trajo un cambio cultural, hoy hay un país preocupado por lo que está pasando en el Catatumbo y esto antes no era así. Hoy se consolidó la idea de que se necesita una perspectiva humana y para la vida. Algo que se ha demostrado en Colombia es que la guerra no se gana con guerra, que la única forma de avanzar es con dialogo político y con voluntad de paz”, finaliza.