Blair lo hizo de nuevo. La cantautora de 23 años volvió a salirse con la suya. Hace unos días fue el target de las puteadas fáciles en las redes sociales por rendirle homenaje a David Lynch, el autor norteamericano de Blue Velvet y Mulholland Drive. Pero unos días después, el jueves pasado, dio un show para más de 1600 personas que la aplaudieron, le gritaron y cantaron sus canciones en la Ciudad Cultural Konex. Que le demostraron, una vez más, que hay vida por fuera del telefonito. Fue en la apertura de Parador Konex, donde compartió cartel con Juliana Gattas.
Algo similar pasó en diciembre de 2023, cuando la figura de Blair apareció en las pantallas de cientos de miles de usuarios de Twitter e Instagram: había acompañado a Louta como telonera de Taylor Swift, una de sus más grandes ídolas, frente a más de 70 mil personas. Lo que empezó como un chiste de Twitter se convirtió, primero, en un huracán de hate; después, en un sueño hecho realidad. "Si me querías ver muerta / Me lo tendrías que haber dicho antes / Nada me hace sentir más viva", canta Swift en su último disco, The Tortured Poets Department. Y Blair lo sabe mejor que nadie.
A dos años de su disco debut, Llorando en la fiesta, y con la promesa inminente de un segundo disco, Blair dejó en claro por qué su carrera avanza con fuerza durante el anochecer del jueves pasado en la ex fábrica de aceites del Abasto. Fiel al espíritu del disco, que transita entre el pop alternativo y las referencias a los '70, Blair ofreció un show cargado de emociones y energía. No solo cantó sus temas más virales, como Opuesto complementario –que incluye una referencia a Tu misterioso alguien, de Miranda!–, sino que además presentó Todo lo que tengo, un tema del disco que espera lanzar este año. "Lo viví muy bien al show. En la prueba de sonido pensé que me iba a morir de calor, pero veía a la gente saltando y cantando, y eso fue el motor para decir 'Dale, sí, dalo todo'", le cuenta al NO.
- La semana pasada te mataron en Twitter por llorar la muerte de Lynch y días después tocabas para 1600 personas, ¿cómo viviste el contraste?
- Así como yo soy fan de David Lynch y me puse triste porque la persona que amo se murió, debe haber gente que es superfan de otras cosas y también se pone triste por ellas. Y una vez que te toman de punto en las redes, ya te matan por todo, ¿viste? Pero si te parás a reflexionar dos segundos, sos igual a la persona que estás puteando, solo que quizás no te animás a actuar como actué yo. No sé, todavía no lo entiendo muy bien. Me angustio y lloro y me baja la presión cuando veo mi nombre en Tendencias. Pero trato de mantenerme al margen, disociar un poco y decir "Bueno, qué se yo, yo soy así y punto".
- Tocar en vivo parece demostrar que hay una vida allá afuera, ¿no?
- Sí. Me pasó justo el otro día que me putearon por Lynch. Salí porque tenía que hacer unas cosas, me puse a hablar con el chofer, fui al mercado de San Telmo y charlé con la gente. Vos pensás, de repente, que todo el mundo te odia. Pero ahí me di cuenta de que todas estas personas están con sus vidas, no saben ni quién sos, ¿viste? Pero sí, las redes tienen esa inmensidad de darte a pensar: "toda Argentina me odia".
- ¿Cómo cambió tu posición y tu mirada de la escena después de telonear a Taylor Swift?
- Más allá de mi lugar en la escena, te puedo hablar de cómo veo la vida en general después de Taylor. Suena muy cliché, ya lo sé, pero me enseñó que la vida es muy loca. Fue así: yo no tenía nada que perder y dije "Bueno, a ver qué pasa si insisto un poco con eso". ¿Viste ese dicho de que "el mundo es de los caraduras"? Pensé algo así. Y al final, de alguna forma, lo terminé cumpliendo. Entonces siento que a partir de eso ya no doy nada por sentado. No me limito a soñar más algunas cosas.
- ¿Qué más te dejó esa experiencia?
- También me enseñó que puedo salirme con la mía con toda la gente que me putea. A partir de eso no me dio más vergüenza decir las cosas que sueño en voz alta. Porque a veces una por ahí dice "Ay, no, van a pensar que soy re agrandada, no sé qué". Pero no: son sueños que están ahí, que todos tenemos. Algunos hacemos cosas distintas para lograrlos.
- Ahora compartiste cartel con Juliana Gattas, ¿qué representa ella como artista para vos?
- A mí me gusta mucho lo que está pasando ahora con Juliana y su carrera solista. Es como un ave fénix. Ella viene de estar en Miranda! hace años, deben hacer 80 shows por mes, son conocidos mundialmente. Y de repente dijo "Bueno, voy a sacar mi disco solista y lo presento en Niceto", ¿viste? Y eso es muy loco. Que alguien que haya hecho miles de estadios y haya viajado por el mundo se haga el lugar de hacer un diario personal suyo y abrirle el corazón a la gente, así tenga que empezar de a poquito de nuevo, me parece increíble. Me gusta mucho también que le guste el cine, que sea actriz. Creo que se da el lujo de hacer lo que quiere cuando quiere. En eso nos vemos reflejadas: en la gente que hace lo que se le canta. El otro día, hablando con ella, dijo que nuestros discos son como un capricho de nuestro corazón. Y me pareció muy lindo.
- Tus letras son melancólicas: hablan de ser fuerte en la soledad, de no estar muy cuerda, de relaciones que salieron mal. ¿Estás de acuerdo con la visión de que todo el arte es una forma de sublimar experiencias dolorosas?
- No veo al dolor siempre como la raíz. Creo que es, por ahí, el porcentaje más alto, si lo ponés en una balanza. Pero hay muchas canciones y obras que salen de otro tipo de sentimientos. Hasta ahora, nunca me pasó. Nunca pude decir "Ay, estoy feliz, voy a escribir una canción feliz". Pero sí siento que el arte ocupa el lugar de una psicóloga, ¿no? Un ejemplo, sin desmerecer a los psicólogos –que las personas vayan a terapia, por favor–: yo dejé terapia hace un año porque se había ido el precio por las nubes. Y de repente me encontré escribiendo cosas. Después de volverlas algo lindo, cantarlas y que la gente las cante y me comparta cómo se siente con eso… de alguna forma me sana. Me parece que es cierta esa oración sobre la sublimación del dolor, pero no creo que se limite únicamente a eso. De hecho, hay mucha gente que hace arte basado en amar la vida. Mirá a Spinetta, por ejemplo, con algunas de sus letras.