Elon Musk hace el saludo nazi y los voceros libertarios dicen que está arrojando corazones. El presidente Javier Milei dice que va a ir a buscar a los zurdos a donde vayan y Guillermo Francos aclara que es para invitarlos cordialmente a charlar.
En algunos puntos, si se mira hacia un momento de la Argentina que fue ayer nomás, cuesta hacer la caracterización de "estafa electoral". En campaña se escuchaba el mismo tenor de odio e ignorancia que ahora. Y parte del electorado de La Libertad Avanza que, tal vez, en algún recoveco interior no se sentía cómodo con el grado de brutalidad de la fuerza libertaria, decía cosas como “exagera, en entrevistas se le sale la cadena, pero no lo va a hacer”.
Era clárisimo para quienes hacia en año 2023 ya venían estudiando los devenires de las derechas radicales del norte y del sur global... El carácter antifeminista, homofóbico y antitrans -y en el caso norteamericano, también el fuerte componente supremacista- son elementos centrales y explícitos de las plataformas de las nuevas derechas globales. Son temas que están en el corazón de estas propuestas. Si este año en su discurso en el Foro de Davos Milei optó por poner en primer plano su diatriba homoodiante y ultramontana, quizás sea porque el proteccionismo de Trump -que mantuvo su eje económico en el incentivo a la producción nacional- lo deja en teoría, aunque no en la práctica, desacoplado. Eso sí, en los temas de la llamada batalla cultural encuentran los dos mandatarios una sincrónica.
La buena noticia es que la comunidad lgbti y los feminismos -así, ungidos como están en "el enemigo más temido" de las derechas radicales, de Trump a Milei- tienen una historia de resistencia. Y esta podría funcionar como un motor de unidad y estrategias colectivas para un proyecto más amplio. En este número de SOY, hay algunas reflexiones y hojas de ruta para leer en ese sentido todo lo que pasó desde principios de la semana pasada, y empezar a pensar de cara a la marcha del orgullo antifascista del 1 de febrero.
Las feministas y las personas lgbti cuentan con una expertise que salta de generación en generación que lleva a encontrar los modos de organización desde los lugares más marginales, de construir con otras personas, de nunca estar solas ni aunque querramos, de bajar las pretenciones con tal de no romper lo común, de resistir con todo en contra y generar salidas con creatividad desde los tiempos en los que éramos mala palabra.
Hay una historia de organización muy lejos del mainstream (más cerca de las cucarachas que de los ministerios). Incluso (¡o sobre todo!) cuando la ley no acompañaba sino que echaban tierra. En el contexto que sea, hay intersticios.
Así como sucedió en 2015 y en 2018 -y ahora tal vez incluso un poco más- la variedad de colectivos que llaman a unir filas contra la bajada fascista y el modelo de hiperconcentración de la riqueza de Milei da cuenta de que no hace falta sentirse parte del colectivo de la diversidad sexual. Tampoco hace falta someterse a un feministrómetro para participar de la expresión de oposición que se prepara para el sábado que viene. Muchas de las personas que no tienen un recorrido de participación política orgánico van a poder encontrar inspiración y pertenencia en eso que se empezó a amazar en la asamblea de Parque Lezama.
Va a ser clave que muchas de esas personas que no se sienten hoy directamente afectadas -o por lo menos no como parte de los blancos principales del gobierno-, se acerquen, se manifiesten. Digan cómo se sienten con el grado de oficialidad que ha tomado la injuria. Del modo que encuentren. Aunque no sea por solidaridad. Que por lo menos sea por eso que busca transmitir el famoso poema que se le adjundica a Brecht -pero que no es de él-: "Cuando los nazis encarcelaron a los socialdemócratas, / guardé silencio..."