TEXTO: Yumber Vera Rojas

FOTOS: Alejandra Morasano

Antes de que regresaran a escena para tocar The Judge, en las pantallas laterales del Movistar Arena circuló un video, registrado en la previa del show, donde el fandom argentino de Twenty One Pilots demostraba su pasión por el dúo. Ya fuese luciendo su merchandising, encarnando al frontman con alguna máscara, mostrando las manos pintadas de negro o enseñando carteles artesanales alusivos al grupo. En tanto eso sucedía en el estadio, ya afuera, sobre la Av. Corrientes, una larga hilera de chicos y chicas hacía vigilia para la función de hoy, también agotada, como la de anoche. El fenómeno viene en construcción desde hace tiempo pero este desenlace, al menos hace unos años atrás, era imposible de descifrar. Ni siquiera cuando reemplazaron a Blink-182 en el Lollapalooza local de 2023.

La banda estadounidense regresó anoche a Buenos Aires como parte de la gira mundial de Clancy, su séptimo álbum de estudio, publicado en mayo del año pasado. Si bien no faltaron los hits de sus discos anteriores, el fuerte del repertorio y la estética del show giraron en torno a ese trabajo. Y el cantante Tyler Joseph y el baterista Josh Dun no se corrieron del guión pese a que esta oleada de calor tiene jadeando a toda la ciudad, lo que puertas adentro se maximizó, dejando a más de uno empapado o knockeado. En ocasiones se los vio ataviados con un outfit endiabladamente sofocante, aunque lo llevaron estoicamente. De hecho, Tyler entró al tablado de forma enmascarada, para hacer la hiphopera Overcompensate, que inaugura el trabajo que los trajo a este rincón.

Mantuvieron la métrica rapera en el primer tramo de las dos horas de evento, de la mano de las ya clásicas Holding On to You y Car Radio, de su disco Vessel (2013), y la novel Vignette. Tras escuchar a ese público cantar como si fuera la última vez que lo hiciera, llevando el gaño hasta donde el unísono lo permite, el vocalista, emocionado, sentenció: "De los recitales que hicimos hasta ahora, lo que está sucediendo en este momento en Buenos Aires es lo mejor que nos pasó". Y aún faltaba muchísimo para el final. Si bien el formato dúo se convirtió en tendencia en la música de habla inglesa luego de la pandemia, a Twenty One Pilots ese escenario inmenso jamás le quedó chico. Todo lo contrario: supo sacarle provecho a cada centímetro.

En Heathens, el tándem mostró su veta más pop. No sólo eso: a esa altura del show también había hecho gala de su multiinstrumentismo, así como de esa dialéctica que estableció entre el rap y el rock. Al tiempo que Tyler se colgaba el bajo y el ukelele, o tocaba el teclado, Josh alternaba la batería con el sintetizador. Previo al tema que aportaron para la banda de sonido de la película Suicide Squad, el grupo deslizó otros matices sonoros que lo distinguen. Si The Craving (Jenna's Version) tiene ese dejo romántico, potenciado por esa especie de charango hawaiano, Tear in My Heart apunta hacia un perfil más tradicional de la canción, afín a la de Imagine Dragons e inspirada en la de Cage The Elephant. Continuaron con Backslide, partícipe de Clancy y en la que exploran un rap más cerebral, y flirtearon con la new wave en Shy Away.

Foto: Alejandra Morasano
Foto: Alejandra Morasano

De la misma forma que esa performance abarcativa, dinámica y física que caracteriza a la banda, la paleta de estilos que maneja Twenty One Pilots es tan amplia que su condición de binomio queda en un segundo plano. Y eso lo confirma su abordaje del punk, el reggae y el rock alternativo, en un tema como Next Semester. O el pop groovero Routines in the Night, de su nuevo álbum de estudio. Como en tantos videos, Tyler lleva las manos pintadas de negro, así como su cuello, como metáfora de asfixia. Y es que fue la manera que encontró el frontman para representar sus problemas de ansiedad y depresión, lo que le permitió empatizar con millones de chicos y chicas que no se atreven a contar que padecen lo mismo por vergüenza, o a razón de los mandatos sociales.

El fandom de los nativos de Columbus es tan vasto que atraviesa por igual a metaleros, chetos, geeks y emos, tal como se pudo apreciar en el predio de Villa Crespo. Su propuesta hasta llegó a impactar a nuevas audiencias de público, y para muestra estuvo Max, un niño de unos seis o siete años que subió a cantar con ellos en la segunda parte del recital. Cuando terminaron de tocar Routines in the Night, Josh bajó y recorrió el borde izquierdo del campo hasta llegar a la mitad de ese sector. Ahí se subió a un mini escenario que se elevó por encima de la audiencia. Lo mismo hizo Tyler, aunque en el lado derecho. Y juntos, pero no revueltos, despacharon un set íntimo, devenido en una suerte de popurrí, por el que desfilaron Addict With a Pen, Migraine, Forest y Fall Away.

Mientras Tyler cantaba Mulberry Street en el medio del campo, Josh estaba de vuelta en el escenario principal. A partir del nuevo orden instalado por el steadycam, siguieron el recorrido de regreso del frontman hasta donde estaba su compañero. Una vez de vuelta, contemplaron desde una esquina del tablado la ciudad distópica de Dema, que a su vez se enmarca en el mundo metafórico de Trench, donde se desarrolla la trama que dio vida a Clancy. Este disco es el capítulo final de una serie de álbumes conceptuales, que arrancó con Blurryface (2015) y continuó con Trench (2018). Aunque el título de su predecesor, Scaled and Icy, es un anagrama de "Clancy is Dead", el personaje protagonista de la saga. Así de compleja y rica es la cosmogonía de Twenty One Pilots.

La última parte continuó con el post punk Navigating, de Clancy. En Lavish, también de ese material, el dúo dio una marcha marcial en medio del escenario con unos anteojos de carnaval carioca, y cerró ese repertorio con la íntima Paladin Strait. Entre una y otra, hicieron la trapera Nico And The Niners y el R&B digital My Blood. Luego de que Josh tocara la batería de modo faraónico (cargado por su crew en el campo), tras dar vueltas de ninja en el aire y después de que Tyler jugara con la pandereta con un plomo, la banda salió de escena. Sin embargo, al toque regresó para el bis. La rockearon una vez más con la oscura Jumpsuit, seguida por Midwest Indigo y Stressed Out. Al despedirse con Trees, los norteamericanos dejaron en claro que hoy la música es el arte de la diversidad.

Foto: Alejandra Morasano
Foto: Alejandra Morasano


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