La postal de Egipto, con sus pirámides milenarias y su vasto desierto, encierra también una historia económica que parece dividirse entre el pasado nacionalista de Nasser y las políticas liberales que lo sucedieron.

Actualmente, el Producto Bruto Interno (PBI) per cápita de Egipto se ubica en torno a los 3.500 dólares anuales. Sin embargo, como bien sabemos, este indicador si bien es bajo no capta las desigualdades ni refleja el bienestar general. El salario promedio ronda los 200 dólares mensuales, con un salario mínimo por debajo de ese nivel

Mientras tanto, la deuda del país casi alcanza el 100% del PBI, situación que plantea alarmas evidentes. Tiene una presión fiscal relativamente baja, del 14%, que es la envidia del actual presidente argentino, y un IVA del mismo porcentaje. Claro que nada de esto hizo que las desigualdades estructurales mermen pero llevó a que sistemáticamente tenga una mejor calificación de riesgo sobre su deuda que Argentina.

Herencia de Nasser y el Canal de Suez

Para entender los contrastes de Egipto, es clave mirar hacia el gobierno de Gamal Abdel Nasser (1954-1970). Bajo su liderazgo, el país adoptó un modelo nacionalista que buscó independizarse de las potencias extranjeras y priorizar el desarrollo interno. Era parte de la tercera posición, un Perón egipcio. Nasser lideró la nacionalización del Canal de Suez en 1956, un hito clave que aseguró el control del 12% del comercio mundial.

Durante su gobierno, Nasser implementó una serie de reformas económicas y sociales, como la nacionalización de bancos, la expansión de servicios de salud y educación gratuita, y la promoción de la industria pesada. La política industrial se enfocó en el desarrollo de bienes intermedios y de capital, lo que permitió una reducción de la dependencia externa y un crecimiento económico promedio del 4% anual. Todo este combo de políticas públicas llevó a que Egipto sea un país desendeudado y menos dependiente del exterior.

Expandió también la agricultura, duplicando su valor de producción mediante una reforma agraria profunda, limitando la cantidad de tierras que una persona podía poseer y fomentando la creación de cooperativas agrícolas.

En términos sociales, Nasser logró reducir la pobreza al 17% hacia el final de su mandato. Su figura fue tan significativa que más de cinco millones de personas asistieron a su funeral en 1970, un testimonio de su popularidad y legado.

Viraje liberal

Tras la muerte de Nasser, Egipto cambió drásticamente su rumbo económico. Las décadas siguientes estuvieron marcadas por privatizaciones masivas, eliminación progresiva de subsidios a alimentos y combustibles y la apertura al capital extranjero. Estas políticas fueron promovidas por organismos como el FMI, que también impulsaron la liberalización del tipo de cambio y una reducción de la intervención estatal.

Como resultado, la deuda externa de Egipto se sextuplicó en las últimas dos décadas. La pobreza, que había sido controlada en la época de Nasser, aumentó al 28%. Aunque el crecimiento económico reciente ha sido del 3-4% anual y la inflación se mantiene entre el 20-30%, estos indicadores no se traducen en una mejora visible en las condiciones de vida de la mayoría de los egipcios. Ciudades como El Cairo y Giza enfrentan problemas de infraestructura y una evidente falta de inversión en servicios públicos.

A nivel geopolítico y en plena zona de tensión global, Egipto está alineado con Estados Unidos. Ese teórico beneficio no se ve reflejado en una mejora de las condiciones de vida de los egipcios.

Lo que resulta inverosímil y que quizás nos permita entender el ciclo que está viviendo actualmente Argentina, es que cuando uno explora cuáles son las condiciones del retraso económico evidente de Egipto hay quienes 5 décadas después siguen culpando a Gamal Abdel Nasser.

*Economista y autor de Experimento Libertario.