El pastor Néstor Miguez, de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina (IEMA), ex presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) y reconocido luchador en defensa de los derechos humanos, escribió una carta personal a Javier Milei a propósito de las “expresiones agresivas, insultos y amenazas diversas sobre diferentes personas o grupos” que salieron de la boca del Presidente. Miguez, quien actualmente es presidente honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, le dice a Milei que “dentro de la división maquiavélica que usted hace de nuestra humanidad, aunque nunca milité en ningún partido político marxista, caería dentro de la categoría de ‘zurdo’ ” pero, agrega, “no creo que por ello merezca ser agredido, insultado, amenazado, ni yo, ni quienes comparten conmigo estas opciones de vida, ni nuestras madres”.
Por eso, sigue diciendo Miguez, “aquí estoy” y “no necesita ir a buscarme a ningún lado”, en directa alusión a las amenazas presidenciales. A renglón seguido el pastor afirma: “Y no estoy temblando, aunque sí muy dolido e indignado porque mi presidente constitucional nos agrede y amenaza con expresiones similares a las de los dictadores y genocidas”.
El pastor, que goza de mucho prestigio en el mundo ecuménico y de los organismos defensores de los derechos humanos, expresa su particular preocupación “por las condiciones morales y el efecto que (las expresiones del Presidente) tienen sobre nuestro pueblo”. En su presentación Miguez refiere que “soy teólogo y me he desempeñado como pastor evangélico por más de 50 años, acompañando a nuestro pueblo en diversas circunstancias”. Agrega que “mi teología se afirma entendiendo la libertad en términos muy distintos a los suyos” dado que “entiendo la libertad en términos muy distintos a los suyos”. Y afirma que “yo sigo lo que señala el apóstol Pablo: ‘Somos libres, pero no usemos nuestra libertad para satisfacer ambiciones personales, sino para servirnos mutuamente en el amor’ ”.
Señala Miguez que “en mi tarea pastoral he acompañado y servido a los más pobres y necesitados, he compartido mucho tiempo escuchando sus dolores y penurias y procurando traer alivio y justicia” y, en esa tarea, “me ha tocado recibir y albergar exilados, refugiados y migrantes”. Recuerda que “durante los tiempos de la dictadura conformé algunos de los organismos de derechos humanos” y “he participado con los pueblos originarios en sus reclamos por su dignidad, su cultura y territorios ancestrales”.
Afirma además el pastor metodista que “sostengo la necesidad de una distribución más igualitaria de los bienes que Dios ha dispuesto para la vida de todos los seres humanos, la dignidad de todos y todas, independientemente de sus situaciones de vida”. Y, por lo tanto, sigue diciendo, “sostengo que es necesaria la justicia social, y que haya leyes que regulen la actividad económica y el uso de la propiedad, defendiendo la posibilidad de acceso a la salud y a la educación en todos sus niveles”.
En función de ello Miguez vuelve a decirle a Milei “aquí estoy”. “Dispuesto a explicarle, como teólogo, sin agravios ni chicanas, por qué sus actitudes y medidas no pueden reclamar ‘las fuerzas del cielo’, ya que se alejan y contradicen de las enseñanzas de Moisés y los profetas de Israel, y sobre todo del Evangelio de Jesucristo (aunque algunos autopercibidos ‘evangélicos’ ignoren su propias doctrinas para conseguir migajas de poder)”.
Miguez, quien rubrica la nota como “ciudadano argentino”, finaliza su carta a Milei subrayando que “me preocupan las consecuencias morales de los dichos y actitudes suyas y de algunos de sus seguidores” porque “siembran odio, prejuicio, discriminación” y “siembran el peor de los males que puede afectar a un pueblo: la falta de empatía, la enemistad, el desamor, que finalmente terminan por destruir la justicia y la libertad”.