Ometepe 

(Luciano Saracino y Javier de Isusi / Comic.ar Ediciones)

Saracino y De Isusi cuentan seis historias pequeñas en torno a una pequeña isla en un lago nicaragüense. Seis historias con ribetes fantásticos, de sencilla sensibilidad y agradabilísimas desde lo gráfico: las acuarelas del dibujante son ideales para la propuesta. Un lago con encantos que pierden al incauto, un mito de creación, el duelo entre un cazador y un dragón emplumado, un duende encaprichado con la chica más linda del pueblo, un fantasma enamorado de una jovencita y una extranjera que trae el infierno. Si algo enlaza al menos cinco de los seis relatos es a tipos perdiendo la cabeza por mujeres. Hay también una suerte de sirena, infaltable en los cuentos del guionista.


No soy Hordak 

(Pedro Mancini / LocoRabia)

Siendo una obra “menor” dentro de la prolífica producción de Mancini, No soy Hordak es, también, el más claramente autobiográfico de sus trabajos (entre sus viñetas aparece una comiquería del circuito local y hay retratos de figuras del ambiente). Hordak (el villano de los dibujos animados) apenas disimula ser un alter ego de su autor, de plantear sus angustias, sus victorias y sus vicisitudes personales. Curiosamente, también es la obra que menos se apoya en la iconografía habitual del dibujante (sí, hay cosas que flotan, pero no inundan la página). Y aunque satisface las expectativas, resulta menos osada en lo formal, comparada con la tira Alien Triste, que produjo casi en simultáneo.


Jellykid vol.2 
Apocalypsis Aquarius 

(Franco Viglino / Purple Books)

La segunda entrega de Jellykid revela a un autor más maduro, mejor asentado en el relato, en sus personajes y con confianza en su obra. Todo redunda en un trabajo mucho más parejo y sólido en lo gráfico (el vol.1 tenía páginas muy buenas y otras más flojas) y un guión cohesivo. Viglino continúa ampliando el universo de personajes con poderes vinculados a la naturaleza, cuenta una nueva aventura y tira líneas hacia adelante. La saga de historieta juvenil de aventuras que propone es atractiva, entretiene y es, además, una de las pocas propuestas que el sector tiene para ofrecer a esa franja etaria. De celebrar, entonces, la evolución de su autor y el continuo aumento de nivel de su obra.


Lo salvaje 

(Pablo Vigo / Maten al mensajero)

¿Dónde reside exactamente la angustia existencial de los jóvenes adultos contemporáneos? Una respuesta posible se puede buscar (encontrar depende de cada lector) en el conjunto de historias que propone Pablo Vigo en Lo salvaje. Son historietas cortas publicadas originalmente en la revista Dopplegänger (editorial La Pinta) que compartía con Matías San Juan). Claramente influenciado por el cómic independiente norteamericano, en lo estético y en los mecanismos narrativos, Vigo consigue plantear la paradoja de una mirada a la vez distante y profundamente involucrada con sus personajes. Como si en esa ambivalencia relacional, más que en sus propios actos y pequeños padeceres, estuviera la clave para entenderlos.