"Desde Alaska a la Patagonia, América es una zona de paz", destacó el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, al recibir el Premio Nobel de la Paz que se le concedió por el acuerdo con las FARC y destacó el compromiso de todos los países de la región con el proceso que puso fin al conflicto armado en ese país. El mandatario colombiano agradeció al Comité Noruego del Nobel. "En esta ocasión no sólo premiaron un esfuerzo por la paz, ustedes ayudaron a hacerla posible. El sol de la paz brilla por fin en el cielo de Colombia y que su luz ilumine al mundo entero", cerró su discurso en la ceremonia realizada en Oslo.
Santos puso particular énfasis en el agradecimiento a quienes lo distinguieron, no sólo por el premio en sí, sino también por la oportunidad en que fue anunciado: cuatro días después del plebiscito que rechazó el primer acuerdo de paz con la guerrilla colombiana. "Llegó como un regalo del cielo. En un momento en que nuestro barco parecía a la deriva, fue el viento de popa que nuestro barco necesitaba para llegar al destino que todos queríamos: el puerto de la paz."
En momentos en que el acuerdo parecía naufragar, dentro y fuera de Colombia el premio a Santos fue visto como un espaldarazo al proceso de paz. Santos recordó en la ceremonia en la que recibió la distinción que "quedamos impactados cuando los votos del No superaron por estrecho margen a los votos del Sí" y contó que "muchos recordamos un pasaje de Cien años de Soledad: era como si Dios hubiese puesto a prueba toda capacidad de asombro".
Pese al fracaso en el plebiscito, el Gobierno de Colombia y las FARC decidieron mantener un alto el fuego bilateral y hacer ajustes y cambios al rechazado acuerdo, a partir de cientos de propuestas de los sectores que votaron en contra. Así, lograron el nuevo acuerdo que le permitió a Santos decir: "Hoy después de seis años de negociaciones puedo anunciar que el pueblo de Colombia está haciendo posible lo imposible: la guerra en nuestro país ha terminado."
Santos afirmó que el "primer paso" que hizo posible el acuerdo "fue dejar de ver a los guerrilleros como enemigos para considerarlos simplemente como adversarios" y que "humanizar la guerra es reconocer en el contrincante a un semejante, a un ser humano". Y, tras declarar que "América es una zona de paz", llamó a seguir el ejemplo de Colombia para terminar con la guerra en todo el mundo. "¿Por qué no pueden los dos hemisferios estar libres de ella?", se preguntó.
El presidente colombiano tuvo un particular "reconocimiento a los hombres que todos estos años negociaron en La Habana, tanto a los hombres del Gobierno como a los de las FARC" y a toda la comunidad internacional y los países de la región. "Todos -sostuvo- tienen razones para estar orgullosos de este acuerdo de paz."
A esa altura ya había recordado "la incisiva pregunta de Bob Dylan, mi colega en la recepción del premio Nobel este año, que tanto nos conmovió en los años 60 a quienes fuimos jóvenes entonces: ¿Cuántas muertes más serán necesarias hasta que comprendamos que han muerto demasiados? La respuesta, mi amigo, va volando con el viento, the answer my friend is blowing in the wind".
"La paz es de todo el pueblo colombiano", manifestó Santos y dijo recibir el premio "en nombre de 50 millones de colombianos, de las víctimas, de más de ocho millones de personas cuyas vidas han sido devastadas por el conflicto armado". Así abrió el pasaje más emotivo de la ceremonia, en el que señaló que "las víctimas quieren justicia, pero más que nada quieren la verdad" y les pidió a las presentes en la sala que se pusieran de pie. De pie, y varios de ellos con las manos entrelazadas, Pastora Mira García, Leyner Palacios, Liliana Pechené, Fabiola Perdomo, Ingrid Betancourt, Clara Rojas y Héctor Abad Faciolince recibieron un largo aplauso del auditorio.
Santos relató la historia de Palacios. "En febrero de 2002, un mortero rudimentario lanzado por las FARC cayó en la iglesia de su pueblo. Murieron cerca de 80 hombres, mujeres y niños. Leyner perdió 32 familiares, entre ellos sus padres y tres hermanos menores. Las FARC han pedido perdón por este hecho y Leyner, que ahora es un líder comunitario, los ha perdonado", contó el presidente colombiano para luego exponer "la gran paradoja" de que mientras muchos que no sufrieron la guerra en carne propia se oponen al acuerdo con la guerrilla, son las víctimas las más predispuestas a sellar la paz.
Sobre el final, Santos introdujo otro tema: el de la guerra contra el narcotráfico. "No se ha ganado ni se está ganando", advirtió y planteó que "no tiene sentido encarcelar a un campesino que siembra marihuana, cuando hoy es legal producirla y consumirla en ocho estados de Estados Unidos. La forma como se está adelantando la guerra contra las drogas es igual o incluso más danina que todas las guerras juntas que hoy se libran en el mundo y es hora de cambiar nuestra estrategia".