De los labios manchados de rojo del principal hombre de las tinieblas del rock salió una promesa solemne. "¿Hemos grabado más canciones?", preguntó Robert Smith, recostado en un sofá del estudio con sus galas negro tinta. "Puede que lo hayamos hecho. Es muy posible que hayamos grabado 32 canciones y tengo toda la intención de publicar la segunda parte de este proyecto en los próximos seis meses." Lo único que frenaba el decimocuarto álbum de The Cure era la burocracia de la discográfica.

Corría el año 2008 y, en un estudio de grabación de East Sussex decorado como un bosque encantado, estábamos realizando con Smith la única entrevista promocional del nuevo disco de The Cure de ese año, 4:13 Dream, continuación de su álbum homónimo de cuatro años antes. Para las legiones de fans oscuros y devotos de la banda, la revelación de que 4:13 Dream era la primera mitad de un álbum doble (y que pronto habría una pieza hermana más funesta) fue como enterarse de que Leonardo Da Vinci también había hecho una Mona Larry que tenía que sacar del cobertizo.

The Cure, un grupo que dominó el equilibrio entre el indie rock accesible y los éxitos pop ("The Lovecats", "In Between Days", "Why Can't I Be You?", "Friday I'm in Love) y los monumentos de exorcismo atmosférico y enormidad glacial que desgarran el alma, están detrás de algunos de los trabajos más seminales del alt-rock. Por ejemplo, la "trilogía gótica" de Seventeen Seconds (1980), Faith (1981) y Pornography (1982). O sus embriagadores discos de declaraciones como Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me (1987), Wish (1992) y Disintegration (1989). ¿Y ahora su propia versión de los gigantescos dos álbumes de Guns N' Roses, Use Your Illusion I y II? Demasiado bueno para ser verdad.

Seis meses después, la segunda parte de 4:13 Dream no se materializó. Seis años más tarde, en 2014, se habló de dos álbumes de adelantos, 4.14 Scream y un doble llamado 4.26 Dream, pero ninguno de los dos salió a la luz. Poco sabían los fans de Cure que la banda estaba en los inicios de uno de los silencios creativos más largos y frustrantes desde que los fanáticos de My Bloody Valentine tuvieron que esperar 22 años para una continuación del referente shoegaze de 1991, Loveless.

Smith ha tardado 16 años en publicar su decimocuarto álbum de estudio, Songs of a Lost World, haciendo que la discografía de Kate Bush parezca la serie de compilados Now That's What I Call Music. Pero hay un consenso general en que la espera valió la pena. Lejos de ser un lastre anticuado a través de la última década de estilos alternativos cambiantes, el álbum remodela maravillosamente la estética central de The Cure -rock crepuscular acechante, destellos galácticos, cataclismo de tormenta en el limbo- para la terrenal pero sintética era moderna. La primera canción, "Alone", combina un estrépito nu-shoegaze deformante con crepitantes cuerdas antiguas. "Warsong" es tan grunge y lodoso como cualquiera de los antiguos campos de batalla de PJ Harvey. "Drone: No Drone" es el intenso electro rock clásico de The Cure actualizado a la era de la vigilancia, mientras que "And Nothing is Forever", una canción sobre la promesa que Smith hizo de estar con alguien en su lecho de muerte, se despliega desde su vaporosa introducción de piano hasta convertirse en un corredor sónico de luz.

También es un disco en el que Smith madura filosóficamente. Su angustia y desesperación características se ven atenuadas por el sedante de la experiencia. Destaca la celebración y la nobleza de la muerte, la insensatez de la guerra, la fragilidad del amor y, en "I Can Never Say Goodbye", la cruel dureza del dolor.

Entonces, ¿por qué ha tardado tanto? Según una entrevista reciente de Smith con Matt Everitt, de 6 Music, los problemas que echaron por tierra el lanzamiento de Songs of a Lost World parecen haberlo dejado sin interés en seguir trabajando en el estudio. "No creo que haya habido un comienzo oficial para este álbum porque ha estado entrando y saliendo de mi vida durante mucho tiempo", dijo. "Hay varios momentos en los que pensé: 'Creo que vamos a hacer un nuevo álbum'. Y luego... pasaron otras cosas y la idea se fue retrasando".

En su lugar, sin un contrato discográfico que los apresurara, la banda se concentró en la actividad en vivo, tocando una serie de shows de Reflections en 2011 -reproducciones completas de sus tres primeros álbumes en una sola noche- y varias giras de festivales con el nuevo guitarrista Reeves Gabrels, ex integrante de Tin Machine y la banda de apoyo de David Bowie. Fue solo la proximidad del 40° aniversario de la banda en 2018, marcado por Smith como comisario del festival anual Meltdown y tocando en Hyde Park como parte de los espectáculos del British Summer Time, lo que planteó la perspectiva de un último golpe de estudio.

"Estaba pensando que haríamos algo que resumiera lo que es la banda y a dónde hemos llegado", dijo Smith sobre un disco que comenzó a escribir en 2017. "Era un gran plan y, según mi experiencia, los grandes planes generalmente no funcionan muy bien. No se estaba haciendo realmente por las razones correctas".

Smith imaginó las celebraciones del 40 aniversario de la banda como un buen momento para poner fin a The Cure. "Pensé que cada momento a partir de este punto es más o menos un bonus", dijo. "Pensé que el show de Hyde Park sería todo, que ese era el final de The Cure... Fue solo porque fue un gran día con una gran respuesta y lo disfruté tanto, y recibimos una avalancha de ofertas para encabezar todos los festivales europeos incluyendo Glastonbury, que pensé que tal vez no era el momento adecuado para parar".

El álbum de aniversario de 2018 inevitablemente no se materializó. En su lugar, en 2019, Smith anunció que The Cure había estado grabando algunos de los temas en uno de los estudios donde Queen había grabado "Bohemian Rhapsody". "Grabamos 25, 26 canciones", le dijo a Everitt. "Grabamos tres álbumes en 2019. Ese siempre fue el problema, porque he estado intentando completar tres álbumes. Mi idea era esta: después de esperar tanto, vamos a lanzar álbumes de Cure cada pocos meses."

Un Smith confiado insinuó una fecha de lanzamiento en Halloween: "Tengo la intención de que sea un lanzamiento en 2019 y estaría muy amargado si no lo es", según dijo a NME en ese momento. Pero su boca estaba escribiendo cheques que su agenda no podía cobrar. "Si tengo algo de lo que arrepentirme es de haber dicho algo sobre 2019", le dijo ahora a Everitt. "Realmente no debería haberlo hecho, porque acabamos de empezar a crearlo". Sin embargo, el tiempo extra que se tomó le permitió evolucionar la idea del álbum lejos de una celebración resumida de un año arbitrario. "Se hizo mucho más natural, mucho más artístico", dijo.

The Cure en los años jóvenes.
 

En una reciente entrevista en el podcast Sidetracked, de Annie Mac y Nick Grimshaw, el cantante y guitarrista sugirió que su descontento con 4:13 Dream, podría explicar por qué esperaron 16 años. "Estaba intentando hacer un álbum en 2008 que era un disco doble y era realmente extraño, tenía todo tipo de cosas en él, cosas instrumentales - y me presionaron para reducirlo todo a un solo álbum, que era demasiado largo y no funcionó", dijo. "Y nunca me he sentido feliz por ello. Me erizo un poco al respecto, porque en algún momento, antes de caerme, estoy decidido... Hay 13 canciones de esas sesiones que nunca se publicaron. Era un álbum doble y la idea de 4:13 Dream era que fuera como un sueño febril y resultó que no lo era. No era ni de lejos lo que yo quería que fuera. Y aprendí la lección, ¡quizá por eso no volvimos a grabar otro álbum durante tanto tiempo! Estaba tan asqueado por el proceso de... nos mercantilizaron, y realmente me disgustó mucho".

Durante la cuarentena pandémica, Smith se dedicó a leer vorazmente -Guerra y paz, todos los libros de John le Carré- y a escuchar demos de canciones descartadas de sesiones anteriores grabadas ya en 1991. Se agregaron temas de 2010, 2011 y 2013 y entonces Songs of a Lost World empezó a perfilarse. La clave de la cohesión fue encontrar un principio y un final para el disco. "Alone" se inspiró en el poema de 1902 “Dregs” de Ernest Dowson y "Endsong" en una noche estrellada que recordó a Smith una noche similar en 1969, cuando observaba las estrellas en el jardín trasero con su padre cuando el Apolo 11 aterrizó en la Luna.

"Recuerdo la sensación de 'no lo puedo creer'", dijo. "Crecí en los gloriosos 30 años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial: el mundo en el que nací mejoraba cada año. Parecía que el mundo seguía una trayectoria ascendente, y la llegada a la Luna formaba parte de ello. Y cuando cumplí 16 años, en el 75, pareció que el mundo se estancaba y desde entonces ha ido hacia abajo".

En junio de 2021, Smith empezó a hablar en la prensa de dos nuevos discos en ciernes, terminados de mezclar. "En mayo de 2022 prometió que el primero saldría antes de la gira europea de octubre (no fue así). Songs of a Lost World ("Canciones de un mundo perdido") era un disco de tinieblas, aunque en los tres años siguientes adquirió un aspecto más luminoso.

"Imaginaba que este álbum iba a ser implacablemente pesimista", explica, "pero algunas personas de confianza lo escucharon y me dijeron: 'Es demasiado, no podés esperar que la gente escuche tanta melancolía'”. Después de probar seis canciones durante la gira y retocarlas en el estudio, Smith redujo el álbum de 13 a 8 temas y sustituyó algunos de los temas más sombríos. "Es un disco mucho mejor por ello", concluyó, "porque tiene un poco de luz y oscuridad".

Anunciado de la forma más discreta posible -con crípticas postales a los fans y un único póster colocado frente al pub de Crawley donde The Cure dio sus primeros conciertos-, que Songs of a Lost World esté aquí es un pequeño milagro de estrellas alineadas, finales frustrados e inspiración incesante. Es un disco que se negó a perderse. Y aunque Smith afirma que tiene dos álbumes más casi listos para publicar (el que engaña una vez..., etcétera) antes de que planee retirar la banda cuando él cumpla 70 años en 2029, Songs of a Lost World funcionaría maravillosamente como una última palabra desamparada de The Cure. Sobre todo porque la austera "Endsong", de 10 minutos de duración, se cierra con el mundo entero de Smith disolviéndose en una negrura nihilista: "Me perderé en el tiempo/ sin esperanzas, sin sueños, sin mundo... me quedaré solo sin nada al final de cada canción", se lamenta. "Nada, nada, nada".

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.