En pocos días, el 10 y el 11 de febrero, Francia -el Grand Palais de París específicamente- será sede de una cumbre internacional sobre Inteligencia Artificial. Un encuentro en el que convergerán jefes de Estado y Gobierno y gurúes de la industria digital, entre otros actores; y que no será otra cosa que una "misa propagandística" y un "gran salto hacia adelante dirigido a la automatización cada vez mayor de los asuntos humanos". Quien lo advierte es el filósofo Eric Sadin, especialista en el impacto de la mutación tecnológica en sentido amplio. El autor de La era del individuo tirano -un título que resonó muy fuerte aquí, pues sus postulados empalmaron con la llegada de Javier Milei al poder- ha propuesto organizar una "contracumbre de la IA", a realizarse en el Teatro de la Concordia, en París, el 10.

La contracumbre

Es momento de dejar de "interrogar ingenuamente" a empresarios e ingenieros -a la vez "juez y parte" del problema- y dar voz a "personas provenientes de distintas corporaciones" que relaten "consecuencias concretas" vividas por la implantación de los sistemas de IA en sus entornos cotidianos. Este es el espíritu de la contracumbre. Un pasaje de las ideas de Sadin a la acción política, con acento en el testimonio, indispensable para trazar alternativas tal como lo planteó en Hacer disidencia, una política de nosotros mismos (2023).

"Que se nos cuente cómo, en la escuela pública, predominan la ausencia de concertación y el caos, y cómo vemos a gran cantidad de estudiantes que recurren al ChatGPT para hacer sus tareas, lo que lleva a que muchos profesores ya no entiendan el sentido de su misión. Que se nos cuente cómo hay grupos de prensa que cuentan con apelar a sistemas que garanticen las tareas de los secretarios de redacción y entonces puedan consagrarse a reducir a los empleados", escribió el pensador francés en un artículo publicado este viernes en el diario de izquierda Libèration, traducido al español por Margarita Martínez.

Continúa Sadin: "Que los traductores literarios nos hablen sobre esos editores que, desde hace no tanto tiempo, se valen de robots antes de entregarles textos sin pies ni cabeza, y que los obligan a empezar todo de nuevo, al mismo tiempo que les pagan cada vez menos, antes de, muy pronto, hacerlos desaparecer. Que los directores de películas de animación nos cuenten los procedimientos que, en algunos meses, erradicaron saberes únicos y adquiridos durante largo tiempo. Este tipo de testimonios abundará ese día. Y se trazará también un cuadro que documente el gigantesco impacto medioambiental ocasionado". Ya le han propuesto, según anuncia, apadrinar ediciones similares del acontecimiento en Berlín, México y Tokyo.

"Comprenderemos mejor, y mediante hechos, lo que se juega con la IA. Finalmente quedará expuesto el reverso de ese decorado que, hasta ahora, y durante demasiado tiempo, estuvo al abrigo de las miradas", postula el filósofo. Hace mucho tiempo que analiza el tema en sus ensayos. Su último libro -editado aquí por Caja Negra- se llama La vida espectral. Pensar la era del metaverso y las inteligencias artificiales generativas. En abril del año pasado visitó Buenos Aires, donde dio una conferencia y conversó con este medio tanto sobre el presidente argentino como sobre las advertencias y denuncias de aquel texto.

No hay grises en el planteo de Sadin, autor, también, de La humanidad aumentada (2013), La vida algorítmica. Crítica de la razón digital (2015), La siliconización del mundo (2016) y La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Anatomía de un antihumanismo radical (2020). Es, dentro del pensamiento occidental contemporáneo, una de las voces más críticas respecto del desarrollo e impacto de la IA. Hay dos de sus "resortes" que lo preocupan especialmente: los sistemas ya pueden interpretar situaciones de orden cada vez más diverso y recomendar acciones, erigiéndose así como "una instancia ordenadora que arrastra múltiples consecuencias jurídico-políticas, en particular en el mundo del trabajo". La otra cuestión es el "giro intelectual y creativo" que posibilitan, desde fines de 2022, las IA generativas. Ambas aristas conllevan a una "redefinición antropológica". La "gran pregunta moral y filosófica" es "cuál será, con precisión, nuestro rol sobre la Tierra" en un futuro no tan lejano.

La cumbre

Según publicó recientemente la agencia de noticias EFE, para la cumbre oficial se esperan mil participantes en representación de 60 países -políticos, empresarios del sector, científicos y actores del mundo del espectáculo-. De acuerdo al mismo medio, aún no hay confirmación acerca de dos presencias clave: la nueva administración de Donald Trump y el dueño de X, Elon Musk, quien esta semana sentenció que la IA superará a médicos y abogados ("y eventualmente a todos los humanos en casi todo"). Fuentes de la presidencia francesa restaron peso a la incógnita de esas presencias, indicando que el eje del evento será qué pueden aportar el país y el continente europeo al debate internacional. Sí se sabe que asistirán la gran mayoría de los gigantes de Internet y de la propia IA, como Sam Altman, director ejecutivo de OpenIA.

"Ensayarán una vez más la retórica aceitada en la que insisten desde hace años. A saber, que la IA representa el horizonte económico inevitable y luminoso de nuestra época. Por cierto, ya en camino, vamos a encontrar múltiples turbulencias, pero la regulación, no tenemos dudas, nos protegerá de las peores derivas", ironiza Sadin, crítico también de las IA "soberanas" (hay una "carrera industrial enloquecida que se dirige a que renunciemos a expresarnos en primera persona"). "Se trata de la misma cantinela que vuelve una y otra vez, y que sistemáticamente se conjuga en tiempo verbal futuro. Ahora bien, hay que decir que, al igual que en las ferias sobre tecnología que proliferan en todo el mundo, desde el momento en que se habla de futuro es porque siempre hay algo que vender." 

Esta "misa propagandística (...) comprometerá fondos públicos" y, con su "despliegue y pompa", contribuirá a "aumentar el valor bursátil de los grupos y start-ups presentes". El escritor analiza la aparición de demandas de ciertos sectores para insertarse en la cumbre, como el caso de las empresas de cobro y distribución de derechos de autor. La exigencia de "poner fin a la apropiación salvaje de fondos culturales" por parte de la IA es "legítima", pero de algún modo avala "los procesos que pretenden simular que los sistemas están dotados de capacidades creativas". Lo que tenemos enfrente no es una nueva disciplina, sino un cambio de paradigma. Una "máquina de triturar cultura". El tema del trabajo también llegaría a la cumbre, pero mediante "un prerrequisito doble que, un día, se revelará fatal: la optimización productiva y la adaptabilidad permanente". Un tercer eje tan relevante como la educación quedará, directamente, fuera de discusión.

Visiones antagónicas

"La IA, más allá de las meras cuestiones técnicas, debe ser vista como algo que está en el punto nodal de visiones antagónicas del mundo. Se encuentra entre, por un lado, un capitalismo en estado terminal que, desde su origen, considera a lo humano como una variable de ajuste, y que no dejó de mutilar a los seres humanos y devastar al planeta; y, por el otro, una poderosa aspiración a ser parte involucrada en los asuntos que nos conciernen, para expresar lo mejor posible nuestras facultades dentro de modalidades de organización en común que no lesionen ni a las personas ni a la biósfera", reflexiona el autor.

Con un "decisivo" apoyo del Sindicato Nacional de Periodistas, confía en su contracumbre, que incluye la premisa de una "movilización": "Llegó el momento de organizar espacios de trabajo y de establecer mapas, por sectores, a escala nacional e internacional, que afirmen exigencias que debemos tener por intocables. Tendremos que hacerlo sin esperar nada, o más bien adelantándonos a los legisladores, a cuya mayor parte, lo sabemos, le brillan los ojos cuando se trata de la llamada 'innovación digital', y entre los cuales el lobby opera sin medida. La clave consiste en describir lo que ya se ha iniciado, así como en generalizar la instauración necesaria de relaciones de fuerza".