La historia es siempre el lugar donde lo reprimido reaparece, sostiene Lacan, dejando claro que no existe historia alguna sin el retorno de lo reprimido. Que lo reprimido retorne no quiere decir que lo haga de un modo idéntico. Siempre habrá que saber leer las señales, las huellas, las marcas, que permitan captar el modo en que el retorno se cumple. Por ello el pasado verdadero viene del futuro.