La jerarquía de la Iglesia Católica argentina, que había pasado a un segundo plano debido a la poca trascendencia de sus posicionamientos a pesar de la fuerte presencia del papa Francisco incidiendo en el escenario mundial y también nacional, comenzó a reaparecer con un perfil más protagónico en la vida cotidiana de los argentinos. La reciente elección de la nueva cúpula eclesiástica encabezada por el obispo de San Isidro Oscar Ojea fue una clara manifestación de esto. El propio Ojea tuvo gestos importantes como el de recibir a los organismos defensores de derechos humanos antes de reunirse incluso con el presidente Mauricio Macri, lo que ocurrirá recién el 18 de diciembre. A esto se sumó, por ejemplo, la decidida intervención del obispo de Bariloche Juan José Chaparro para participar de una mesa del diálogo que contribuya a generar alternativas para la situación planteada en el sur del país a raíz de la represión desatada desde el gobierno a la comunidades mapuches de esa zona el país.
La reciente elección de autoridades en la Conferencia Episcopal Argentina parece no ser un simple cambio de mando sino una rectificación del rumbo de la Iglesia Católica local para alinearla a los postulados del papa Francisco. Ojea llega a la presidencia dispuesto a poner en marcha un proceso de renovación y de alineamiento con las directivas papales.
Los allegados a Ojea no dudan en señalar que el obispo de San Isidro arribó a la presidencia de la Conferencia Episcopal para implementar desde allí la línea pastoral impulsada por Jorge Bergoglio desde el Vaticano. Esa línea expresa la prioridad por los pobres y excluidos, y una posición sumamente crítica respecto de las políticas neoliberales y las consecuencias que generan para los pueblos en todo el mundo. Ojea recibió indicaciones del Papa en este sentido y no está solo en esta iniciativa. Hay un grupo de obispos que lo acompañan y que han comenzado a jugar sus propias cartas en los diferentes frentes. Es el caso del titular de la diócesis de Bariloche, Juan José Chaparro, participando de la Mesa de Diálogo conformada en la ciudad sureña.
El obispo de Bariloche fue claro en señalar que Francisco está al tanto de su gestión, afirmó que dialogó con el Papa sobre el tema y que fue él quien le dio indicaciones precisas para “mantener la paz y el diálogo”. Se sabe además que en su visita a Chile a comienzos del año próximo el Papa se hará el tiempo para encontrarse cara a cara con representantes de la comunidad mapuche y escuchar sus puntos de vista. Un gesto político importante teniendo en cuenta que del otro lado de la cordillera el conflicto entre el gobierno y los mapuches viene desde antaño y con un nivel de enfrentamiento mucho más importante que en nuestro país.
El presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, el obispo de Lomas de Zamora Jorge Lugones, lejos de guardar silencio salió de inmediato a respaldar a su colega. “La Iglesia siempre llama al consenso y da espacios físicos y morales para el diálogo. Y el diálogo no está reñido con el cumplimiento de la ley”, aseguró Lugones en explícito apoyo a su colega de Bariloche. Es interesante tomar en cuenta que Chaparro fue recientemente elegido como integrante de la Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen que encabeza otro de los obispos a quien se señala directamente alineado con Francisco: el obispo de Reconquista Carlos Macin. De la misma comisión forma parte el obispo de Neuquén, Virginio Bressanelli, otro hombre cercano al pensamiento y a las actitudes pastorales del Papa.
Son varios los obispos que han alcanzado lugares de relevancia dentro del nuevo cuadro directivo de la Conferencia Episcopal que expresan mayor sensibilidad con las cuestiones sociales y manifiestan que la Iglesia debe comprometerse con esas causas.
No puede desconocerse que Marcelo Colombo, obispo de La Rioja -una diócesis que no está entre las primeras en importancia- fue elegido, seguramente por sus condiciones personales y su trayectoria pastoral, como vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal y por tal motivo miembor de la Comisión Ejecutiva. Colombo procede de la diócesis de Quilmes, un territorio eclesiástico fuertemente marcado por la impronta de Jorge Novak, quizás su obispo más relevante y uno de los pocos claramente comprometidos en defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar. Se sabe que en Roma el papa Bergoglio acelera los trámites para la beatificación (paso previo a la canonización, reconocimiento de la santidad) de Novak. Pero volviendo a Colombo hay que recordar que fue una de las personas en las que Novak confió directamente para colaborar con él en el manejo de la diócesis y que, una vez nombrado obispo de La Rioja, él mismo asumió como una prioridad avanzar hacia el reconocimiento del martirio y canonización del también obispo Enrique Angelelli, asesinado en 1976 por la dictadura militar.
También Colombo se manifiesta como un hombre de Iglesia que no disocia su responsabilidad religiosa de su compromiso social. Esta semana hizo una llamado a los cristianos para que tengan “una mirada comprometida con las cosas que pasan, a no dejarnos distraer ni pasar de largo frente a aquellos acontecimientos dolorosos que pueden prolongar la incertidumbre de muchos hogares”. Y pidió “exigir a nuestros legisladores, principalmente nacionales, en el marco de la democracia, la defensa de la dignidad de los más pobres en la discusión de leyes que la cercenen o afecten gravemente, especialmente los proyectos de reformas que afectan a jubilados, trabajadores y a los pueblos y familias de aquellas provincias que como la nuestra (La Rioja), dependen en gran medida de los aportes del Estado nacional”.
No hay que perder de vista el papel que, por su contacto directo y personal con Bergoglio, de quien es asesor teológico, juega en el armado episcopal el rector de la Universidad Católica Víctor Manuel Fernández. Sus colegas le encargaron que presida la estratégica comisión de Fe y Cultura, el lugar donde se amasan gran parte de los documentos episcopales.
De ahora en más y por los próximos tres años Cáritas, el organismo eclesiástico de asistencia social, estará a cargo del actual obispo de Quilmes Carlos Tissera, dispuesto a dar continuidad a lo que en ese mismo espacio hizo Ojea, ahora en la máxima conducción de la Conferencia Episcopal.
Varios de los obispos optan también por la estrategia de los gestos. Ojea se reúne con los organismos defensores de los derechos humanos en un momento en que el gobierno nacional intenta debilitar la política en la materia. Chaparro no solo invita al diálogo sino que se sienta en la mesa que pretende ponerlo en práctica.
Aún entre aquellos sectores que miran con escepticismo el aporte que los obispos católicos pueden hacer a los problemas sociales y a las causas populares, se abre una nueva expectativa acerca de los pasos que en los próximos meses dará el episcopado, siguiendo con atención sus posicionamientos frente a debates candentes que afectan a los derechos económicos y sociales de los argentinos.