Entre sus múltiples misiones, los museos preservan la memoria de una nación y, al mismo tiempo, como instituciones dinámicas, estimulan la construcción de nuevos sentidos para las piezas que albergan. Los modos en que las obras de una colección se dan a conocer al público moldean la relación que una comunidad entabla con la historia, vínculo que se potencia cuando una institución es permeable a las transformaciones estéticas y sociales que trae cada época.
En el caso de los museos de arte que poseen grandes acervos, la cantidad de obras que el visitante puede apreciar en las salas es solo una parte de un conjunto mucho más vasto; es una propuesta, como toda selección, de una de las tantas lecturas posibles para un patrimonio. Lo que se exhibe es, entonces, un panorama de artistas, períodos, géneros y temas representativos de un corpus que, en gran parte, permanece en las reservas.
Museo secreto, el título de esta exposición, hace referencia a un discurso pronunciado por Eduardo Schiaffino, primer director del Bellas Artes y quien impulsó la formación del acervo desde fines del siglo XIX. Publicadas en la prensa durante 1926, las palabras de Schiaffino apuntaban a la necesidad de mostrar el patrimonio que, alojado en los depósitos, permanecía vedado a los ojos de los visitantes. En los 130 años que han transcurrido desde su creación, el Museo Nacional de Bellas Artes ha logrado reunir más de 13.000 pinturas, esculturas, dibujos, grabados, objetos, instalaciones y fotografías, entre otros tipos de piezas, un conjunto cuya magnitud hace que el desafío que acompaña a la institución desde sus primeros años de existencia no solo siga vigente, sino que adquiera cada vez mayor complejidad.
Con la idea de expandir el universo de lo que se presenta al público, esta muestra despliega cerca de 300 obras provenientes de las reservas del Museo Nacional de Bellas Artes, realizadas por más de 250 artistas argentinos y extranjeros, desde el siglo XIV hasta la actualidad. Algunas de ellas han estado en las salas como parte de distintos guiones permanentes o en exposiciones temporarias, mientras que otras han tenido menos visibilidad.
La curaduría de esta muestra surge del intercambio de saberes y del trabajo colectivo entre todos los equipos del Museo. La disposición de las obras recrea el modo en que se presentaban las colecciones en el siglo XIX, como puede apreciarse a pocos metros de aquí, en la sala Guerrico. Este tipo de distribución permite disponer en el espacio un mayor número de piezas, y también emula la forma en que se las agrupa en las reservas.
Concebida en un esquema no lineal, la selección conecta géneros, estilos y temas que han guiado la producción de artistas de todas las épocas, con obras distribuidas en grandes núcleos a modo de constelaciones que habilitan diálogos históricos y estéticos, y que, a la vez, ponen en tensión diversas concepciones del arte como herramienta de representación.
A través de este panorama expandido de la colección de arte más importante de la Argentina, invitamos a pensar nuevos vínculos entre el pasado y el presente de la historia visual.
* Director del MNBA. Texto de presentación de la muestra Museo secreto-de la reserva a la sala, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), de martes a viernes, de 11 a 19.30, y los sábados y domingos, de 10 a 19.30, hasta el 4 de mayo.
Contenido de la exposición:
La muestra está organizada en núcleos:
El paisaje nacional cuenta con pinturas de Martín Malharro, Pio Collivadino, Lino Enea Spilimbergo, Benito Quinquela Martín, Fray Guillermo Butler, Roberto Aizenberg, Nicolás García Uriburu, Fermín Eguía, etc.
El paisaje europeo, con pinturas de Gustave Courbet, Jean-Baptiste Camille Corot, Camille Pissarro, Maurice Utrillo, Giorgio de Chirico, Maurice de Vlaminck o Joaquín Sorolla y Bastida.
La naturaleza muerta está representada por obras de Ernesto de la Cárcova, Augusto Ferrari, Emilio Pettoruti, Miguel Carlos Victorica, Miguel Diomede, Bibí Zogbé, Horacio Butler, Lía Correa Morales, Juan Manuel Gavazzo Buchardo, Henri Fantin-Latour, entre otros.
El género del retrato cuenta con obras de Raymond Monvoisin, Jean Joseph Constant, Pierre Puvis de Chavannes, Ferdinand Roybet, Emilia Bertolé, Augusto Schiavoni, Ramón Gómez Cornet, Carlos Alonso, Juan Pablo Renzi, Ricardo Garabito, Héctor Giuffré y Mondongo, entre otros.
Hay un núcleo relacionado con la abstracción argentina y latinoamericana, con piezas de Kenneth Kemble, Tomás Maldonado, Sarah Grilo, Noemí Di Benedetto, Kazuya Sakai, Martha Boto, Julio Le Parc, Anita Payró, Jesús Rafael Soto, Alejandro Puente, Eduardo Stupía, Noemí Gerstein, Jorge de la Vega, Luis Felipe Noé, Rómulo Macció, Emilio Renart, Tulio de Sagastizábal, Víctor Chab o Luis Gowland Moreno.
Otro apartado presenta dibujos antiguos de grandes maestros italianos y también un conjunto de grabados de André Lothe, Henri Matisse, Pablo Picasso, Henri de Toulouse-Lautrec, Antonio Berni, Abraham Regino Vigo, Ricardo Carpani, Aída Carballo y Luis Fernando Benedit, entre otros.
La selección de piezas escultóricas incluye obras de Leonora Carrington, Marta Minujín, Liliana Maresca, Elba Bairon, Edgardo Giménez, Norberto Gómez, Juan Carlos Distéfano, Enio Iommi, Hermi Baglietto, Víctor Grippo, Aldo Paparella, Alberto Heredia y Pablo Suárez.
Del acervo fotográfico se pueden ver obras de Robert Mapplethorpe, Horacio Coppola, Anatole Saderman, Franco Fontana, Alejandro Kuropatwa, Marcos López, Eduardo Grossman y Julieta Escardó, entre otros.
También se incluyen obras maestras de grandes pintores de la historia argentina, como Prilidiano Pueyrredón, Ignacio Manzoni, Graciano Mendilaharzu y Martín León Boneo.