Desde el 2000, cada 4 de febrero se conmemora el Día Mundial del Cáncer. Así fue estipulado por la Organización Mundial de la Salud con el objetivo de poner en agenda y estimular el diálogo social sobre la enfermedad más influyente de esta época. El Observatorio Global del Cáncer calcula que en el planeta se diagnostican 35 casos por segundo, mientras que en Argentina se reporta uno cada cuatro minutos. A nivel doméstico, además, el podio de los más frecuentes lo ocupan el de mama, el colorrectal y el de pulmón. La buena noticia es que, a diferencia de lo que sucedía años atrás, a partir del enfoque de la medicina de precisión se pueden brindar soluciones personalizadas para cada paciente y ello abre puertas en el pasado impensadas.

“La inmuno-oncología y la inmunoterapia revolucionaron el tratamiento de muchos tipos de tumores, que antes eran intratables e incurables. Ahora el efecto de las terapias es súper duradero en muchos pacientes; el problema es que todavía son pocos los que se benefician. Pero cambió el significado, hay remisiones en muchos individuos que resultan impresionantes”, dice a Página 12 el investigador del Conicet y referente internacional en la materia Gabriel Rabinovich. Y agrega: “Otra gran revolución son los anticuerpos biespecíficos, que al reaccionar con dos moléculas a la vez tienen más posibilidades de generar efectos terapéuticos superiores”.

El cáncer es el principal problema de salud pública a nivel mundial y, según se estima, provoca el fallecimiento de 10 millones de personas cada año, cifra que podría incrementarse de cara a los próximos años. La Organización Panamericana de la Salud, por ejemplo, refiere que “la carga mundial por la enfermedad aumentará a unos 30 millones de nuevos casos para 2044, y el mayor crecimiento se producirá en países de ingresos bajos y medianos”. Además de la detección temprana, su prevención constituye uno de los principales desafíos. Reducir el consumo de alcohol y tabaco, incrementar la actividad física y el consumo de frutas y verduras se apuntan, en general, como hábitos saludables que pueden ser de utilidad.

De precisión

Los avances científicos en la materia resultan fundamentales para un mejor abordaje. Conocer la biología del tumor y saber cómo se comporta en cada individuo es crucial para la recomendación de tratamientos a medida de las necesidades de cada paciente. Si no existen dos personas iguales, es natural que tampoco haya dos estrategias de combate idénticas. Este es uno de los preceptos que enarbola la medicina de precisión. Básicamente, la personalización de las terapias constituye un parteaguas en el campo de la oncología.

Si hay algo que genera mucho optimismo es la medicina de precisión. A través de la detección de determinadas mutaciones o de biomarcadores en pacientes es posible plantear distintos tipos de terapias personalizadas para cada persona. Es un cambio que despierta una esperanza enorme en la comunidad de médicos y científicos”, refiere Rabinovich. En el presente, cuenta que hay muchísimos ensayos en curso para testear las nuevas moléculas-blanco, lo que abre un espectro de opciones considerable.

Y continúa Rabinovich: “Sin investigación básica sería imposible generar estos adelantos que están cambiando la forma de tratar el cáncer”, observa y con ello reivindica la importancia de apoyar a la investigación básica que, por estos días, es menospreciada desde sectores del gobierno que, como en otras épocas, privilegian ciertos campos (como los aplicados) que serían estratégicos en desmedro de otros (los básicos) que no lo son.

En la misma línea, Daniel Alonso, investigador del Conicet y experto en oncología, apunta: “Nuestro país posee un excelente nivel en medicina, con profesionales capacitados en la disciplina y en investigación clínica. Tiene además un sector científico que constantemente aporta al conocimiento universal del cáncer y propone nuevos abordajes para la enfermedad, y una industria farmacéutica de nivel mundial con capacidad para el desarrollo y producción”.

Aportes locales

En Argentina, son muchos los equipos que concentran sus esfuerzos en combatir la enfermedad. Por un lado, se pueden mencionar las contribuciones que realiza Galtec, la empresa de base tecnológica liderada por Rabinovich, que surgió en 2023 con el objetivo de diseñar terapias y fármacos innovadores. “Llegué a un momento de mi vida en que lo que más me interesa es ver la manera de llegar a los pacientes, de ayudarlos. Me desvela pensar que nuestras contribuciones científicas mejoren el futuro de la gente, que eviten el sufrimiento. Hacemos ciencia para la sociedad”, señalaba el prestigioso investigador a Página 12, en ocasión de la inauguración de la firma.

Por otro lado, están los esfuerzos que desde el Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra) de la UNQ realizan Daniel Alonso y compañía. Desde hace años investigan el reposicionamiento de drogas, es decir, la puesta a punto de una técnica que consiste en utilizar un medicamento ya existente para una nueva indicación distinta a la original. El caso que más avanzó fue el de la desmopresina, un fármaco que tradicionalmente se utiliza en la medicina para contener sangrados en general y que el equipo de investigación la aplicó para contenerlos en personas con cáncer de mama y colorrectal. Así, pueden ser operados o sometidos a quimioterapia de una forma más segura.

Desde esta perspectiva, Alonso destaca: “Los grandes avances en el conocimiento de las últimas décadas han impactado muy favorablemente en el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer, muy especialmente la inmunoterapia, que se ha sumado a los abordajes convencionales como la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia o las terapias dirigidas. En este contexto, es necesario también unir esfuerzos para garantizar que los avances terapéuticos estén rápidamente accesibles para el conjunto de la sociedad”.

Y para nombrar otro terreno en que los científicos y científicas de Argentina realizan aportes está la IA. En octubre pasado, Página 12 contó el trabajo de un equipo de especialistas del Hospital de Clínicas de la UBA que presentó un avance pionero. Cecilia Cabral, Guillermo Blanco y Laura Kornblihtt utilizan algoritmos entrenados para mejorar el diagnóstico de pacientes con linfoma, un cáncer que afecta al sistema linfático, estrechamente vinculado a lo inmunológico. En el futuro, explican sus referentes, esta herramienta podría complementar el trabajo que hoy hacen los patólogos y, eventualmente, llegar a los consultorios para brindar tratamientos ajustados a las necesidades de cada individuo, y así obtener mejores chances de sobrevida.